La publicación británica destaca la riqueza de su biodiversidad y la reducida afluencia humana, siendo como es un espacio protegido, como claves de dicho nombramiento
«Barayo es salvaje y sin trabas (…). Aquí, un río donde vagan las nutrias fluye a través de un profundo valle con acantilados y bosques a ambos lados, luego da paso a marismas, dunas de arena y una franja azotada por grandes olas del Atlántico». Esa es la apasionada descripción, sutil confusión entre Atlántico y Cantábrico mediante, con la que la prestigiosa publicación británica ‘The Times‘ ha elevado la playa asturiana a la categoría de la mejor de España. El arenal asturiano, situado a caballo de los concejos de Navia y Valdés, ha logrado superar por su propio méritos a iconos del turismo costero nacional, como La Alcudia, Maspalomas o Los Genoveses, por su combinación de ecosistema protegido, fauna y flora exclusivas, y belleza incuestionable.
Con una longitud total de 670 metros, una superficie de 2,5 kilómetros cuadrados y la consideración de Reserva Natural Parcial, Barayo se ha convertido, con el correr de los años, en uno de los emblemas de ese litoral asturiano aún salvaje, ajeno a las masificaciones del turismo y que, en último término, permite al visitante concebir una imagen de ese lugar acorde a la propia de tiempos remotos. Especies acuáticas, anfibios, aves y plantas crecen por doquier, favorecidos por la relativamente escasa presencia humana; es más, el acceso sólo puede hacerse a pie, a través de dos vías de entrada y salida, de las que más conocida es la ‘escalera’ de cuatrocientos peldaños instalada en suelo de Navia. Como contrapunto, la playa carece de cualquier servicio artificial, desde baños y duchas hasta punto de socorro. No obstante, en verano la lancha semirrígida que patrulla la cercana playa de Frejulfe se acerca periódicamente al arenal premiado.
«Para nosotros, ha sido una noticia excelente», reconoce Ignacio García, alcalde de Navia, orgulloso no sólo del reconocimiento en sí, sino de haber logrado que Barayo «esté tan preservada como lo está hoy». Esa alegría, no obstante, se ve tamizada por una amenaza global: la del cambio climático, el incremento del nivel de los mares y, por extensión, la pérdida de espacio dunar. La playa en cuestión no se ha mantenido ajena a todo ello, si bien «hemos implementado el Plan Life para recuperar las dunas, siendo respetuosos con la fauna y la flora, y la recuperación y consolidación han sido notables». Más aún, la cercana cascada conocida como Pozo Fero, situada en uno de los extremos del arenal, se ha convertido en un segundo foco de atracción, siendo como es punto de inicio de la Senda Costera Naviega. Un cúmulo de virtudes que «nos enorgullece, y por el que estamos encantados».