Pese a las protestas de la Asociación Vecinal, de IU y de Podemos por la falta de servicios en el ‘barrio alto’, el Ejecutivo argumenta que su proximidad al centro lo hace innecesario, aunque se compromete a «tomar nota» de cara al futuro
Una vez más, al igual que en asuntos previos como el ruido nocturno o la ‘turistificación’, Cimavilla deberá armarse de paciencia ante la problemática que suscita la escasez de servicios públicos. Ni la encendida petición hecha esta mañana por el presidente de la Asociación Vecinal ‘Gigia’, Sergio Álvarez Barra, ni la propuesta conjunta formulada minutos después por Izquierda Unida (IU) y Podemos en el Pleno, han convencido al Gobierno para dar luz verde a la habilitación de alguno de los espacios de titularidad municipal como espacio para personas mayores de 65 años, un colectivo que, en el ‘barrio alto’ de Gijón, lo integran 553 de los 2.509 habitantes censados allí en 2023. ¿Las razones? Fundamentalmente, la proximidad, pese a las limitaciones que el transporte público sufre, de una zona centro bien servida de infraestructuras y servicios. Una realidad que, no obstante, no ha impedido al Ejecutivo «tomar nota» de la solicitud de cara al futuro.
«Cuando pensamos en por dónde empezar a reconquistar nuestro barrio, pensamos en los mayores, que es a los que más debemos por historia, por todo lo que han hecho por el barrio.. Y que están desahuciados», ha comenzado Álvarez su exposición. Un colectivo, el de esos mayores, que, en la actualidad, carece no sólo de un centro de salud propio de Cimavilla, sino, incluso, de un lugar concreto de reunión desde el que combatir la soledad no deseada y poner en práctica formas de envejecimiento activo. «Ya no tienen ni los chigres, porque están llenos los fines de semana», ha continuado el líder vecinal, que ha denunciado el que sea el turismo el principal potencial del barrio que, a su juicio, está en la mente del Gobierno. «Hay muchas intervenciones en marcha, con las que estamos de acuerdo, pero están destinadas a crear flujos turísticos, y no a servir a los vecinos», ha reflexionado. «La sostenibilidad pasa por hacer un equilibrio entre el turismo y los vecinos del barrio. De nada sirve vivir de algo en donde no puedes vivir».
«Tenemos que esperar a los datos que no aclare la situación de los mayores», contrargumenta el Gobierno
Sus palabras han servido de preludio a un Javier Suárez Llana, portavoz de IU, para quien no ha pasado por alto el hecho de que, «salvo la Casa del Chino, en Cimavilla todo está orientado al turismo, y no a dar servicio a los vecinos». Esa dinámica se agrava a tenor de que «la accesibilidad es deficiente, y sin transporte público que lo conecte con el resto de la ciudad». Si a todo ello se suma el progresivo envejecimiento de sus pobladores, el resultado es una suerte de ‘tormenta perfecta’. En todo caso, la forma de de atajarlo podría ser sencilla, pues existen «numerosos edificios de propiedad o uso municipal» que podrían destinarse a ellos, total o parcialmente, «sin necesidad de grandes inversiones». Todos esos argumentos han hallado puntal en su homóloga de Podemos, Olaya Suárez, quien ha recalcado que, aunque haya otras necesidades pendientes de atender en Cimavilla, «por algún sitio hay que empezar».
Las respuesta del Ejecutivo, sin embargo, ha sido negativa. María de los Ángeles Fernandez-Ahuja, concejala al frente de Servicios Sociales y Vivienda, si bien no ha escondido que «le he dado muchas vueltas», ha sentenciado que, «a día de hoy, a día de hoy, no vamos a apoyar dicha iniciativa». Las razones esgrimidas han sido, esencialmente, dos. Por un lado, el propio «carácter singular» de Cimavilla como barrio próximo al centro; esa colindancia «explica que desde siempre haya habido ausencia de dotaciones y servicios públicos. Nunca ha habido centro de salud; como mucho, un dispensario en la Colegiata o, si tenían que darte un punto, ibas a Paquín, el vendedor de tabacos». Por otra parte, en San Agustín existe un centro de mayores. Aun así, la edil se ha comprometido a no permitir que la petición caiga en saco roto, aunque ha condicionado lo que se determine en el futuro al resultado de la encuesta realizada en el marco de la mesa de soledad no deseada. «Tenemos que esperar a los datos que no aclare la situación de los mayores».