POR JOSU ALONSO
“Asturias es un lugar de descanso para el guerrero y Gijón punto obligado de estancia y desconexión”
“Quien me iba a decir cuando fui voluntario en Barcelona 92 que 29 años después íbamos a hablar de esto”

Benjamín Bango (Gijón, 1965) es un hombre tranquilo, el perfil de persona que le gusta trabajar en la trastienda para que los logros los luzcan otros. Hoy se cumple un mes desde que el entrenador de Ray Zapata viera en la pista del Ariake Gymnastics Centre como su pupilo ejecutaba un ejercicio perfecto en los Juegos Olímpicos de Tokio para colgarse un metal de plata al cuello en la final de suelo. Conoce la gimnasia desde su más tierna infancia y ahora se muestra orgulloso del logro del español, orgullo que también aprovecha para reivindicar más visibilidad al deporte. Sin embargo, para el gijonés esto no acaba aquí, ni mucho menos. De todo ello y alguna cosa más, conversa con miGijón.
Sus terceros Juegos Olímpicos tras Londres y Río de Janeiro. Dicen que a la tercera va la vencida.
(Risas). Nosotros trabajamos siempre buscando hacer lo mejor posible las cosas y desarrollar nuestra tarea con el máximo nivel para ir mejorando. La medalla viene, desde el punto de vista de los entrenadores, como fruto de la continuidad y la constancia del trabajo.
Ha pasado un mes desde que su pupilo obtuviera la plata. ¿Ha asimilado todo lo que supone?
Esto va a tardar mucho, al menos desde la parte técnica. Todavía en el curso del trabajo irás asimilando un poquito el darte cuenta de que realmente un trabajo de desarrollo técnico ha tenido el mayor de los éxitos, pero ser consciente de lo que supone una medalla olímpica va a llevar tiempo. Desde los Juegos de Pekín no teníamos una medalla en artística. Desde ahí veo que es muy difícil que salgan gimnastas con la posibilidad y capacidad para afrontar el mayor de los éxitos en gimnasia como es el hecho de obtener un metal.

¿Subirse al segundo escalón ha sido una sorpresa?
Desde el punto de vista interno, sobre todo, las últimas semanas, no. Ray (Zapata) tuvo que esperar hasta el 21 de junio, es decir, menos de un mes para los Juegos, para tener su nombre como gimnasta clasificado. Eso supuso que estuvo luchando hasta el último momento y en esa lucha estaba compitiendo en Copas del Mundo con gimnastas que eran medallistas mundiales y europeos. Ray defendía su plaza de número uno en el ranking y, a nivel competitivo, estaba en lo máximo. Eso nos hacía pensar que aspirar a medalla no era tanta sorpresa.
Lo que sí vimos fue su interpelación a los jueces por un desempate polémico.
La gimnasia tiene infinidad de normas, no te imaginas lo complejas que son, no ya solo para evaluar los ejercicios en cada uno de los aparatos sino a nivel de reglamentos generales. Lo normal es que ante un empate la nota más baja es la que se lo lleva, pero en los Juegos hay una segunda norma que dice que en caso de que haya igualdad de nota de ejecución y se siga manteniendo el empate, se aplica un criterio en el que entra la décima que tenía el otro gimnasta y ese desempate fue a su favor. Nosotros, como casi todos los que estábamos allí, no lo entendíamos bien. Nos lo aclararon enseguida y las normas son las que son y hay que aceptarlas, igual que son para ganar una plata, son para un desempate.
¿Ray Zapata ha vuelto a colocar a la gimnasia artística en el lugar que la posicionó Gervasio Deferr?
Indudablemente. Es lo que la gimnasia artística se merece porque es un deporte muy complicado, no te puedes imaginar lo que ha crecido la competencia para clasificarse para unos Juegos Olímpicos y ha llegado esta generación, cuyo principal estandarte es Ray, y han demostrado que la gimnasia artística española se merece estar en unos Juegos como equipo y, por supuesto, es digna y tiene capacidad de alcanzar el éxito.

¿Considera que este deporte necesita más visibilidad?
Llevamos un ciclo de Copas del Mundo con Ray para clasificarse, hasta el final estuvo peleando y es una lucha muy difícil que le supuso un montón de presión, además teniendo en cuenta esta situación del parón por el coronavirus. Es una pena que, igual que vemos en otros deportes la preparación, no haya más visibilidad en Copas del Mundo, Campeonatos de Europa porque eso facilitaría mucho la divulgación y el conocimiento real de lo que supone la gimnasia artística en nuestro país. Al final la visibilidad la ha tenido realmente la medalla que bienvenida sea.
Lo cierto es que una plata es un muy buen resultado. Sin embargo, tras el triunfo el propio Zapata también aprovechó para pedir que aumenten las ayudas a deportistas. ¿Está suficientemente reconocido el esfuerzo de los profesionales que participan una cita olímpica?
Este es uno de los grandes aciertos de Ray. Entre los profesionales del deporte vemos que el reconocimiento tiene mucho que avanzar, que trabajar. La profesionalidad de los gimnastas después de ser un deporte de especialización temprana porque empiezan desde muy pequeños no es proporcional al gran esfuerzo y las grandes capacidades que tiene que tener un gimnasta profesional. Hay mucho que mejorar y Ray está muy acertado porque él sabe realmente lo que le ha costado llegar ahí y la contraprestación que ha tenido. No todo el mundo puede conseguir una medalla olímpica, pero gimnastas que compiten a nivel mundial tiene que dedicarle 35-40 horas semanales más lo que exige fuera el entrenamiento: descanso, nutrición, fisioterapia, psicólogo deportivo… Realmente son gimnastas 24 horas al día y esa profesionalidad no es proporcional a lo que supone todo eso. Estoy totalmente de acuerdo y se debería hacer un mayor esfuerzo en el nivel de reconocimiento profesional.

“Mi entrenador me da mucha caña, pero yo le pido más”. Esto lo dijo Zapata tras alcanzar el metal. ¿Es usted cañero?
(Risas). Soy muy metódico e insistente. Nosotros preparamos semanalmente todo el trabajo, planteamos los objetivos. Él me dice: ‘Profe, vamos a intentar hacer dos más esta semana o vamos a hacer esta semana este otro movimiento a ver si lo conseguimos’. Pide más y eso es muy importante. Trabajamos mucho la comunicación e intento ser muy profesional. Él además le da una vueltilla de tuerca.
“Un reconocimiento de tu ciudad te crea una felicidad y una satisfacción porque, además, estás con gente con la que has recorrido mucho camino”
“Se debería hacer un mayor esfuerzo en el nivel de reconocimiento profesional de los gimnastas”
Lleva dos años con él. ¿Cómo le llegó la oportunidad?
Los técnicos trabajamos todos juntos. Lleva desde 2013 en Madrid y todo el equipo colaboramos y ayudamos, pero desde hace dos años en el Campeonato del Mundo de Stuttgart, trabajo más con él y con otros gimnastas que estaban preparando los Juegos. Entre los entrenadores solemos acordar ir orientando la preparación de los gimnastas o centrarnos más en el programa de un gimnasta.
Plata con 28 años. ¿Hasta dónde puede llegar Ray Zapata?
Es él quien lo tiene que decir, pero creo que perfectamente a París sin ningún problema.
Usted que lo conoce bien. Tras obtener la medalla, en una rueda de prensa conjunta con Ana Peleteiro, Ray dijo que eran “gente de color, pero representamos a España”. ¿En 2021 todavía hay que explicar esto?
Para nosotros no. Como bien dices, conozco bien a Ray y tanto en él como en su entorno no son controversias que encajen porque no hay ningún tipo de punto de vista diferente. Me parece absurdo y fuera de lugar esta polémica.
Decía antes que eran sus terceros Juegos Olímpicos. ¿Cuál ha sido la parte más difícil de gestionar?
Todo el problema y el parón del COVID-19. No te puedes imaginar las vueltas, los problemas que surgen. Empezamos a competir muy tarde, cuando lo hicimos había mucha incertidumbre y había que tomar decisiones sobre las competiciones a las que acudir porque en algunas no había protocolos claros. A eso se suma el no tener el nivel y la costumbre competitiva en los seis-ocho meses antes de los Juegos y muchos test de preparación sin jueces presenciales, algo que no era lo mismo ya que la percepción cambia… Es lo más difícil de gestionar.

¿Cambia mucho la perspectiva? Lo digo porque a sus tres citas olímpicas como entrenador suma su labor de voluntario en Barcelona 92 y su participación, en este caso como juez, en Sidney 2000 y en Atenas 2004.
Quién me iba a decir a mí en el 92 que ahora íbamos a hablar de esto. La perspectiva cambia mucho. De voluntario tienes acceso a la organización y estructura de los Juegos. Tuve la estupenda posibilidad de vivirlo desde las salas de entrenamiento, de calentamiento, ver en directo las competiciones… Como juez eres parte de la acción, estas dentro de los intríngulis y como entrenador en Londres fue una gozada: la primera vez que entras en una sala con la luz apagada y empieza el desfile y estás ahí con tus gimnastas, el público, la competición… Es impresionante. Aunque tu hayas estado de juez, eres profesional de preparar gimnastas. Cambia mucho de un plano a otro.
Además es profesor de la Universidad Politécnica de Madrid. ¿Mejor la docencia?
Mejor los entrenamientos. Me considero un entrenador de camiseta y complementariamente creo en la formación continua, así se lo he intentado transmitir siempre a mis alumnos y a los gimnastas. Empecé muy joven como entrenador y es mi oficio. Con lo otro puedes aportar mucho, me gusta el tema académico, pero principalmente mi vocación es la de entrenar, no me planteo otras cosas.
Si echamos un vistazo a su curriculum, encontramos que se formó en el Grupo de Cultura Covadonga. ¿Cómo recuerda aquellos tiempos?
Empecé de muy pequeño, con cuatro años, a hacer gimnasia. Como cualquier niño iba a diario y hacía mi vida allí. Mis mejores amigos están vinculados a la actividad deportiva en el Grupo. Como entrenador creo que hemos hecho un trabajo estupendo, han salido un buen grupo de gimnastas, técnicos y jueces, ha sido entrañable. Parte de mi trayectoria profesional se basa en el trabajo que desarrollé allí como gimnasta, de más pequeño, y como entrenador donde comencé bastante joven.
Recientemente hablábamos con la jugadora de hockey, María López también grupista. Al final los que salisteis más que una familia, sois una legión.
(Risas). Hay un montón de gente. El Grupo es una verdadera fábrica de deportistas. Mis padres tenían seis hijos y tres fueron para natación y otros tres para gimnasia, hablamos de los años 70 cuando el Grupo empezaba, era relativamente pequeño y tenía las actividades clásicas del momento. Fíjate cómo ha ido creciendo y las secciones deportivas que hay en la actualidad. Estamos hablando de muchos deportistas, muchos de ellos de élite que han llegado a lo máximo. Es un monstruo de producción deportiva.
Hace unas semanas participaba en el homenaje que otorgaba el Ayuntamiento de Gijón a deportistas y técnicos que habían estado en Tokio. Esto supongo que reconforta ¿no?
Sí, claro. Realmente me moví a Madrid hace 16 años. Hasta entonces, mi vida y mi desarrollo profesional había sido en Gijón. Un reconocimiento de tu ciudad te crea una felicidad y una satisfacción porque, además, estás con gente que hemos andado mucho camino juntos y siguen. Fue una gozada y una alegría enorme.
¿Y Gijón es esa vía de escape para recuperar antes de una nueva temporada?
Para mí Asturias en general, soy muy de moverme. En Gijón tengo a mi familia, a mis amigos y es un punto obligado de estancia y desconexión de este ritmo de trabajo. Soy muy aficionado a los kayaks, también hago algunos pinitos con la tabla. Tapia de Casariego es un sitio que me encanta, Rodiles o Playa Deva. Si me voy a interior me hago la ruta de Les Xanes o la Senda del Oso. Asturias es un lugar de descanso para el guerrero.
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