Decidido a retomar el control del coso gijonés, que su hijo le arrebató en 2017, el veterano empresario taurino de Valladolid se prepara para concurrir a la oferta de la Feria de Begoña prevista para este mes de agosto

Cuatro años de sequía taurina en Gijón quedaron zanjados de un plumazo cuando, el pasado 15 de agosto, en una de las decisiones más contestadas de cuantas ha tomado el Gobierno local desde que accedió al poder, la plaza de El Bibio recuperó su condición de epicentro de la Feria de Begoña. El retorno de las corridas al coso gijonés fue entonces casi tan celebrado como criticado, desde luego, pero con él también volvió a la palestra uno de los hechos paralelos dentro de esa historia reciente del recinto: la decisión del Ayuntamiento, nuevamente, de rechazar la oferta de organización de los festejos presentada por Carlos Zúñiga Manso, (Valladolid, 1941), en favor de la de su hijo, Carlos Zúñiga González. Fue sólo uno más de los capítulos de esa guerra civil familiar entre progenitor y vástago, desatada después de que, en 2017, el segundo sumase su 30% de participación en la empresa Circuitos Taurinos, SL, con el 30% de su hermana para arrebatarle el control a su padre. Ahora, al frente de la marca Zúñiga y Toros, SL, el veterano empresario celebra que se haya adecuado el pliego de condiciones para la Feria de 2024 a la realidad del sector, y saca músculo decidido a retomar la primacía en una plaza en la que «puse toda mi sapiencia, mi cariño y mi amor».
Comencemos haciendo un poco de historia. ¿Recuerda cómo encajó el anuncio de la clausura de El Bibio?
Muy mal. Hay que recordar que había costado muchísimo poner la Feria de Begoña en marcha. Cuando cogí la plaza, en 2000, teníamos 384 abonados; en el momento que me marché, esa cantidad había subido a 2.800. Fue una labor espectacular la que se hizo, porque por ahí desfilaron todas las figuras importantes del toreo. Se creó un ambiente impresionante, al que las peñas contribuyeron mucho, y el público, en general, acudió a los toros con una generosidad estupenda. Así que se puede imaginar que fue un corte bastante doloroso. Se había cercenado algo que había costado tanto trabajo hacer realidad… Todos nos sentimos un poco defraudados con aquella decisión de la alcaldesa Ana González, que optó por actuar contra el pueblo aficionado. Y eso, es un momento en que El Bibio se estaba convirtiendo en una plazas más señeras del norte.
Imagino que aquellas imágenes del coso en franco estado de abandono, plagado de vegetación y con algunos daños bien visibles, le afectarían…
Muchísimo. Me sentí muy mal, frustrado y molesto. Durante el tiempo que nosotros la gestionamos, cuidamos la plaza muchísimo, y el Ayuntamiento, también. Se pintaba todos los años, se hacían reformas y se mantenía limpísima. Además, es una plaza hecha contra viento y marea, que no se puede hundir. Obviamente, siempre hay que hacerle sus cositas, pero la teníamos como a una reina; era nuestra tacita de plata, y daba gloria. Para las demás plazas de España, Gijón ha dado un ejemplo espectacular. Por eso, cuando vi los arbustos y aquella forma en que la habían dejado, abandonada del todo… No exagero: se me cayó el alma al suelo.
«Cogí la plaza cuando estaba en precario, y la puse en lo alto. Creo que eso no se tuvo demasiado en cuenta…»
Y de ahí, a 2023. ¿Con qué ánimo recibió el año pasado la noticia de que, finalmente, los toros iban a volver a Gijón?
En principio, fue una alegría. Quedé muy contento al enterarme de que la plaza iba a florecer de nuevo, tras tantos años clausurada por ciertas opiniones antitaurinas que no proceden. Y me alegro también de que el Ayuntamiento haya seguido ese camino, y vuelva a sacar El Bibio a relucir para que la de Begoña vuelva a ser una de las principales ferias taurinas de España.
Habla del mismo Ayuntamiento que rechazó la oferta de su empresa, y que se decantó por la de su hijo…
En efecto. Concursé, y creo que mi oferta era bastante buena… Entre otras cosas, ofrecía una corrida más, cinco en vez de cuatro, y la parte económica también era interesante. Pero se desestimó. Hicimos un recurso, el, juez no lo admitió a proceso, y el asunto quedó en suspenso. Sinceramente, creo que el año pasado todo sucedió muy deprisa; no había margen suficiente. Y el resultado fue bueno, ojo, pero con el tiempo muy justo. De todas maneras, el que ha salido ganando ha sido el público de Gijón, que es el soberano y no tiene culpa de nada. Y que se le privase de una feria tan importante… En fin, esperemos que haya reverdecido para siempre.
¿Sin rencores, pues?
Sí, aunque espero que no vuelva a ocurrir. A veces pienso que se me trató de una forma bastante desconsiderada. En esta vida hay que tener memoria, y, repito, cogí la plaza cuando estaba en precario, y la puse en lo alto. Creo que eso no se tuvo demasiado en cuenta. Dicho esto, nunca me he rendido, y voy a insistir en volver a ser el empresario taurino de Gijón.
Entonces, ¿piensa competir en el proceso abierto por el Gobierno para la Feria de este verano?
Aún no lo puedo afirmar. Todavía no he visto las tripas del pliego; podría resultar que su contenido no resulte interesante. Pero sí lo he leído por encima, y creo que en el Ayuntamiento se han dado cuenta de la necesidad de hacerlo con apertura para que opten varias empresas, para que no sólo seamos mi hijo y yo. Y hay bastantes empresarios buenos actualmente, ojo. Lo único que pediría es que, si reúno los requisitos y la propuesta es interesante, esos veintitrés años de lucha constante en Gijón, en los que hemos puesto el alma, la vida, el corazón y el amor, no caigan en el olvido. Tampoco pido que me la regalen, obviamente, pero para nosotros El Bibio ha sido el buque insignia.

Al margen de los espectáculos propiamente dichos, han corrido ríos de tinta sobre la situación en su familia desde que, en 2017, su hijo tomó el control de Circuitos Taurinos. Se habló, incluso, de que no se dirigen la palabra… A día de hoy, ¿cómo es la relación que mantienen?
Muy mala. Aquí también conviene hacer memoria: él me arrebató mi empresa, y yo me vi entre la espada y la pared para continuar. Efectivamente, se ha perdido el respeto, y cuando eso falta, también desaparece la ética, que es uno de los néctares del ser humano. Dicho esto, lo que mi hijo está haciendo es su labor para arrimar el ascua a su sardina. Eso fue lo que hizo en Gijón el año pasado, claro está, y le salió bien. Hay que darse cuenta que, en los últimos cuatro o cinco años, tras arrebatarme la empresa, ha sido el alma de la Feria de Gijón; se ha creado ciertas amistades. Por mi parte, también yo tengo amigos, pero jamás les he tenido que inmiscuir en mis asuntos. Nunca he utilizado a un amigo para algo así.
¿Tiene confianza en poder hacerse de nuevo con el control del coso gijonés?
Sí. Puse todo mi cariño en la plaza de Gijón. Durante diecisiete años fue un baluarte para mí, la princesa de mi casa. No, no la princesa… ¡La reina! Puse mi cariño, mi sapiencia y mi amor en ella, y se sufre mucho algo que se ha querido y cuidado tanto es arrebatado de una forma tan fea. Eso deja una huella difícil de corregir. Ahora bien, todo es posible. Sin ir más lejos, a mi hijo le quité la plaza de Zaragoza, que es primera.. Ya veremos qué pasa.
Fuera de las corridas, el Gobierno local ya ha dado pasos para que El Bibio albergue otra clase de eventos. Recientemente se ha presentado el ‘Gijón Arena’, por poner el ejemplo más cercano en el tiempo. ¿Ve con buenos ojos esa diversificación del coso?
Estupendamente. Antaño, cuando tuve El Bibio, se daban bastantes eventos musicales, se hacía allí la Fiesta de la Cerveza… La plaza puede valer para muchos usos distintos, y el Ayuntamiento debe sacarle un rendimiento. Es un lugar comodísimo para muchas cosas. En él se pueden hacer infinidad de espectáculos que sean del agrado del público. Así que sí, estoy de acuerdo conque se saque la plaza a concurso para apuestas de ese tipo.
¿Y qué decir de quienes han clamado, y todavía lo hacen, contra el regreso de los toros? Fueron cientos los que se echaron a la calle aquel 15 de agosto…
Sólo les pediría respeto mutuo. Si las personas no se respetan, puede volver a ocurrir lo que pasó en el 36. hay que encontrar un punto de entendimiento respetuoso. Si a una persona no le gustan los toros, que no vaya a ver las corridas. A mí hay determinados espectáculos que no me gustan, pero no por ello pido que los quiten. Respeto, respeto y respeto. Sólo de esa manera se puede vivir en comunidad.
En fin, ahora sólo queda tener paciencia, barajar y comprobar cómo saldrá la Feria de este verano…
Pues sí, pero el punto de partida del año pasado fue bueno Fue una Feria estupenda, con el mismo tono de las de los tiempos anteriores. A fin de cuentas, en aquel entonces mi hijo estaba conmigo, así que la técnica la tiene. Es esa experiencia la que le ha hecho convertirse en un profesional y en un empresario de valía. Así que ahora, después de lo logrado en 2023, bajar la guardia ante una Feria tan importante como la de Gijón sería un error.