En el cargo desde diciembre de 2019, el veterano letrado diserta con miGijón sobre cuestiones tan variadas como la realidad de su profesión, la frustrada ambición de que Gijón fuese sede del Mundial, o el papel en ello de la alcaldesa, Carmen Moriyón
Benigno Villarejo Alonso es decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Gijón, ciudad donde nació en el año 1961. Entre otras muchas cosas, ha contado a miGijon que el mes que viene, concretamente el viernes día 6 de septiembre, dentro de los actos que ocuparán la tradicional fecha para la abogacía gijonesa, se entregarán en la Colegiata de San Juan Bautistas las Insignias de Oro a dos personas muy representativas de la ciudad, y que llevan colegiadas cincuenta años. No son otros que la ex alcaldesa Paz Fernández Felgueroso y Luis Figaredo.
Soy más gijonés que nadie.
Y de una familia dedicada a la abogacía.
Sí, básicamente estamos vinculados al mundo del Derecho.
Desde su padre, Abel Villarejo, hasta ahora.
En su época mi padre, que era oficial de Juzgado y súper conocido en este mundo. En parte por eso, y también por vocación y tradición, mi hermana Rosa y yo, nos dedicamos al mundo del derecho y la abogacía.
Y con continuidad, porque les sigue una tercera generación.
Mi hija se dedica al mundo de la judicatura; está de jueza en Ayamonte, provincia de Huelva. Y por parte de mi hermana, su hijo Pablo trabaja en nuestro despacho.
¿Desde cuándo es decano de los abogados gijoneses?
Gané las elecciones en diciembre del año 2019, aunque tomé posesión a principios del 2020, y prácticamente al día siguiente (se ríe) nos pusieron en estado de alarma, con lo cual este ha sido el mandato más complejo y convulso de los últimos años. De hecho, fui el primer decano de un Colegio de Abogados que no pudo tomar posesión en el Consejo; todo decano automáticamente se hace consejero en el Consejo General de la Abogacía Española.
¿Y usted cuánto tardó en acceder a este último cargo?
Yo no pude hacerlo hasta tres meses después en esa foto (señala una imagen colgada de su despacho); estoy con mi antecesor, Sergio Herrero, cuando me acompañó a Madrid a tomar posesión.
Herrero y usted están profesionalmente muy vinculados.
Sí, sí. Mire, yo soy diputado de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados. Empecé con Antonio González Colunga, y seguí durante los tres mandatos de Sergio Herrero.
¿Se presentó para dar una continuidad?
¡Claro! Hay un proyecto de colegio, con unas ideas y organización.
No faltaba ninguna pata a ese proyecto…
No, no, lo que había que hacer era seguir con él.
¿Se va cumpliendo lo planteado en un principio?
Algunas cosas, sí, y otras, no. Dese cuenta que a mí el COVID me restó un año y medio de mandato, prácticamente. Después de las restricciones tan largas, los Juzgados tardan un tiempo en ponerse otra vez en marcha.
Se retrasa todo.
Se atasca todo. Los turnos de oficio no se tramitan como deben, y cuando empezamos a agilizar un poco todos los procesos…
Huelga
Eso, de los letrados de la Administración de Justicia, que duró unos cuantos meses, colapsando los Juzgados; sobre todo aquí, en Gijón.
¿Por qué aquí más?
Porque en Gijón todo lo que se plantea tiene mucho seguimiento. Eso provocó el colapso absoluto.
Y cuando se resolvió…
Se pusieron en huelga los funcionarios, con lo cual hubo continuidad hasta el anuncio de adelanto de elecciones por parte de Pedro Sánchez.
Casi un año de parón.
Esto ha servido para que el decano, en este caso yo, tenga que dedicar mucho tiempo a preparar planes de agilización, reuniones con el Tribunal Superior de Justicia, planes anti choque cuando el COVID… Resumiendo, nada que ver con lo que, en un principio, iba a ser el planteamiento de mandato para nuestro Colegio.
¿Cuántas horas dedica a su mandato?
Llegué a echar un cálculo hace unos meses.
¿Y?
Seis horas diarias al Colegio, más las ocho horas de trabajo de despacho.
Sin olvidar el tiempo que emplea en el deporte.
Hace muchos años que salgo en bicicleta. De hecho, salía siempre con Sergio Herrero, en modo verano azul (se ríe).
De paseo.
¡Bueno! Y hasta Covadonga, no se crea. De hecho, hice una promesa a la viuda del compañero Paco Fanego y fui hasta allí. Quise repetir este año, pero cayó una tromba de agua increíble, y no me fue posible, pero me quedé a dormir en Cangas de Onís, y al día siguiente caminé desde allí hasta Covadonga.
Siguiendo con el deporte, ¿qué me cuenta del Sporting?
Mi otra pasión.
¿Y cómo ve a este nuevo dueño? ¿Lo ve muy empresa?
No lo sé, pero lo que sí tengo claro es que cualquiera que se hace con un equipo de futbol, viene a ganar dinero él. Con lo cual, cuando hay un jugador interesante, se vende.
¿Y de esa venta?
Quién gana dinero es el empresario, lógicamente. Lo que no quita que también sea verdad que haya años en los que tengan déficit y entonces dirán que están perdiendo mucho dinero…
Con lo cual…
Por ejemplo, aquí hubo sensación de que había una pequeña operación especulativa con el tema del Mundial.
Que Gijón iba a ser sede…
Que se iban a construir unas macro torres, que se iba a modificar el estadio… Me imagino que también habría un interés por parte de la misma propiedad, lo que me parece lícito y legítimo…
Pero…
Ya hemos tenido experiencias de otros clubs de futbol, que, por llegar ‘el maná’, acabaron en Tercera División, como por ejemplo le sucedió al Málaga.
La alcaldesa, Carmen Moriyón, se negó al proyecto, no lo veía claro.
A mí me hubiera gustado que Gijón hubiera sido sede del Mundial, pero si no lo vieron será por algo. Creo que nuestra alcaldesa es una mujer inteligente, pero también le digo que no explicó bien por qué tomó esa decisión.
¿Por qué algo que todo el mundo quieres, nosotros le damos la espalda?
Sin explicar el por qué. En fin.
Como buen gijonés que dice sentirse, ¿cómo ve la ciudad?
Lo bueno es que haya actividad, la que sea. Cultural, turística, gastronómica, hotelera, de ocio… Eso trae problemas. ¡Claro!
De tráfico.
De muchas cosas, pero pienso que son daños muy pequeños comparados con el no tener a nadie ni en calles, ni en terrazas, ni en hoteles… Ser una ciudad despoblada pero, eso sí, no tener ningún ruido.
¿Usted qué prefiere?
Yo soy muy urbanita, prefiero que la ciudad esté viva y que haya movimiento, aunque haya dificultades para encontrar aparcamiento, y ahí es verdad que no se toman las medidas adecuadas para que esos problemas se palíen.
Explíquese.
¡Hombre! Pues que no den autorizaciones de carga y descarga en pleno mes de agosto. El que tenga que hacer una mudanza, yo creo que puede hacerla después de Semana Grande, ¿no le parece? Ahora, que la ciudad esté viva es lo mejor que nos puede pasar.
La gente sale.
Y sonríe.
¡Hay tanto…!
Que no te enteras.
Así y todo, Gijón…
Es un sitio muy agradable para vivir.
¿Despidámonos con un deseo de Semana Grande?
Esta ciudad tiene tanto y tan potente… Mucho para la gente joven, que no tiene tantos recursos; las romerías, verbenas, los conciertos gratuitos. A esta ciudad y, concretamente, a la Semana Grande no le falta de nada.