Los vecinos denuncian el crecimiento sin control de las viviendas de uso turístico y advierten: “Si dejas sin servicios un barrio, la gente deja de vivir en él”
Para los gijoneses, Cimavilla es el barrio al que ir a tomar una sidra en la cuesta del Cholo o unas copas, en el caso de los más jóvenes, durante la noche. Para los turistas, el casco antiguo de visita obligada por el que pasear para subir hasta el Elogio del Horizonte, uno de los símbolos de la ciudad. Sin embargo, la fotografía que los visitantes se llevan de recuerdo, es una imagen de “deterioro” y “decadencia”, tal y como vienen denunciando desde hace tiempo, los vecinos. El barrio ‘playu’ es hoy una amalgama en la que se entremezclan algunas, cada vez menos, casas tradicionales que todavía conservan el viejo espíritu marinero del barrio, con establecimientos hosteleros, bares de copas y casi una decena de solares abandonados en los que se acumula la suciedad y los vándalos campan a sus anchas. A todo esto, se suman las pintadas y grafitis que lo invaden todo como si de una plaga se tratase: desde las fachadas de las casas y comercios a cualquier elemento del mobiliario urbano. La suma de todo transmite un aspecto de barrio abandonado y marginal que junto a la falta de servicios y el crecimiento de las viviendas de uso turístico, lo convierte en un lugar en el que, advierten desde la asociación de vecinos Gigia, “la gente no quiere vivir” y cuya “degradación conduce a la ‘gentrificación’.
“Todas las inversiones van dirigidas al turismo mientras el barrio carece de servicios básicos para los vecinos”
Las inversiones pendientes en Cimavilla dependen en buena parte de la concesión de fondos europeos, sin bien otras ya están aprobadas como las del refugio la guerra civil cuyos trabajos de sondeo, entibación y limpieza, ya tienen luz verde al formar parte del Plan de Sostenibilidad Turística en Destino que permitirá a Gijón invertir 2,8 millones de euros para potenciar su patrimonio histórico como atractivo turístico. Otras, como elacondicionamiento del interior del histórico edificio de Tabacalera que precisa de al menos 20 millones de euros para convertirse en un Espacio de Cultura Contemporánea, están pendientes por falta de presupuesto. “Todas las intervenciones que se hacen en Cimavilla tiene que ver con el turismo”, se lamentan desde Gigia. “El refugio subterráneo, las casamatas del cerro, el hotel de cinco estrellas, la propia Tabacalera… y la consecuencia de ello es que el barrio se “turistifica”. Tampoco ayuda el estado roto y doblado de la valla que rodea el exterior de la antigua fábrica de Tabacos, ni el mal estado del solar anexo, ubicados en la plaza del Lavaderu donde cada fin de semana se dan cita cientos de personas. “Las vallas se han comido las aceras haciendo intransitable la calle Eladio Verde que sube por el antiguo edificio de la Bicaría”, señalan. Así las cosas, parece que la promoción turística y la vida cotidiana en el barrio playu discurren por caminos diferentes. “Los vecinos prefieren que les arreglen las calles antes de que inviertan en otro recurso turístico”, asegura Sergio Álvarez, presidente del colectivo vecinal. Sus demandas van desde el arreglo de los adoquines en mal estado de algunas calles, a la falta de transporte público o un consultorio médico. En el caso de los adoquines, relata Álvarez, “las peores calles son el camino de la Fontica, la calle que sube por el Club de regatas donde hay un socavón en el que puede llegar a pegar el bajo de un coche. Los del barrio sabemos como esquivarlo pero si viene de noche una moto sale volando”, advierte.
Al parecer, hace un año comenzaron los arreglos del adoquinado en dos calles pero “se paralizó”, cuentan. “Sabemos que tiene un coste elevado y tampoco el resultado de los arreglos tampoco es muy óptimo porque a los pocos días vuelve a aparecer hundido pero si no haces nada es peor todavía”, concluye Álvarez. La comprometida linea de autobús circular con vehículos híbridos que conecte el barrio con puntos estratégicos de la ciudad y viceversa, también está pendiente en esperade que lleguen los fondos europeos solicitados para financiarlo. “De llevarse a cabo, sería con lo que llaman fondos de reserva por lo que no sabemos si se llegará a ejecutar”. Pendiente está también es otra vieja reivindicación: un consultorio médico que evite a la gente mayor tener que desplazarse hasta el centro de salud Puerta de la Villa. “De esto, tampoco sabemos nada. El abandono y dejadez no es solo culpa de esta corporación municipal, viene de años atrás”.
Más viviendas turísticas, mayor riesgo de ‘gentrificación’
En Cimavilla conviven los vecinos de toda la vida -cada vez menos- con los que tienen un alquiler de larga duración -cada vez más difícil de encontrar- y en los últimos años -cada vez más y en aumento- con los visitantes que utilizan para alojarse las viviendas de uso turístico que “crecen sin control”, según denuncian desde la asociación de vecinos Gigia. “No queremos más Vivienda Turística, que es a lo que tiende el barrio”, añaden. Efectivamente, las preferencias de los visitantes se inclinan cada vez más hacia este tipo de alojamientos. Según datos facilitados por el servicio de información turística del ayuntamiento de Gijón, la ciudad cuenta en este momento con 5.101 plazas en alojamientos turísticos: hoteles, apartahoteles y pensiones frente a las 4.851 plazas de las 1.071 viviendas dadas de alta como VUT, de las que alrededor de 200 están ubicadas en la zona centro. Aesta cifra habría que sumarle las viviendas ilegales que no constan en las estadísticas oficiales. Natalia Abella, gerente de una agencia inmobiliaria especializada en la gestión de apartamentos vacacionales, no tiene constancia de que la presión de este tipo de viviendas haya crecido en Cimavilla: “Nosotros estamos gestionando ahora mismo 45 viviendas. Nos encargamos desde hacer los trámites para solicitar la licencia, hasta la decoración, limpieza y recepción de los huéspedes”, explica. “No hemos notado que haya subido la solicitud de viviendas turísticas en Cimavilla porque se trata de edificios viejos sin ascensor y con barreras arquitectónicas”, explica. “En estos momentos la tendencia es a construir edificios enteros: sobre todo en la zona centro y zona del Carmen”. El mercado está cambiando y con ello, cada vez es más difícil encontrar un piso de alquiler de larga duración. Lo están notando los vecinos de Cimavilla que denuncian algunos casos de mobbing “para no renovar contratos a inquilinos por culpa de la vivienda turística” y lo confirman desde las agencias: “el aumento de las viviendas vacacionales disminuye la oferta de alquileres normales”, cuenta Abella. “Al final habrá que limitarlas en el centro y abrir a los barrios periféricos”, propone. Sin embargo, deja como reflexión: “Estas medidas cerrarían la posibilidad de que vengan más visitantes”. Ejemplo: “para esta Semana Santa lo tenemos todo lleno y si tuviera más, más alquilaría”.