«Me apetece el reencuentro, sobre todo, porque en Gijón la gente es muy prudente. Como me ven tanto, les da corte saludarme, pedirme una foto«
Blanca Romero dio sus primeros pasos como modelo, pero acabó interpretando a Irene, uno de los personajes más icónicos del universo de Física o Química. Herederos del género juvenil que arrancó Al salir de clase y continuó Compañeros – con quienes comparten reencuentro este sábado en Metrópoli – la serie de Antena 3 fue una puerta para el éxito y el reconocimiento para Blanca. Acabó siendo nominada a un Goya y triunfó en Italia con una serie para la RAI. Ahora vive un descanso de la interpretación, en Asturias, cuidando de su hijo Martín. Pero aún queda Blanca Romero para rato.
Vuelves para reencontrarte con tus compañeros de Física o Química y con el público de la serie que cambió tu vida.
Sí, marcó un cambio de profesión para mí. Fue lo primero que hice como actriz. La verdad es que Irene fue uno de los personajes más queridos.
Tuvo tanto éxito que hasta se hizo un reencuentro de dos capítulos hace relativamente poco…
De eso ya hace dos años, aunque parece que fue ayer. La gente la sigue viendo, fue un fenómeno de la leche la serie.
¿Fue FoQ la puerta al cine y al reconocimiento como actriz?
Después de Física o Química fue el trabajo con Alberto Rodríguez, After, con la nominación al Goya. Después me fui a rodar a Italia, un año. Por eso abandoné la serie. Hicimos una en RAI 1 que fue un éxito con seis millones de audiencias. Luego ya curré, curré y curré hasta que tuve a mi hijo Martín. Me retiré en Gijón para criar al crío.
¿Hay ganas de reencuentro?
Me apetece, sobre todo, porque en Gijón la gente es muy prudente. Como me ven tanto, les da corte saludarme, pedirme una foto. Luego se atreven por redes sociales, siempre por privado, muchos te dicen “me hubiera gustado saludarte, pero me dio vergüenza”. Es de bien nacido ser agradecido, y en el reencuentro podrá vernos y saludarnos. Así podemos pasar un rato con ellos, un momento agradable. Ellos ya saben que vas a eso, y es un canal más fácil.
Os juntáis en Gijón las tres series míticas de tres generaciones diferentes: Al salir de clase, Compañeros y FoQ… Metrópoli está empeñada en ser intergeneracional.
Sí, está genial. Me admira que el fin de semana pasado, con lo que llovió y tronó, el Metrópoli estaba lleno. En Asturias el invierno es muy largo y para una semana que tenemos con muchos conciertos y actividades para todas edades.
¿Qué proyectos tienes en mente?
Tengo muchos, pero de ir y venir, cortos. Como Martín no tiene cole, pues me voy a Málaga a trabajar, luego al festival de cine de Jaén en agosto. Cosas de ir y volver corriendo. En activo siempre estoy, trabajando con marcas. Mucho trabajo con redes para poder estar en Gijón. Con el peque ausentarme para un trabajo no es posible. Tiene nueve años, me queda un empujón. Cuando eche novia pensaré en marcharme tres meses a rodar.
El trabajo en redes, como influencer, facilita esa flexibilidad.
Es genial. Te mandan las cosas a casa, haces tú los post y las publicaciones. Ahorras tiempo en viajes, en coger aviones, etc… Es mucho más fácil.
Claro, estar lejos cuando uno tiene críos lo cambia todo…
Es inviable. Al rodaje de la serie de Netflix, Edén – bendita sea Edén -, me lo tuve que llevar. Estábamos justo después del confinamiento y no me atrevía a dejarles con mis padres. Fue su primer rodaje. Estuvo estudiando on-line y con profesora en el hotel.
Habrá sido una aventura para él.
Le encantó. Tenía mucho vicio de Play y cuando volvió, no se qué le hizo click en la cabeza, que ya no la tocó. Así que algo sí le aportó. Lucía, en cambio, se comió todos los rodajes. Iba siempre conmigo.
Ella vivió todos aquellos años de rodajes sin parar, ¿no?
Sí, dormía en los decorados de las películas y las series. Era muy pequeñina, tenía cuatro años.
Y cuándo Martín ya tenga edad, ¿qué planes tienes?
El crío estudia en un colegio británico, mi primera opción sería que fuera a EEUU a estudiar e irme con él, a una buhardilla chiquitina, a cumplir el sueño americano. Ese sería el plan A. Ahora, no sé si terminaré en una isla del caribe retirada o en Asturias cultivando patatas.
A mí viajar me encanta, he ido ya a no sé cuántos países. Martín ha cruzado el charco conmigo varias veces. Pero es distinto. Ahora solo puedes viajar cuando no tienen cole. Yo ya les dije que de vieja voy a vivir en hoteles: tengo comida, estoy cuidada, me cambian las sábanas. ¿Que me quieren ver? Pues que vayan a verme.
¿Viajar te cambia?
Vuelves siempre siendo otro de un viaje. Aquí estamos en colmenas metidos.