El artista gijonés inaugura exposición en Oviedo en la que muestra el resto de trabajos del proyecto ‘Ulterior’, en el que reflexiona sobre la relación del humano con la tecnología y el entorno natural
Aunque pocos los sepan, la firma de un artista gijonés está impresa en Los Ángeles, México y Nueva York. Allí Carlos García (Gijón, 1978) ha dejado su huella en un infinito de formatos y estilos que diluyen las expresiones pictóricas abstractas más recientes por las que el gran público local le reconoció con su obra »Ulterior‘, que fue elegida como imagen de la última Feria de Muestras el año pasado. En ella reflexionaba sobre la actual sociedad tecnológica y su relación con los recursos naturales del planeta a través del sustrato material y el uso del flúor. El miércoles inauguró las más de cuarenta obras que complementan su anterior crítica social bajo el mismo título. La muestra, organizada por la Consejería de Cultura, Política lingüística y Turismo del Principado de Asturias, estará disponible desde el 1 de junio hasta el 15 de septiembre en la Sala de exposiciones del Sabadell Herrero de Oviedo. Se trata de una exposición especial para García: en ella, ese lenguaje bebedor de lo matérico alcanza su mayor grado de experimentación.
– Ya conocimos parte del universo ‘Ulterior’ cuando una de las obras se convirtió en imagen de la pasada FIDMA. ¿Qué nos encontraremos en la exposición con el resto de obras?
– Esta exposición nace de una serie que hice en 2023 efectivamente a raíz de la Feria. Me pidieron una pieza para la Feria de mi obra y en vez de elegir entre cualquiera de mis obras, decidí trabajar en un proyecto pictórico desarrollando y evolucionando proyectos anteriores como Geomorfología, yendo más allá. De hecho, Ulterior significa “más allá”. Sobre él se escogió una de las piezas para la Feria y el resto son las que conforman la muestra de Oviedo ahora. La pieza que se usó entonces tenía una presencia por sí misma, pero había un proyecto mucho más extenso y merecía exponerse ese mensaje más global de toda la obra.
– Aquella que ocupó FIDMA tenía una fuerte crítica social al desarrollo tecnológico y la relación con los recursos naturales contemporáneos. ¿Hay más mensajes en el proyecto en su conjunto?
– Todas las obras giran sobre una misma reflexión, pero cada una tiene su propia identidad y utilizan expresiones diferentes. En algunas por ejemplo, el lienzo aparece virgen, se utilizan linos, telas en crudo sin trabajo ni imprimación, donde la presencia de lo ancestral y el pasado tiene mucho más peso. Hay un discurso más extenso.
– Sus obras se caracterizan por la versatilidad, aunque algunas series guardan elementos comunes. Si piensa en el Carlos primigenio que empezaba a dar sus primeros pasos, ¿ve elementos comunes?
– Sí, hay una continuidad en todos mis proyectos, todos guardan cierta relación, porque siempre me ha interesado mucho trabajar la materia. La materia trae elementos primigenios y ancestrales, y ese interés por representar y recordar el pasado y darle protagonismo a nivel histórico pero también a nivel orgánico y matérico, en cuanto los elementos de la naturaleza, ha estado siempre en mí. Siempre he pensado que en el material como el elemento primigenio. En este caso en concreto, quise llevar ese contrapunto al extremo con el metacrilato donde aparece el futuro y ese contenido crítico sobre la nueva realidad ecológica y lo artificial.
«La materia es un elemento primigenio que evoca lo ancestral»
– Muchas manifestaciones artísticas recientes que buscan pensar en el futuro exploran los usos de la inteligencia artificial, un elemento que ya forma parte del presente. ¿Qué relación mantiene usted al respecto?
– Es un tema complejo, delicado y a la vez interesante porque formamos parte de un momento crucial en la historia de la humanidad ahora mismo. Hace que nuestra realidad se vuelva un poco abstracta a veces y que nuestra relación con la naturaleza y lo orgánico se vuelva cada vez más lejana. No sabemos qué habrá de realidad y artificial en el futuro, aunque todo viene de lo mismo, porque cualquier elemento tecnológico no deja de ser un elemento creado por la persona y eso lo hace humano y lo humano es natural. A mí nunca me ha asustado la tecnología, he trabajo en el mundo del diseño con muchísimas herramientas y programas que hace un tiempo hubiesen sido impensables. Quizá nos asusta ese contacto con la inteligencia artificial porque al principio tendemos a rechazar un poco todo lo que nos aleja de lo humano o pensamos que nos hará perder el control o convertirse en algo que no sabemos si lo humano podrá controlar. En este caso, parece que sí que se trata de uno de los saltos tecnológicos más agudos que el humano podrá experimentar. A nivel artístico, alterará tremendamente el mundo del arte: nuestra velocidad de trabajar, las rutinas de creación y la concepción que tenemos sobre la creatividad.
«Nunca me ha asustado la tecnología, pero tendemos a rechazar el contacto con la IA por temor a que nos aleje de lo humano»
– Sin necesidad de irnos hasta la inteligencia artificial, ya estamos viviendo los efectos del desarrollo tecnológico en el mundo de la cultura y cómo a día de hoy es posible ser un artista alejado de los centros de creación y desde una periferia geográfica como puede ser Asturias. En su caso, ha trabajado en Washington pero por lo que tengo entendido, su taller sigue estando en La Calzada; la figura de artista local e internacional se solapan. ¿Cómo resumiría la experiencia de desarrollar una carrera artística desde Gijón?
Bueno, como digo siempre, a mí me gusta referirme a ciudades como Gijón como ciudades de ‘escala humana’, aquellas en las que todo es accesible desde la dimensión de la persona, a nivel geográfico y de servicios. Puedes recorrerla para lo que sea que necesitas y no estás supeditado a otras cosas como ocurre en una gran ciudad, no eres tan dueño de tu tiempo. A mí me encanta Gijón para vivir, es una ciudad en la que me encuentro muy cómodo y mi estudio sí que sigue estando al lado del colegio en el que estudié. Creo que mantener esos pies en mis raíces es algo que me ayuda, así que mi vida en Gijón se mantendrá para rato.
– Quizá por esa dualidad que mantiene, su imagen pública no encaja con el estereotipo bohemio del artista local. Ha sido futbolista, su pareja también es una figura reconocida a nivel mediático…
– Es totalmente cierto, pero no es algo intencionado, simplemente es mi manera de vivir y me gusta que sea así. No intento crear un personaje para ser artista, siempre he sido así. Me gusta moverme de forma libre en todas las direcciones y siempre he vivido en muchos mundos paralelos a la vez: soy un apasionado del surf, también lo he sido del fútbol, con el diseño, el arte… Y nunca he querido que ninguno de ellos me impidiera vivir en otros. No me gusta que el personaje se coma a la persona y preservar el hecho de moverme en libertad.
– Por último, ¿qué vaticinio hace del ámbito local a nivel cultural? ¿En qué punto ve la posibilidad de que Gijón se convierta en un polo cultural a la vista de los proyectos anunciados por el Gobierno local?
Sí que parece que ahora mismo estamos viendo una apuesta aclara por el desarrollo cultural de la ciudad, y me parece una idea súper acertada para el propio desarrollo general de Gijón. El florecimiento artístico dinamiza la ciudad, la refresca, la renueva y genera un espíritu moderno que se vuelve motor de cambio en muchos sentidos para un lugar. A nivel estético, generacional, económico, turístico, hostelero… Un contexto artístico fuerte hace que se desarrolle el pensamiento en el resto de ámbitos y formas de conocimiento. Además, pone en positivo a los muchos artistas, proyectos y creadores que ya hay en Gijón.