El presidente autonómico, Adrián Barbón, encabeza el homenaje a las víctimas mortales que la pandemia dejó en la región, e invita a recuperar aquella lección de que, «en un mundo cada vez más individualista, era necesario apoyarnos los unos a los otros»

El tiempo pasa deprisa, como una exhalación, fugaz e inalcanzable… Quienes no lo crean, que echen la vista atrás… Y la fijen en el 11 de marzo de 2020. Cinco años han pasado ya desde aquella jornada en la que el salesiano Avelino Uña se convirtió en la primera víctima mortal dejada por el coronavirus en Asturias, iniciando una trágica tendencia que, a finales de 2024, ya había escalado hasta los 4.510 fallecidos. Por todos ellos, por el propio Uña y por cuantos le siguieron en esa lúgubre relación de muertes, esta mañana el presidente del Principado, Adrián Barbón, ha encabezado el acto de homenaje oficiado ante el ‘Texu de l’Alcordanza’ (el ‘Tejo de la Memoria’), uno de los doce árboles de dicha especie plantados frente al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Una ocasión propicia, a juicio del dirigente, para rescatar del cajón del olvido las lecciones de solidaridad y apoyo mutuo enseñadas por un hecho con el que «la historia cambió«.
Acompañado por la consejera de Salud, Concepción Saavedra, y por el que fuera su predecesor durante la pandemia, Pablo Fernández Muñiz, Barbón, quien ha depositado un ramo de rosas a los pies del tejo, ha aprovechado para hacer un balance retrospectivo de aquella experiencia, y de la manera en que la región le presentó batalla. «Antepusimos la salud y la vida a todo lo demás, pero facilitando proporcionalmente más ayudas que ninguna otra comunidad para que la actividad económica pudiera sostenerse«, ha apuntado el dirigente autonómico, recordando la inversión en salud sostenida en el tiempo, y que permitió adoptar medidas como el procesamiento de más de tres millones de pruebas PCR en el HUCA, o el levantamiento en el Recinto Ferial ‘Luis Adaro’ de Gijón de un masivo hospital de campaña, equipado con 144 camas. «Fuimos capaces de trasladar el mensaje de que rendirse no era una opción«, ha continuado Barbón, orgulloso de haber sentado las bases de «un modelo para el futuro», y de aquella demostración inequívoca de que «una vida es importante por sí misma, y que había que salvar todas las posibles«.
Porque, más allá de las pérdidas, de los padecimientos y de las lágrimas, si algo aportó la pandemia del COVID fue enseñanzas. Por eso Barbón ha continuado señalando que, en aquellos tiempos aciagos, «fuimos conscientes de que, en un mundo cada vez más individualista, era necesario apoyarnos los unos a los otros«. En ese apoyo participó el conjunto de la sociedad, si bien el grueso de la labor recayó en profesionales como el personal sanitario, sociosanitario y docente, los técnicos de los servicios de limpieza, los funcionarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad, y los trabajadores empleados en sectores clave, como supermercados, farmacias o medios de transporte sanitario. A todos ellos ha dedicado el presidente un sentido agradecimiento en nombre de todos los asturianos. Y ha finalizado su intervención compartiendo con los presentes una reflexión personal: la de que «todas las personas que dejamos en el camino no deben formar parte de una lista anónima, sino que tienen que seguir vivas en los corazones de sus familias y de la sociedad«