“Las colaboraciones son de las cosas más guapas de esta profesión. Me prestan mucho”, afirma la pintora
“Pinta lo que le sale del ombligo”, dice de ella el doctor en derecho Javier Feito, que conoce bien su obra. Algo que confirma la propia Breza Cecchini, artista asturiana que desembarca en ARCOmadrid, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo de España que hoy comienza en la capital. Ganadora de la I Bienal de pintura de la Junta General, el arte de Cecchini aúna lo real y lo cotidiano con trazos expresionistas y surrealistas, y centra toda su creación en una dirección clara: del interior al exterior.
Aunque estuvo hace unos años en un proyecto cooperativo, es la primera vez que expone como artista individual en ARCO, ¿qué supone para usted?
Llego a Madrid con la Galería Alegría, el nombre lo dice todo. Estar en ARCO se parece a hacer una cumbre los montañeros. Aprovechar para mirar desde ahí… mirar cómo mira mi pintura muchos ojos. Muy enriquecedor me figuro, lo sabré pronto. He traído varias pinturas recientes en formato medio-grande.
¿Cómo se fraguó su reciente colaboración con la prestigiosa Galería Alegría de L’Hospitalet?
Estoy muy contenta. Hemos empezado a trabajar hace poco, voy a exponer en su galería física en mayo también. Estuvieron en el estudio recientemente y estuve segura de presentarme como lo que realmente soy… Donde estoy es lo que no se ve en los cuadros y sin embargo está, es la atmósfera, es importante para mí que me hayan conocido en Asturias .
La representación de lobos y caballos es común en su obra. ¿De dónde viene ese interés?
El lobo surgió de manera natural inevitable, por una cuestión vital. Al principio me daba miedo pero luego se convirtió en un aliado y con él expreso emociones. Respecto a los caballos, me viene de familia. Los dos hermanos de mi madre eran jinetes profesionales en una época en la que la hípica estaba copada por militares y había pocos civiles. Uno de ellos, Quique Riu Mora, ganó muchos grandes premios y el otro es mi tío Dado que aún monta con 82 ¡y salta! Yo resido en Nava, en la finca familiar, y sigo rodeada de caballos. Los veo por casi todas las ventanas de casa, cuando los pinto es muy verdad porque los siento. He pensado a veces que veo más caballos que personas muchos días.
En otra época artística, se centró en la fortaleza de la mujer en la vida cotidiana.
Así es, a finales del siglo pasado y principios de este representaba a mujeres cargadas de bolsas que se dejaban la vida para alimentar a los suyos. Aquellas mujeres que engordaban solo por engordar a los demás, que luchaban diariamente y habitaban sitios cotidianos, como los supermercados, lugares que no se representaban tanto en la pintura, como me destacó un profesor de la Universidad de Oviedo. Realmente voy pintando lo que brota en mí desde el ombligo, que es el origen, por lo que siento alrededor. Sospecho que por las tendencias actuales, si ahora pintase de nuevo mujeres tendrían interés, porque tienen ese color y esa alegría además de un claro mensaje, pero no me sale. La verdad que hay alguna escritora de arte que ha sabido explicar ese no sé qué, que hago cuando pinto mucho mejor de lo que yo puedo hacerlo. Yo considero que pintar es una ciencia psiconáutica.
Admite que otra influencia para su arte ha sido el nacimiento de su hijo.
Eduardo me dulcificó. Me llevo a hacer cuadros sobre maternidad, sueños y niños. Aquellos cuadros de cuando él era bebé si los quisiera hacer ahora no podría, hay que tener esa situación para trasmitir esa sensibilidad. Eduardo cambió también mi percepción del tiempo y la rutina. Antes podía encerrarme a trabajar durante horas pero ahora todo lo concreto mucho más. A veces también aparece de forma indirecta. Uno de los cuadros que muestro en ARCO es una yegua con su potro, que seguro nos representa a ambos.
Arte y política, ¿qué opina de esta combinación?
Respecto a los políticos, opino que sus acciones son circunstanciales, y eso al final lo define todo. Con el confinamiento hemos visto que las bellas artes son fundamentales para la vida de las personas, y muchas todavía no lo sabían. La gente sale distinta y mejor de visitar un museo y no sabe por qué, esa es la magia del arte y lo que hay que defender. Llamo también la atención sobre el tratamiento del arte en la educación en España. ¿Cómo es que muchos libros de texto de secundaria terminan en Picasso, cuando estamos celebrando el 50 aniversario de su muerte? ¿No pasó nada después? Sobre el gremio de los artistas y su comportamiento frente al clima político, hay que decir que es cierto que hay muchos muy inteligentes que orientan sus obras a cosas que interesan más y gente muy hábil a la hora de hacer dossieres para pedir ayudas que en todo caso son escasas y a las que acceder es complicado.
Su pintura representa muchos valores, ¿con cuál se queda?
Con la libertad. Si me das a elegir entre igualdad y libertad me quedo con esta porque sin ella no existiría nada. Pinto animales salvajes porque la libertad es algo natural, intrínseco a nosotros mismos. Pienso que da miedo ser libre.
En sus entrevistas siempre hace mención a la poesía como inspiración.
Aprendí a recitar de pequeña. Me acuerdo que recitaba ‘Los motivos del lobo’, de Rubén Darío. Cuando se produjo el confinamiento, me venía a la cabeza Espronceda constantemente. Pienso mucho en poemas, me asaltan. Una poeta colombiana afincada en Lisboa, Lauren Mendinueta, me pidió que dos de mis cuadros fueran portadas de dos obras suyas. Tengo una afinidad por lo poetas y creo que ellos por mi obra, es recíproco. Lauren impulsó también una bonita iniciativa para sus clases de escritura: proponía a los alumnos que hicieran un poema a raíz de un cuadro mío. De lo más bonito de esta profesión son estas sorpresas colaborativas. Me prestan mucho.
¿Hacia dónde evoluciona su creación artística?
Voy a seguir contando lo que soy. Tengo inquietud de hacer los soportes con más poso, y mi investigación se orienta ahora hacia eso, a satisfacer esa curiosidad y siempre expresando lo que soy. Mientras me vive la vida yo la detengo en los lienzos por un ratito.
¿Qué artistas le gustan?
Me gustan muchísimos. Leonora Carrington la tengo en mente porque quiero ir a ver una exposición que hay ahora en Madrid. Tiene que ver mucho con mi pintura por su fijación con los caballos y bebemos de las mismas fuentes, creo que me va a sorprender mucho. Amparo Cores, tía mía además, es una referencia para mí. Otros artistas que sigo pueden ser la pintora Chechu Álava, la retratista estadounidense Alice Neel, la reivindicativa Tracey Emin o la gran Marina Vargas. Todas me interesan mucho, como me fascinó Louise Bourgeois, como me gusta Much, Morandi, Evaristo Valle… en el otro extremo y otros que no tienen nada que ver, y todos los colegas que no menciono. Y me inspiran pintores anónimos que conozco y me maravillan. Pero lo que me interesa no son tanto los pintores como la pintura.
¿Y después de ARCO qué tiene por delante?
Expondré en mayo en L’Hospitalet y también en noviembre en una muestra colectiva con Susi Blas, en el Museo de Navarra, que me hace feliz. Soy muy admiradora de su trabajo. También están previstas otras exposiciones. Otro proyecto en un Museo en Lleida con colegas, además asturianos, que está tomando forma. Tengo una exposición individual prevista en el Museo de Bellas Artes de Asturias para el 2025. La verdad que lo que tengo por delante me gusta poco adelantarlo porque me gusta mucho más disfrutar cada cosa en su momento.