Las raíces no deben perderse nunca. Ese es el mantra que se repite día tras día en lo alto de la Providencia. Allí, el Club Deportivo Atlantic de Gijón mantiene el recuerdo de sus orígenes. A pesar de su escasa historia, con nacimiento en el verano de 2014, sus bases nos retrotraen mucho más atrás. Nos llevan al siglo pasado, al equipo del que toma su nombre, al Club Atlántico de Arturo Vigón «El Presi”. Alguien fundamental para entender el fútbol en nuestra ciudad y cuyo nombre luce con orgullo en uno de los campos en los que juega el Atlantic.
No solo su nombre ha perdurado. También su filosofía. Buen conocedor de aquellos años, Roberto Robles es el nexo de unión ideal entre la época pasada y la actual. El entrenador asturiano, con grandes éxitos a sus espaldas en su carrera como técnico en el fútbol nacional, desempeña la labor de coordinador del club. Su objetivo es que, aquel Atlántico del Presi del que formó parte, perdure con el paso de los años. «Aquellos equipos eran así. Jugar, pasarlo bien, disfrutar y no agobiarse con el mero hecho de ganar. Partimos de esa filosofía, aunque claro que nos gusta ganar», comenta Robles.
Club diferente: los estudios antes que el fútbol
A pesar de no ser un club con gran trayectoria en la ciudad, el Atlantic se ha multiplicado en sus seis años de historia. Empezaron con un solo equipo en categorías inferiores y, desde ahí, no han parado de crecer. «Ahora tenemos un alevín, un infantil, un cadete y un juvenil. Estaremos en torno a los 100 jugadores«, asegura Robles. Una cifra que, a pesar de la pandemia, se ha mantenido con el esfuerzo de todos los que forman el club. “A mis jugadores les decía: «Chicos, si nos dejan venir a entrenar, venimos a entrenar los que queráis. No se puede forzar absolutamente a nadie a venir, esto tiene que ser una decisión libre», explica el coordinador.
Ese trato con los jugadores es otra de las cosas que hacen del Atlantic un club diferente. Y, siempre, con el espíritu del vetusto Atlántico. “Somos un club un poco atípico. Procuramos no agobiar mucho a los críos con el hecho de ganar o perder”, cuenta. Además, el fútbol pasa a un segundo plano cuando las obligaciones estudiantiles de los chavales aprietan. “Hay niños que no vienen a entrenar en toda la semana porque tienen exámenes. Y no pasa nada. Lo primero es lo primero. Venir a jugar tiene que ser para que lo disfruten los críos”, cuenta Robles.
«Economía de guerra» sin perder la esencia
El hecho de ser un club atípico no termina con ese trato con los más pequeños. Pese a que la economía aprieta al igual que a otros clubes del fútbol gijonés, el Atlantic deja de ingresar gran parte de las entradas en cada partido como local. El motivo lo explica el propio Roberto Robles. «Los padres y abuelos de los jugadores del Atlantic no pagan entrada por venir. No nos parece justo. Aunque vivamos en una economía de guerra, no lo hacemos». El coordinador del club también se muestra molesto con los equipos gijoneses de mayor entidad que tratan de pescar jugadores en el Atlantic. «Nosotros no tenemos mucha cantidad, por lo que no podemos tener mucha calidad. Si nos quitan la poca que tenemos, pues tenemos un problema».
Contra viento y marea, el Atlantic persiste. Cada vez con más salud y cada vez en mejor estado. “Gracias al presidente Armando Alonso, cualquiera que haya estado hace años en el campo Ángel Rey no lo reconoce. Lo ha adecentado con un cierre de red, los campos están muy bien cuidados”, dice Robles, quien también presume de que sus equipos entrenan y juegan en campos de hierba natural, algo que no muchos conjuntos de la ciudad pueden hacer. La tradición se mantiene y perdura en lo alto de la Providencia. El espíritu de Arturo Vigón «El Presi”, sigue ligado a un balón.
Borja Fernández es colaborador en miGijón y periodista en Radio Marca Asturias