El fotógrafo capturó el alma de la minería asturiana, en sus momentos de esplendor, lucha y decadencia. Revelando una historia que debemos transmitir y cuidar

“Su ojo educado en la desgracia ajena para que el otro ojo, el que mira, sienta un puñetazo de sensibilidad en la boca del estómago y nos haga tomar conciencia de que hay mucha vida y mucha desgracia ajena cuando nos levantamos de nuestro cómodo y puto sofá”, esto es lo que dice el fotógrafo Eloy Alonso de su colega Álvaro Fuente. Viendo las fotos de este libro uno cae en la cuenta de que el adiós no siempre es un final, de que la lucha y el legado nunca caen en balde, de que siempre hay un futuro. Hablamos con el autor de ‘Asturias Minada’ sobre su trabajo.
¿Por qué decidió emprender este proyecto?
El proyecto comenzó en 2011 con un reportaje sobre la Brigada de Salvamento, debido al centenario que se celebraba en 2012. En el mismo año, surgió el último gran conflicto de la minería, lo que intensificó mi interés. A través de los enfrentamientos y las manifestaciones, comprendí que la minería estaba llegando a su fin y que el legado debía ser documentado. Esto me llevó a buscar acceso a las minas y, en 2013, logré entrar a varias de ellas para capturar su historia.
Ha retratado el ocaso de la minería.
‘Asturias Minada’ representa la transformación de una región dependiente de la minería a una tierra vacía y devastada. Las minas, que fueron la columna vertebral de la economía asturiana, empezaron a cerrarse y dejaron un paisaje desolador. Sin embargo, en medio de la decadencia, mi objetivo fue mostrar no sólo la destrucción, sino también la resistencia de la gente que vivió de la minería, reflejando la pérdida de una identidad laboral y cultural.

¿Ha cambiado su mirada desde 2012 hasta hoy?
Al principio, mis fotos eran un registro distante de la realidad minera. Sin embargo, con el tiempo, me acerqué más a las personas, entendiendo sus historias y luchas. Mi enfoque se volvió más empático y personal. A medida que conocía a los mineros y compartía momentos con ellos, mi cámara se convirtió en una herramienta para documentar su resistencia y preservar la memoria de esa parte crucial de Asturias.
¿Por qué eligió el blanco y negro para sus fotos?
El blanco y negro fue una decisión estética, pero también narrativa. Aportaba una sensación atemporal a las imágenes, resaltando las sombras y luces de un momento histórico que ya estaba desapareciendo. La técnica ayudaba a reflejar la dureza de la minería y la lucha de sus trabajadores, dándole una sensación de peso y solemnidad. Además, buscaba una unidad visual que conectara todos los momentos que documentaba, creando una continuidad en la historia.

¿Hay belleza en la decadencia de la minería?
Sí, la decadencia tiene una belleza oculta. A pesar de la destrucción visible de las minas, descubrí que el paisaje dejado por la minería estaba lleno de historias no contadas. Además de querer capturar esa belleza visual, me interesaba resaltar su valor histórico y humano. Cada foto documenta el cierre de las minas y todo el impacto social y económico que dejan en la zona, y cómo las comunidades lucharon por sobrevivir en un mundo que ya no dependía de ellas.
¿Cómo influyeron las minas en la identidad de Asturias?
La minería fue clave en la formación de la identidad asturiana. Moldeó la economía, influyó en la cultura, en la estructura social y los valores. La vida minera era una lucha diaria, una forma de vida que impregnó a toda la región, incluso en lugares donde la minería no era la principal actividad. Al documentar la minería, busqué preservar esta historia colectiva, mostrando esa identidad que se desvanecía a medida que la industria se cerraba.
¿Sigue presente el orgullo de clase de los mineros?
El orgullo de clase sigue vivo, aunque de forma más difusa. Los mineros de antes, que luchaban por sus derechos, han visto cómo su mundo se desmoronaba, pero el orgullo de pertenecer a esa clase sigue presente en la memoria colectiva. Aunque ahora la minería ya no tiene el mismo peso, las historias de los trabajadores continúan transmitiéndose, manteniendo viva una tradición de resistencia y lucha que aún se siente en muchas familias.

La huelga de 2012 fue el último suspiro de esa resistencia.
La huelga de 2012 fue, en muchos sentidos, el último acto de resistencia antes de la desaparición de la minería en Asturias. A pesar de que la lucha fue intensa, ya no tenía la misma fuerza de las huelgas previas. Aunque fue una batalla crucial para los mineros, las circunstancias habían cambiado, y la conciencia de que la industria estaba en su ocaso lo hizo un enfrentamiento más doloroso, con la sensación de que algo irremediable se estaba perdiendo.
Las “mujeres del carbón”, ¿qué importancia tuvieron en sus fotos?
Las mujeres tuvieron un papel fundamental, aunque a menudo invisibilizadas. A través de mis fotos, traté de dar visibilidad a su trabajo y sacrificio, tanto dentro de la mina como en el hogar. Fueron una parte esencial de la lucha minera, enfrentando adversidades tanto laborales como emocionales. Las “mujeres del carbón” son un símbolo de resistencia, y mi trabajo intenta rendirles homenaje, mostrando su fortaleza y el impacto de la minería en su vida cotidiana.
¿Qué significa la foto de Degaña, donde un compañero lava la espalda a otro?
Esa foto representa la esencia de la solidaridad y el compañerismo en la minería. El gesto de lavar la espalda a un compañero refleja la confianza y la dependencia mutua en un ambiente tan hostil. En las minas, donde las condiciones de trabajo eran extremas, la solidaridad era una necesidad vital para sobrevivir. Esta imagen captura ese sentido de comunidad y apoyo inquebrantable entre los mineros, incluso en los momentos más difíciles.
¿Cómo fue su experiencia al bajar a los pozos?
Bajar a los pozos fue una experiencia intensa y difícil. La oscuridad, el polvo, la claustrofobia y el calor son sensaciones que nunca olvidaré. Como fotógrafo, tuve que adaptarme a esas condiciones extremas, trabajando con poca luz. A pesar de la dificultad técnica, pude captar una realidad visceral, tanto física como emocional, de lo que era la vida minera. Fue un aprendizaje profundo que me permitió entender mejor la experiencia de los mineros.

¿Muy significativa la foto del niño y Villa en el pozo Candín?
La foto de Villa y el niño en el pozo Candín es simbólica de la contradicción de la minería. El niño mira al minero con respeto, pero también con la conciencia de que la minería está condenada a desaparecer. La imagen refleja la admiración por una figura de resistencia, pero también la fragilidad de ese sistema que, aunque fundamental para la región, estaba destinado a desvanecerse. Es la paradoja de un gigante con pies de barro, un símbolo de fortaleza y vulnerabilidad a la vez.