Las cosas no salieron como se esperaban y en marzo de ese año 1934 abandonó el club sin haber disputado ni un solo minuto y con polémica
No fue hasta el año 1950-51 en la que un extranjero jugaría algún encuentro en el Sporting
La llegada del defensa Cali, Izquierdoz, procedente del Boca Juniors, supone la del vigésimo séptimo futbolista argentino en la historia del Sporting de Gijón, en un listado que se acerca ya a los 120 futbolistas. Argentina es, con mucho, la nacionalidad que más jugadores ha aportado al club asturiano, solo superada, claro está, por la española. Y eso que en la poblada lista no se incluye algún otro futbolista nacido en el país sudamericano pero con nacionalidad española, como fue el caso de Adolfo García “el americano”, natural de Coronel Dorrego, pero hijo de leoneses y con nacionalidad española desde casi su nacimiento. Entre los futbolistas argentinos que vistieron la zamarra rojiblanca hubo grandes jugadores que dejaron impronta en la historia del club como Víctor Doria, Ricardo Rezza o Enzo Ferrero, protagonistas de la época dorada de la entidad gijonesa, y otros que pasaron completamente desapercibidos.
En cualquier caso, conviene recordar que el primer extranjero en llegar al Sporting fue el cubano Manuel Chorens, todo un referente en la historia del fútbol del país caribeño que pasó sin pena ni gloria por el conjunto gijonés. Con anterioridad a la llegada del defensa internacional cubano, el Sporting había tenido otros cuatro futbolistas nacidos fuera de España: los hermanos Conrado y Loyola Pineda (Filipinas) y los también hermanos Óscar y Manuel Muñiz (Cuba), pero en estos casos los cuatro jugadores disponían únicamente de la nacionalidad española.
La historia de ese primer extranjero sportinguista no fue precisamente exitosa. Al inicio de la temporada 1933-34 el Sporting tenía una deuda muy elevada, de casi 200.000 pesetas. Para ayudar a cubrir el presupuesto de la temporada, se tiró del llamado G.A.S. (Grupo Auxiliar del Sporting), en el que sus veinticinco componentes pasaban a aportar mil pesetas cada uno. Hasta tal punto la situación era crítica, que el club creó un comité técnico formado por tres ilustres ex-jugadores (Manolo Meana Vallina –que además pasa a ser entrenador del primer equipo-, Emilio Morán Vigil y Baldomero Bango García), con el fin de que buscaran fichajes baratos que pudieran rendir en el Sporting y encontraran entre los jóvenes de la cantera a jugadores aptos para disputar partidos con el primer equipo.
La caja existente, pues, no daba para mucho y esas carencias económicas impidieron al Sporting fichar ese año, salvo la tardía llegada del jugador de nacionalidad cubana Chorens, que ni siquiera llegó a debutar ni tampoco a adaptarse mínimamente al club. Manuel Chorens, nacido en La Coruña, pero afincado en Cuba desde su más tierna infancia, llegó a jugar con la selección cubana el Mundial de Francia de 1938 -el único campeonato del mundo que disputó el país caribeño- ejerciendo como capitán en los tres encuentros que disputaron. Era lateral izquierdo y fue internacional por Cuba en treinta y dos ocasiones. El hispanocubano llegó a Gijón, proveniente de La Habana, el 31 de enero de 1934 en el trasatlántico Cristóbal Colón, fichando por el Sporting el mismo día de su llegada. Firmó el contrato ese día y en el mismo buque que le trajo, comprometiéndose con los gijoneses por lo que restaba de temporada. Las cosas no salieron como se esperaban y en marzo de ese año 1934 abandonó el club sin haber disputado ni un solo minuto y con la polémica generada por unas desafortunadas palabras en una entrevista para el periódico deportivo As, en las que acusaba al entrenador rojiblanco, Manolo Meana, de tener preferencia, por razones puramente de amistad y no deportivas, por el otro lateral zurdo del equipo: Perico Pena. Además, manifestaba no sentirse a gusto en el club al existir en el vestuario “camarillas” cerradas que le hacían imposible su integración. Después de estas desafortunadas declaraciones, el presidente Pedro Garnung rescindió su contrato y un mes más tarde de su llegada retornaba a su país de origen. Antes de su marcha, aún tuvo tiempo para ofrecerse (sin éxito) al máximo rival del equipo sportinguista: el Real Oviedo. Tras su fracaso en Gijón volvió para Cuba fichando nuevamente por el Deportivo Centro Gallego de La Habana, su club de procedencia, que disputaba la liga semiprofesional cubana, en la que el equipo “gallego” junto con el Juventud Asturiana eran los dos grandes de la isla. Ambos equipos ganaron en ocho ocasiones el Campeonato Nacional de Cuba.
Chorens aterrizó en España como consecuencia de los graves problemas económicos que afectaban enormemente, como ya comentamos, al Sporting en ese periodo. En ese curso 1933-34 sólo se dispuso de quince futbolistas profesionales (dieciséis si incluimos la corta estancia del defensa cubano) y el resto de la plantilla se cubrió con jugadores de los equipos filiales hasta llegar a los veinticinco que conformaron el plantel de aquella temporada. Nueve jugadores de los filiales, por tanto, tuvieron opción de jugar algún partido ese curso con el primer equipo, en una temporada salvada por la ya existente cantera rojiblanca, finalizando en sexto lugar de Segunda División, categoría en la que resultó vencedor el Sevilla F.C., que ascendió junto con el Atlético de Madrid, segundo clasificado, a la máxima categoría del fútbol español.
No fue hasta el año 1950-51 en la que un extranjero jugaría algún encuentro en el Sporting, fue el argentino Óscar Garro, procedente del Lucense, a donde había llegado cedido por el Celta de Vigo. Estuvo dos temporadas en el Sporting, donde llegó a anotar el gol número cien del club gijonés en Segunda División. Tras su paso por Gijón, fichó por el Oporto y más tarde por el Espinho. Después de su experiencia portuguesa, firmó por el equipo turco del Istambulspor, siendo el primer jugador argentino en jugar en el fútbol profesional turco (concretamente, en la liga profesional de Estambul). Tras su retirada, se estableció para siempre en España.