«Nosotros siempre vamos sin metrónomo y llevamos las canciones muy curradas. La sensación del momento, el público hace que cada concierto sea distinto«.
Caleb Melguizo es el batería y percusionista de la M.O.DA (la Maravillosa Orquesta del Alcohol), uno de los siete miembros de una banda nacida en Burgos hace 10 años que toca esta noche en la grada norte de El Molinón dentro del cartel de Tsunami Xixón. Dentro del indie español, se han caracterizado por trabajar con profundidad los conciertos acústicos, siguiendo la estela del soul, el punk y el folk a la hora de alimentar un sonido muy rockero y muy español que en tiempos de pandemia se convierte en una anomalía cuando la industria del indie ha comenzado a enlatarse.
–La industria musical y la del indie en particular está muy condicionada artísticamente cuando se celebra un concierto. ¿Ha perdido riesgo el indie y ofrece un espectáculo antes que un concierto?
-Desde que surgió la pandemia la mayoría de bandas nos tuvimos que quedar en casa. Se han podido hacer cosas, con restricciones, que hasta ahora han permitido que se pueda seguir continuando. Se puede decir que cada concierto es un triunfo después de un año sin tocar. El primer concierto, aunque fuera para 400 personas sentadas, para nosotros fue flipante y estábamos muy contentos de poder tocar. Yo creo que ese sentimiento de enlatamiento al que te refieres no lo he percibido desde el escenario. Creo que poder volver a dar conciertos y de manera segura es un privilegio.
-Como aficionado, espectador, durante estos tiempos ¿un concierto se acerca más a un espectáculo?
-No lo sé. Como espectador a veces percibes lo que está pasando en el escenario, cosas que están siendo imprevistos y muchas otras veces no. Como músico te das cuenta de que cada concierto es diferente al anterior y al siguiente y por mucho que lo lleves preparado también lo va a ser. Se suceden imprevistos, incorporas nuevas canciones o canciones antiguas. Nosotros siempre vamos sin metrónomo y llevamos las canciones muy curradas. La sensación del momento, el público hace que cada concierto sea distinto. Los aforos, si es al aire libre o no, lo cambia todo.
-A la vista de otros conciertos, se observa que va todo muy medido en el tiempo, la sucesión y la velocidad de las canciones, todo el aparataje audiovisual, en ocasiones encorsetan la espontaneidad. Hay un gran sonido, pero está todo tan automatizado que podría decirse que ¿no hay riesgo?
-Creo que puede ser. La pandemia ha reestructurado los conciertos pero también es una decisión de la banda. En la M.O.D.A hemos intentado dar protagonismo a las canciones. Que la gente pueda escucharse cantando. Los conciertos crean algo especial en los que se conecta el momento grupal, la música, el público, la banda. Nosotros lo tratamos de reforzar con el sistema de luces o nuestro atuendo, intentando dar conciencia de banda y destacando que lo más importante son las canciones. Queremos que las canciones suenen y se interpreten en un momento muy especial. Pero tienes razón en lo que comentabas, un concierto no es solo fichar en la fábrica. Nosotros le sacamos ese destilado especial. Lo nuestro no es llegar, tocar y listo.
-Creo que la M.O.D.A. es una banda de rock al servicio de las canciones antes que al servicio de un sonido. A cada canción le daís el sonido que pide, que necesita.
-Estoy de acuerdo contigo. Somos una banda de canciones e intentamos buscar lo que la canción necesita. En este nuevo disco, Ninguna ola, es en el que más implicado hemos estado y también el que menos tocamos cada uno. Hemos hecho las cosas de otra manera, junto al productor Raül Refree. Le hemos dado una nueva emoción al disco. Pero se mantiene el principio: las canciones son lo más importante. No somos una banda de un sólo estilo, ni de ser fieles a lo que ya hemos hecho. Tratamos de mantener una esencia expresada de distintas formas y teniendo aún cosas que decir.
-En ocasiones, parece que el indie de los últimos 10 años ha otorgado una mayor preponderancia a las baterías y percusiones.
-El año pasado murió Tony Allen, el fundador del afrobeat donde, como sabes, era muy importante el ritmo, si no lo era todo era casi todo. No lo sé. Siempre ha sido importante, pero hay veces que destaca más. Todos los instrumentistas están marcando un ritmo. Pienso en el soul. Hay muchos estilos que la batería ha marcado mucho. Y hoy en día lo veo como una parte más. La música lo es todo. No solo es ritmo, no es solo melodía, no son solo las letras.
-En detrimento de las líneas de guitarra, las percusiones y bajos ocupan un espacio mayor del que tenía. ¿Cree que esto da una libertad a las canciones que no tenían hace quince años?
-En una banda lo importante es que la canción tome vida y que sea la mejor versión de esa canción. A nosotros nos gusta también dar valor a lo que pueden hacer los otros instrumentos y que puedan complementarse. Este ultimo disco ha sido la contraposición de lo que me estas contando. Hay canciones en los que la batería casi no da golpes o la guitarra no ha sonado, pero a la vez la canción evoluciona. No hay que cebarse con los instrumentos. Tocar más no es siempre lo mejor. No hay fórmulas y eso y, al mismo tiempo, es lo que hace que esto sea tan bonito.