El Principado ha aumentado el porcentaje de municipios con saldo positivo en 40 puntos, el mejor dato del país
Los datos ya solo son negativos en algunos concejos del Suroccidente (y no todos)
Gijón es la ciudad asturiana que mejor resiste el retorno a los pueblos frente a Oviedo, que ha perdido más de 1.200 habitantes por cambio de residencia
Siero y Villaviciosa son los concejos a donde más se han mudado los urbanitas
Teníamos pistas y ahora certezas: los hábitos de residencia de la población han cambiado durante la pandemia y la gente ha vuelto a los pueblos. Lo confirman los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de hace solo unos días. La pandemia y el confinamiento no solo han cambiado, sino que han intensificado la tendencia a residir en áreas rurales que se había iniciado tímidamente en 2018. Si en el año 2019 más de la mitad de los municipios rurales españoles tenían un saldo residencial negativo, durante el pasado 2020 el 75,5 por ciento de los municipios rurales españoles registraron un saldo positivo en variaciones residenciales. Y Asturias está a la cabeza nacional en el cambio de tendencia.
Según los datos del INE, Asturias se sitúa por encima de la media nacional en los datos de regreso a los pueblos y es la comunidad española que ha experimentado una mayor mejoría (de 40 puntos porcentuales) en el incremento de municipios rurales con saldo migratorio interior positivo. Además, es la octava comunidad de España en cuanto a porcentaje de municipios rurales que han ganado residentes a costa de las ciudades, situándose en el 81,7 por ciento. Los datos asturianos resultan tan significativos que el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico ha puesto al Principado como ejemplo.
Saldos por comunidades
Todas las comunidades autónomas muestran un importante crecimiento en el número de municipios rurales con sado interior positivo, tal y como confirman las estadísticas del INE. En algunas de ellas, como Baleares, Murcia, Cantabria y Madrid, el porcentaje supera el 85% de ayuntamientos del medio rural con saldo positivo. Asturias, con un saldo favorable del 81,7 por ciento, está por encima de la media nacional del el 75,5 por ciento. En cambio, por debajo de la media los porcentajes más bajos se registran en Extremadura, Castilla y León, y Andalucía.
Pero donde más y mejor destacan los datos de Asturias, situándose a la cabeza nacional, es en la mejoría respecto al año anterior. Así las cosas, el Principado es la comunidad española que ha logrado revertir la tendencia del padrón en un mayor número de municipios rurales, fruto de las migraciones interiores a los pueblos. «Asturias o Galicia han visto aumentar el porcentaje de municipios con saldo positivo en 40 puntos, revertiendo el mapa de saldos residenciales interiores», explican desde el Gobierno. En promedio, España ha aumentado en 28,3 puntos el porcentaje de municipios rurales con saldo positivo entre 2019 y 2020.
Variaciones residenciales en Asturias
¿Dónde se ha producido el cambio? El mapa estadístico sobre Asturias realizado y difundido por el Ministerio para el Reto Demográfico lo ilustra muy bien. En Asturias los saldos negativos de los municipios rurales ya solo se mantienen en la zona suroccidental y el cuadro general con respeto a 2019 ha cambiado sustancialmente. «Las variaciones residenciales hacia zonas rurales van más allá de espacios periurbanos o próximos a las ciudades», reflexiona el Ministerio. «Huesca ha pasado de saldos positivos en el 48,7% de sus municipios en 2019 al 82% en 2020 y en Asturias los saldos negativos solo se mantienen en la zona suroccidental», han destacado.
De este modo, se confirma que el movimiento de la población hacia las áreas rurales va más allá de los espacios periurbanos o próximos a las ciudades. Bajando al terreno, en los municipios rurales asturianos del Centro y el Oriente de Asturias el saldo migratorio interior es positivo, revertiendo la tendencia de los años anteriores. Algunos municipios costeros del Occidente, con la excepción de Tapia de Casariego (-2) se suman a la estadística favorable. En el Suroccidente también hay buenas noticias en Grandas de Salime, que sale de la estadística negativa, y aunque no son datos positivos, concejos como Pesoz y Boal obtienen un saldo interior negativo de tan solo -1 habitantes, y San Tirso de Abres cierra el año en equilibrio, con la estadística a cero.
El saldo interior negativo más fuerte es el de Oviedo, que ha perdido 1.254 residentes por variaciones residenciales. De Gijón se han marchado muchas menos personas, con un balance negativo de -104, mientras que el resultado de Avilés es -262.
Los municipios costeros estrella, a los que más se ha ido a vivir la gente, son Llanes, Gozón, Cudillero y Castrillón. En los interiores destacan los casos de Villaviciosa (533) y Siero (466). Resultan también significativas las cifras en municipios pequeños del interior, por debajo de los 2.000 habitantes, como Las Regueras o Teverga, que han ganado cerca de 70 nuevos residentes que antes vivían en una ciudad, casi a la altura de Ribadesella.
En el ámbito nacional, la mayor parte de los ayuntamientos rurales españoles muestran saldos positivos, incluso en el caso de los más pequeños, por debajo de los 100 habitantes. Además, el 80,3 por ciento de los ayuntamientos con poblaciones entre 1.000 y 5.000 habitantes han tenido un saldo residencial interior positivo.
¿Qué ciudades se han vaciado?
Los datos de variaciones residenciales del año de la pandemia intensifican el cambio de tendencia en los saldos residenciales urbano-rurales. En 2020 se aceleró la llegada de población a los pueblos y más de 81.000 personas cambiaron su residencia a municipios rurales y un total de 146.000 personas abandonaron las ciudades. Mientras que la mayoría de los municipios rurales arrojan saldos residenciales positivos, el 95% de las ciudades de más de 100.000 habitantes perdieron población en el mismo periodo.
¿Qué ha pasado en Asturias con las ciudades? Los saldos interiores positivos de los municipios rurales también se aprecian en el entorno de las grandes ciudades, confirmando la salida de la población de las áreas urbanas hacia sus espacios rurales más próximos. En Asturias el ejemplo más significativo está en Oviedo y Siero. El primero tiene un saldo por variación residencial negativo de 498 personas, frente al saldo positivo de 484 personas del concejo de Siero. Se podría buscar una equivalencia entre Gijón y las municipios rurales más próximos, como Carreño o Villaviciosa.
Sin embargo, Gijón presenta un saldo residencial positivo, con 967 altas más, no tanto porque haya resistido las migraciones interiores -ahí el saldo es negativo, con 104 personas menos como resultado de las idas y venidas-, sino por la población extranjera, que compensa el dato anterior. En 2020 llegaron a Gijón 1.480 ciudadanos procedentes de otros países y se dieron de baja en el padrón 409.
El reto demográfico que viene
Existen algunos datos claves para entender el reto demográfico y a lo que nos enfrentamos como país en los próximos años. Por ejemplo, de los 8.131 municipios que hay en España, 6.780 se sitúan en áreas rurales, abarcando una superficie de 369.028 kilómetros cuadrados, lo que supone el 73 por ciento de la superficie del país. De manera que 6.217.590 personas viven en los pueblos y 25.672.514 millones de personas viven en las ciudades. El 77 por ciento de los municipios españoles han perdido población en la última década y más del 90 por ciento son ayuntamientos de menos de 5.000 habitantes.
En cuanto al tipo de población que reside en los pueblos, las estadísticas tampoco son muy halagüeñas: hay 9 mayores de 65 años por cada menor de 15 años. En los pueblos de menos de 100 habitantes una de cada 5 mujeres superar los 80 años de edad.
El plan de medidas ante el reto demográfico, presentado este mismo mes por el Gobierno de España, promete una inversión de 10.000 millones de euros para del Plan de Recuperación, que se destinarán a luchar contra la despoblación y llevar la innovación y sostenibilidad a la España rural. Desde los pueblos, entidades, colectivos y ayuntamientos miran al futuro con esperanza, pero aún con mucho escepticismo. Al menos, la pandemia, ha servido para comenzar a revertir los datos de despoblación. El futuro dirá si es algo pasajero o se mantiene. El reto está ahí.