“Ha sido un torneo muy especial porque sabes que hay un cambio en tu vida y emocionalmente ha resultado complicado”
“Estoy muy orgulloso de haber tenido a mi hermano Alberto como referente desde joven y haber compartido tantos momentos”
Raúl Entrerríos (Gijón, 1981) acaba de poner el broche a su carrera con un nuevo metal en una cita olímpica. No es algo que pase todos los días y el gijonés lo sabe. Ahora toca asumir nuevos retos dentro del Fútbol Club Barcelona, aunque antes disfrutará del descanso del guerrero. Entre las felicitaciones de algunos turistas que le reconocen, el ex jugador se toma un café con leche en la Plaza Mayor de Gijón. Por delante, una conversación con miGijón sobre el bronce, sí, pero también sobre sus inicios, el futuro, la familia o la situación del balonmano en el Principado.
¿Pesa la medalla?
Pesa, pesa. Cuando miras las imágenes ves que es grande, pero es una medalla muy agradable a todos los niveles. La coges y ese peso te da a entender la importancia que tiene.
El último gol del último encuentro ante Egipto. Es como si todo estuviera preparado para un broche de oro.
Es algo anecdótico, pero al mismo tiempo hace que sea muy especial. Rebobinar y pensar que el último balón que he tocado ha sido para meter un gol y cerrar prácticamente un partido que nos daba una medalla de bronce hace que sea inolvidable.
El pitido final fue la consecución del bronce, pero también la culminación de una carrera. ¿Vivió una mezcla de sentimientos?
Ha sido un torneo muy especial porque, además de estar compitiendo en unos Juegos Olímpicos, sabes que es lo último que vas a poder disputar. En otras ocasiones sabes que hay más competiciones, una continuidad. Esta vez no, hay un cambio en tu vida y emocionalmente ha sido complicado. Quieres quedarte absolutamente con todos los momentos, acabar de la mejor forma y cuando llega el pitido final es una liberación de tensión, una explosión de felicidad y juntando todo eso hace que sea un momento único.
¿Qué es lo primero que se le pasa por la cabeza?
Felicidad absoluta. Reunirme con los compañeros, ver que habíamos completado el trabajo de una forma exitosa consiguiendo una medalla de bronce para el balonmano, el país y nosotros mismos como grupo. Fue algo muy bonito y corrieron las lágrimas de todos y cada uno de nosotros porque sabíamos que habíamos trabajado muy duro durante cinco años para poder llegar hasta ese momento.
“Mi padre lo vive muchísimo y respirará con mi retirada, pero por otro lado lo echará de menos. Él también se merecía este final”
Permítame un inciso, al hilo de los bronces. Cómo se alegró por el metal de su paisano, Pablo Carreño.
Claro que sí porque todos entendemos lo difícil que es estar en unos Juegos Olímpicos y conseguir una medalla de bronce. Pablo pasó por la misma situación que luego pasamos nosotros. Caer en unas semifinales, con lo difícil que es eso a nivel físico y mental, pero fue capaz de reponerse de una forma increíble ante un rival tan potente como Djokovic. Estuvimos vibrando desde el salón de nuestro apartamento viendo como intentaba cerrar ese partido que además se alargó en los últimos segundos. Estoy muy muy feliz por él.
¿Se había imaginado muchas veces como sería el momento de su retirada?
Sí que pensaba que ojalá ese momento fuera compitiendo por algo importante, aportando al equipo sin saber en qué circunstancia. Cuando vas dibujando ese momento final que va a ser en unos JJOO, deseas que sea luchando por las medallas y así sucedió.
Oiga, igual el que más respira en casa es su padre, José Manuel. Lo digo porque vaya manera de sufrir.
Mi padre lo vive muchísimo porque no dejamos de ser sus hijos y quiere que todo nos vaya fenomenal. Respirará, pero por otro lado lo echará de menos. Ha vivido todo con nosotros, nos ha ayudado a llegar a donde estamos ahora tanto a mi hermano como a mi, mi hermana también hizo deporte aunque no llegó a nivel profesional. Tanto él como mi madre siempre nos han empujado. Está feliz de que este final haya sido así porque creo que él también se lo merecía.
“Lo ha dado todo y se lo merece más que nadie”. Lo dijo su hermano en un artículo de opinión tras el encuentro. ¿Orgullo de sangre?
Sí. Siempre he dicho que una de las cosas mas bonitas que me llevo como deportista es que gran parte de este trayecto como jugador de la Selección Española lo he hecho con mi hermano. Eso es algo que es muy difícil de vivir, es un privilegio. Él mejor que nadie sabe lo complicado que es tener una trayectoria así, obtener una medalla olímpica. Igual que está orgulloso de que yo haya podido cerrar mi carrera así, yo estoy muy orgulloso de haberle tenido como referente desde joven y haber compartido tantos momentos.
Rubén Garabaya quería un España y Egipto, pero en la final. ¿Usted?
Hubiera estado bien (risas). Tengo ahí a Antonio Cartón, un amigo muy grande desde la infancia; el primer entrenador, Roberto García Parrondo, al que conozco desde jovencito y somos amigos. Hubiera sido muy especial.
Precisamente sobre Cartón una de las últimas experiencias que han compartido tiene que ver con su acreditación.
(Risas). Normalmente Toño es el despistado de los dos, pero esta vez me toco a mi. Me dejé la acreditación en el pabellón y cuando llegué a la villa eché mano de ella y no la tenía encima. Por suerte, Egipto estaba entrenando justo después de nosotros y lo que hice fue llamarle para que mirara en el vestuario porque creía que me la había dejado colgada y me la trajo.
¿Se han hecho largos los JJOO? Lo digo, sobre todo, por la lejanía con la familia ya que han convivido en burbujas.
No, al contrario, se me han pasado volando. Está claro que eran muchos días fuera, pero cuando estás metido en unos Juegos Olímpicos intentas vivirlos al máximo y así fue. No tienes la posibilidad de participar en un evento así todos los días y además la forma en la que lo hemos hecho, cómo lo hemos ido viviendo como equipo en la pista y fuera. Ha pasado muy rápido con un desenlace que hace que solo tengas buenos recuerdos.
Salvo por las interrupciones de los medios, ¿ha conseguido ya desconectar?
Estamos viviendo unos días muy intensos y durará un tiempo porque está reciente. No paras de ver a familiares y amigos con los que intentas compartir este momento, te felicitan y buscas agradecer todo ese cariño de antes, durante y después. Volver aquí y tener a la familia, vivir con ellos este momento post juegos es muy especial.
De Contrueces a Tokyo. Menudo carrerón…
Tengo la sensación de que ha pasado muy rápido. Han pasado muchos años, pero al mismo tiempo puedo acordarme de todo con relativa facilidad. Era difícil de imaginar cuando empezaba a jugar a balonmano con mis amigos del barrio que luego tendría una trayectoria tan larga y que iba a poder cumplir tantos sueños como los conseguidos. Estoy muy feliz por todo eso porque era lo que deseaba de pequeño, sabiendo que era prácticamente imposible. Sin duda tengo claro que sin todo aquello que viví de joven, con toda la implicación de los entrenadores de base que tuve, la dedicación de mis padres, el trabajo duro que hicimos desde pequeñitos mis amigos y yo hubiera sido imposible llegar hasta aquí.
Hablando de gente que le conoce bien. Su primer entrenador, Alberto Suárez, recordaba sus comienzos. ¿Pesaban mucho las porterías de la pista del Colegio Noega?
Sí que pesaban si, eran de hierro bueno (risas). Eso fue un claro ejemplo de lo que era entrenar a nivel de base: cargar porterías todos los días para colocarlas y recogerlas, entrenar y disfrutar del deporte lloviendo con la pista mojada pegándonos unos buenos golpes contra el asfalto… Todo eso te da a entender el valor de lo que es el deporte y el sacrificio que hay que hacer. No es un sacrificio tan grande sino el hecho de comprometerte con lo que estás haciendo y trabajar duro sin tener perspectiva de que nadie te va a dar nada cambio, simplemente el hecho de aprender a través del deporte y convivir con el equipo, colaborar, el compañerismo… Eso te inculca unos valores brutales desde joven y creo que eso ha sido fundamental para entender el deporte a lo largo de los años.
“Uno de los recuerdos más bonitos como jugador profesional es la obtención de la Copa del Rey en Gijón”
Antes le he preguntado por su hermano y ha salido su hermana, jugadora de vóley. ¿Nunca le dió por probar con el deporte que ella practicaba?
No. En el colegio teníamos baloncesto y balonmano. Mi hermano había empezado a practicar balonmano unos años antes y mis amigos decidieron empezar. Visto aquello, no tuve ninguna duda.
A nivel de clubes ha obtenido 38 títulos. ¿La Copa del Rey en Gijón de 2015 tuvo un sabor especial?
Sin duda. Es uno de los momentos más bonitos que recuerdo como jugador profesional porque volver al lugar donde todo empezó con un equipo como el Barcelona, disputar una Copa del Rey con toda tu gente, tu familia, tus amigos en la grada y ganar, hace que quede grabado. No tengo duda de que ese es uno de los más especiales y siempre lo coloco ahí.
¿Ha asumido el nuevo rol que le tocará desempeñar en el Fútbol Club Barcelona?
Asumido está, ahora hay que hacerse a él. Es un cambio importante en mi vida porque llevo 20 años con unas rutinas muy marcadas, haciendo lo mismo año tras año: pretemporadas, competiciones… Pero sé que este momento iba a llegar, me he ido preparando para ello y lo afronto con mucha ilusión y muchas ganas. Es algo muy bonito, continuo ligado al mundo que me ha dado todo y que conozco y pienso que es el sitio donde debo estar.
¿Trabajar con la base es lo más reconfortante?
En este momento sí, es lo que más me apetece: trabajar con jugadores jóvenes que están iniciando una trayectoria que va encaminada a buscar un lugar en el mundo profesional del balonmano. Me gusta, es algo en lo que puedo aportar, aconsejar y lo que intentaré. Por supuesto cada uno tiene que hacer su propio trabajo, pero puedo trasladar las experiencias he tenido, todo ese aprendizaje a esos jugadores jóvenes y tratar de ayudarles.
Ahí está la labor que desarrollan con su campus.
Es algo que siempre me ha atraído, hacerles comprender que el deporte es algo más que el balonmano. Quizá en el Fútbol Club Barcelona va a ser algo más profesional, encaminado hacia el deporte. El campus es un evento lúdico que gira alrededor del balonmano, pero hay muchas más cosas: trabajamos la inclusión social, programas anti bulling… Debe haber algo más alrededor del deporte y siempre hemos entendido el campus como una buena herramienta para llevarlo a cabo.
¿Le gustaría que sus hijos siguieran sus pasos?
Me gustaría que hicieran deporte. Para mi es lo importante porque es algo fundamental a la hora de formarte como persona. Si hacen balonmano bien y si no lo hacen, también. Lo que quiero es que se relacionen con otros niños y niñas y que vivan esas experiencias porque es muy enriquecedor.
¿Se ve en el futuro dirigiendo algún equipo grande o incluso como seleccionador?
No me lo planteo. Estoy muy concentrado y con muchas ganas de iniciar la etapa en la que estoy y, si el tiempo y los años me ponen en una situación así, bienvenido será, pero no es algo que ahora mismo tenga muy en mente.
Nadie dice una mala palabra sobre usted. Será por algo.
Seguro que hay gente que si (risas). Siempre he tratado de ser respetuoso con todo el mundo, llevarme bien con la gente que he conocido… Es lo que me han inculcado desde pequeño: como deportistas y como personas tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos. Es lo que he intentado a través del balonmano, ser una persona honrada con mi trabajo y tener buenos gestos porque hay que ser educado con todo el mundo.
“Con un poco de apoyo de instituciones privadas se podría hacer un proyecto de balonmano en Asturias”
Tanto que le dieron la Medalla de Plata de su ciudad.
Eso es un privilegio que llevo muy dentro. A pesar de llevar muchos años fuera de Asturias, tengo muy claro de dónde vengo e intento pasar el mayor tiempo posible en Gijón. Mi familia es de aquí, mi mujer es también de Gijón y he intentado devolver todo ese cariño a través de la mejor forma posible: buenas palabras hacia mi gente y mi ciudad, hacer el campus aquí en verano para intentar atraer niños y niñas de otras comunidades para que conocieran la ciudad y pudiera disfrutar de esta Villa… Estoy eternamente agradecido al Ayuntamiento y a mi gente por ese reconocimiento.
Quizá la parte positiva de su retirada es que podrá disfrutar más de Gijón y de su familia.
Ya veremos. La gente dice que ahora voy a tener más tiempo libre, no lo tengo tan claro (risas). En Barcelona hay que trabajar muchas cosas, hay mucho que hacer. Lo que está claro es que voy a seguir viniendo a Gijón, mi ciudad y en cuanto pueda pasear por sus calles y disfrutar de ella.
¿Es un punto de desconexión para usted?
En parte si porque lo asocio a la época vacacional. Venir aquí es desconectar, reunirme con mi familia a la que no puedo ver el resto del año, conectar con amigos que tengo aquí, con las raíces y vivir todo lo que se puede vivir en esta ciudad que es mucho.
Han vuelto a pedir para usted y su hermano Alberto el premio Princesa de Asturias de los Deportes. ¿Cómo se queda?
Agradecidos también por esa petición. Poco podemos decir, nada más que gracias. Es algo muy importante para cualquier persona, simplemente el hecho de estar ahí y que te nombren para optar a algo tan valioso. Nosotros siempre hemos entendido el balonmano como un deporte de equipo y hemos formado parte de grupos que nos han permitido vivir algo muy importante en nuestras carreras, pero hemos sido uno más. A partir de ahí, todo lo que quieran ofrecernos o darnos es todo un privilegio.
También se trabaja en un encuentro homenaje en el Principado para ambos. No es nuevo porque ya se planteaba desde el momento en el que su hermano Alberto dejo la práctica, pero con su retirada se ha acelerado.
Era lo que te comentaba antes. Haber vuelto con el (Fútbol Club) Barcelona a competir a Gijón era para mi algo muy especial y bonito, que piensen ahora en tener un reconocimiento con nosotros nos alaga enormemente. Somos jugadores de equipo, lo único que hemos hecho ha sido intentar hacer bien nuestro trabajo dentro de una profesión que nos encanta y estamos muy agradecidos de esa intención también.
“Ahora mismo no me planteo entrenar a un gran equipo o la Selección, estoy centrado en la cantera”
Han salido varios nombres a lo largo de la entrevista: Rubén Garabaya, Toño Cartón, Alberto Suárez y podríamos sumar más asturianos como Álex Costoya, Abel Serdio, Ramón Gallego. Todos ellos figuras del balonmano que han acabado su carrera fuera del Principado. ¿Asturias solo sirve para exportar talento?
Hasta ahora ha sido prácticamente imposible hacer un proyecto que perdure en el tiempo y eso es una lástima. El nivel de jugadores que hemos tenido recorrido en Asobal o en otros países como es el caso de Álex (Costoya) que está en Francia o Carlos Ruesga en Portugal… Han tenido que salir para dedicarse profesionalmente a ello. Esto no quiere decir que hubieran estado toda la vida en Asturias compitiendo porque son jugadores muy buenos y tienen opciones para ir a equipos competitivos en Europa, pero lo que es una pena es que no haya un equipo a nivel masculino que pueda tener esa consistencia a lo largo del tiempo para que todos esos jugadores jóvenes puedan tener un lugar en el que iniciar ese camino profesional, ese reflejo de jugadores más veteranos para tener continuidad del salto amateur al profesional. Estamos viendo como la cantera se trabaja bien, siguen saliendo jugadores que encajan muy bien dentro de la filosofía de juego de equipo y no creo que tuviese un impacto económico tan grande a la hora de mantenerlo. Simplemente con un poco de apoyo de instituciones privadas se podría hacer algo que durase en el tiempo y que, sin duda, todos esos jugadores jóvenes agradecerían.
Comentarios 2