El evento, uno de los puntos fuertes de la ‘Fiesta del Cielo’, reunió en Poniente a miles de curiosos, que aplaudieron las figuras creadas por el medio millar de aeronaves; destacaron las casetas de San Lorenzo, un colosal calamar y el perfil de la urbe
Hubo dudas entre los más temerosos hasta el último instante. Inseguridad ante la posibilidad de que una lluvia inoportuna, un viento levantado a destiempo o una bruma impertinente pudiese estropear el momento. Sin embargo, nada de todo lo anterior se produjo… Y la ciudad, un año más, pudo disfrutar anoche de la combinación de espectacularidad y arte que el show nocturno de drones, oportunamente bautizado ‘Soñando en Gijón‘, brindó sobre las arenas y aguas de Poniente. Recortadas contra el cielo nocturno, por espacio de casi veinte minutos las quinientas aeronaves desplegadas por la empresa Flock Drone Art dibujaron sobre los miles de personas congregados en la zona un amplio catálogo de figuras, todas, en mayor o menor medida, ligadas a la historia, la cultura y la idiosincrasia gijonesas, y que consiguieron el más difícil todavía: que algunas oleadas de aplausos se impusiesen al rugir de la música. Todo un espaldarazo para una cita que ya se ha consolidado como uno de los caballos de la batalla de la aún en curso ‘Fiesta del Cielo‘.
Una sirena zambulléndose, una espiral multicolor rotando en el firmamento, un kraken de dimensiones monstruosas y aspecto amigable, o una barca meciéndose, apacible, sobre un suave oleaje fueron algunas de las efigies que iluminaron el crepúsculo, con las luces de las instalaciones de El Musel como privilegiado telón de fondo. Aquí y allá, en parejas o formando grupos, los asistentes celebraban y comentaban cada nuevo diseño, haciendo aseveraciones sobre lo impresionante de los mismos… Aunque tampoco faltaron quienes, tirando de las siempre inevitables comparaciones, afirmaron, con mayor o menor grado de acierto, que «en otras partes se hacen mejores». Ni qué decir tiene que tales comentarios, muy minoritarios, apenas fueron atendidos, y la sorpresa y la magia se convirtieron en la nota dominante… En especial, cuando el medio millar de drones creó para su audiencia una réplica de las casetas de baño de la playa de San Lorenzo, una de las propuestas más aplaudidas, junto con la del ‘Elogio del Horizonte’, o la del skyline de Gijón. Y, por descontado, hubo un merecido guiño al reconocimiento de la cultura sidrera como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO… En la forma de una botella ‘aérea’ escanciando un culete.
En fin, grandes y pequeños pudieron gozar de una iniciativa que hizo las delicias de todos, y que ha dejado el listón muy alto de cara a sus más que probables próximas ediciones. Pero eso será a partir del año que viene… Por ahora, todas las atenciones están puestas en la inminente celebración del XIX Festival Aéreo Internacional, colofón de altura (nunca mejor dicho) para la ‘Fiesta del Cielo’.













