El fotógrafo y periodista Damián Fernández reflejaba hace apenas un mes en miGijón el abandono del parque Isabel la Católica. Tal y como él mismo relataba en el artículo, «la mugre, el abandono y la dejadez crecen como una mala hierba que amenaza con consumir la ciudad». Sin embargo, no siempre ha sido así. El parque Isabel la Católica fue durante muchos años el más grande de Asturias, y llegó a convertirse en el pulmón verde de la ciudad. Hace ahora 80 años, en la primavera de 1941, el ayuntamiento acordaba proceder al saneamiento de las charcas del Piles, así como su transformación en parque público. Repasamos sus cambios a lo largo de la historia.
El origen del parque Isabel la Católica
Tras la Guerra Civil, esa zona en la que hoy se levanta el parque era una de las más insalubres del municipio. Y esto era debido al abandono de las marismas de la desembocadura del río Piles y a la proliferación de basuras procedente del barrio de La Arena. Por este motivo, el Ayuntamiento de Gijón decidió en 1941 construir un parque en ese lugar. La idea ya se había planteado anteriormente, pero siempre sin éxito. Hasta entonces.
La actuación en el parque partió de una finca de 3.416 metros cuadrados, cedida por la División Hidráulica del Norte, y del diseño encargado a Ramón Ortiz Ferré. Las primeras plantaciones (400 árboles) se inician ya ese 1941. La arboleda, dispuesta en forma de ‘L’ para combatir los vientos dominantes del noroeste y nordeste, estaba integrada por una primera banda de eucaliptos, una segunda línea de chopos, y una tercera de cipreses. Así lo recoge el libro ‘El parque de Isabel la Católica. Un parque para las cuatro estaciones’ de Javier Granda.
Dos años después, en 1946, se comienza a plantar una de las composiciones vegetales más notables del parque, la rosaleda. Y en junio de 1947, el parque, limitado al sector más occidental y dotado con un equipamiento mínimo en el que destacaba la presencia de un gran lago natural en la zona del Molinón, es oficialmente abierto al público.
Un museo al aire libre
Desde ese momento, las mejoras y ampliaciones en el Parque de Isabel la Católica se suceden, hasta convertirse en lo que es en la actualidad. Los gijoneses encuentran en ese espacio una fuente modernista, zonas deportivas, juegos infantiles, una pajarera, un palomar o estanques. Se trataba de un parque diseñado al más puro estilo clásico francés, convertido a la vez en museo al aire libre por la gran cantidad de esculturas que albergaba.
Sin embargo, no fue no fue hasta septiembre de 1955 cuando se bautizó al parque como de Isabel la Católica, coincidiendo con la inauguración del monumento a Fleming. Después vino lo que ya todos sabemos: el Parador Nacional Molino Viejo (, el Parque Infantil de Tráfico o el actual parque Hermanos Castro, en la otra margen del río Piles. También el abandono.
El abandono del parque Isabel la Católica
El concejal de Mantenimiento y Obras Públicas, Olmo Ron, anunció el 11 de septiembre de 2019 que el Ayuntamiento dedicaría 1,6 millones de euros durante los próximos cuatro años a mejorar en el parque de Isabel la Catalólica, con una primera partida ya en los presupuestos de 2020. En cambio, más de un año después, no se ha hecho absolutamente nada.
El abandono del parque gijonés es un hecho, y este gran pulmón verde agoniza a la espera de las mejoras prometidas.