«El Elogio partido en dos, seguro que Chillida nunca lo imaginó como una hache quebrada cuando aquel caza del ejército se lo llevó por delante en el último festival aéreo«
Ayer mismo yo era joven. Me acuerdo muy bien, o al menos no me veía como un viejo con mil achaques en este equivocado mundo; demasiado rápido y absurdo para entenderlo, para tener certezas. Nunca las tenemos, ni cuando el calendario te golpea en la cara cada mañana a la hora de enfrentarse al espejo traidor del baño.
Qué día de bochorno, no aguanto tanto calor. Octubre es el julio o agosto de hace treinta años. Querido Carpincho, no me mires así, ¿ya tienes hambre? Tú siempre tienes hambre. No se está mal del todo en este banco, si afloja el sol estaremos de lujo. Fíjate ya salen, asoman la cabeza los perritos; uno, dos, tres, cuatro. Qué idea Carpincho, perritos de las praderas en el cerro. Todos los años terminan unos cuantos despeñados, buscando el abrazo de Neptuno… El Elogio partido en dos, seguro que Chillida nunca lo imaginó como una hache quebrada cuando aquel caza del ejército se lo llevó por delante en el último festival aéreo.
Pipipipipiiiiii, otra vez la puñetera alarma, no puede ser. Benceno en el aire, menuda novedad. Carpincho, te coloco la máscara y sin protestar, ahora me la pongo yo. Antigas, antientusiasmo, antivida. Y en una hora se pasará por casa el robot del Ayto. Hoy llega el barco de Southampton y tendré que dormir en Tabacalera. Mi casa la disfrutan los guiris, qué cosas, qué mierda… Es muy difícil dormirse entre estos fríos muros, si pasara una ruidosa moto cogería el sueño enseguida. Nunca terminaré de acostumbrarme a ese silencio eléctrico, como un zumbido de lejanas avispas. O a la picadura por sorpresa, rasgando paredes, de los patinetes voladores (Modelo A.Martín).
Carpincho no tiene problema alguno, ronca cual oso satisfecho. Y pensar que los niños de ahora no saben qué es un oso, un lobo o un delfín. La mar que antes lamía mi barrio, la mar de este maldito año sin chapoteos, sin azul, sin verde. Con semanas de gris carburante o negro carbón, de agua embalsada, de olas sin fuerza …Y este ojo izquierdo que va a reventar en cualquier momento. Me lo dijo Julián ( el de la licorería de la esquina ). “Tienes que ir al médico, lo tuyo no es un orzuelo”. No tengo dinero, el saldo en criptomonedas es negativo. Con qué le pago al médico. ¿Y si me quedase muy quieto esta noche? Me puedo quitar las mantas, puedo abrir la ventana. Parece que refresca, a veces de madrugada baja quince grados la temperatura. Y si dejo de respirar un momento, quién me iba a echar de menos. Esa sombra parece una monja. Antes de tabacalera fue convento, después ruina, pinacoteca y en este 2050 albergue de menesterosos que dejan sus casas a los hijos de la Gran Bretaña. La sombra no desaparece. ¿Será el fantasma de una monja, será mi propio fantasma?