De alguna manera, en Gijón, podríamos afirmar que consciente o inconscientemente, se trabaja en contra de la visibilidad en todos los ámbitos posibles
Nuestro campo visual abarca aproximadamente 180 grados, lo que nos permite tener una amplia percepción del entorno. En el centro de la retina, tenemos un área llamada fóvea, donde los detalles se perciben con mayor precisión gracias a nuestra agudeza visual. Sin embargo, en los márgenes externos del campo visual, el ojo pierde definición, pero se vuelve más sensible a los objetos en movimiento y a los cambios súbitos en el entorno. Es en esta complementariedad entre la precisión central y la alerta periférica donde ambas capacidades se integran, siendo fundamentales para nuestra interacción diaria con el mundo que nos rodea.
En #Contralamovilidad, esta columna dedicada a temas de movilidad, necesariamente vinculada a la ciudad de Gijón, no pretendo analizar en profundidad esta extraordinaria capacidad humana, que compartimos con muchas otras especies. La menciono porque es algo que damos tan por sentado que apenas reparamos en ello y conviene recordar que la vista y sus capacidades son uno de los principales instrumentos que utilizamos cuando ponemos un pie en la calle.
Y es que nos lleva toda una vida educar nuestro cerebro para ello: desde que tenemos uso de razón y comenzamos a dar los primeros pasos acompañados, vamos interiorizando poco a poco cuáles son los límites y qué hay detrás de cada señal física o visual que pueda representar un peligro real. Es un lenguaje señalético y urbano que hemos depurado tanto que ya casi es universal.
Pero la educación y la interpretación visual en ese espacio compartido que es la calle, no es uniforme: Mientras la infancia está desarrollando su capacidad para interpretar señales y estimar distancias, la gente mayor se enfrenta a una disminución en su agudeza visual y tiempo de reacción. Es la principal razón por la que deberíamos de diseñar nuestras ciudades de manera inclusiva, asegurando que todas las personas, independientemente de sus capacidades, puedan habitar el espacio público con seguridad.
El paso de peatones: Un espacio compartido en conflicto
Aquí es donde llega el paso de peatones, acuerdo y convención por excelencia de la calle contemporánea. Una herramienta, lugar y espacio delimitado que forma parte de nuestra cultura urbana y en el que me gustaría enfocar la columna de hoy.
A primera vista, y con cierto optimismo, podríamos venerarlo como un símbolo de convivencia y respeto, especialmente hacia quienes no tienen más protección que la de su propio cuerpo y necesitan desplazarse al otro lado de la calle sin sufrir ningún inconveniente.
Sin embargo, lo que podría parecer una historia de consenso y trazas de nuestros acuerdos civilizatorios es, en realidad, una historia de imposición para evitar consecuencias graves. No hemos tenido más remedio que construir y dibujar estos puentes imaginarios para poder cruzar la calle a pie o en bicicleta, y en ocasiones seremos regañados o incluso multados si lo hacemos por otro lugar. El centro de la calle, como el centro de la vida en nuestras ciudades, pertenece generalmente al coche.
Además de la señalización reglada, el Artículo 65.4 del Reglamento General de Circulación (RGC) establece que los conductores deben ceder el paso a los peatones en un paso de peatones señalizado, ya sea regulado por semáforo o no, y moderar su velocidad para frenar con seguridad. No cumplir con esto es una infracción grave, sancionada con multas y pérdida de puntos en el permiso de conducir. Por otro lado, el Artículo 121 indica que los peatones deben utilizar los pasos de peatones si están a menos de 50 metros. Aunque las sanciones para los peatones son menores porque se refleja claramente su vulnerabilidad.
Un inciso: ¿Se imaginan tener que sumar 100 metros a su ruta si además tuvieran una discapacidad motora, solo para evitar ser atropellados o multados? Ya saben lo que haría cualquier persona, ¿verdad?. Pues eso, intentar cruzar por la línea más recta.
¿Qué es lo que falla en Gijón?
Como vemos, a pesar de que la infraestructura y la normativa están ampliamente desarrolladas, el problema persiste: ¿Por qué sigue habiendo tantos atropellos en los pasos de peatones? ¿Qué es lo que falla en Gijón?
El dato: En Gijón, un gran porcentaje de los atropellos se producen en pasos de peatones, bien sin regular o con ámbar y preferencia de paso para las personas. En el último mes, una persona perdió la vida al intentar cruzar.
Además de la velocidad y el necesario estrechamiento del paso para rebajar la percepción de seguridad del conductor, es crucial tener un amplio ángulo de visión para prever lo que va a suceder, tanto si somos conductores como peatones. Recordemos que este ángulo de visión está además condicionado por nuestras capacidades individuales.
Entonces, ¿cómo podemos fomentar ese ángulo de visión y crear las condiciones necesarias para minimizar los riesgos?
Existen técnicas específicas, como el llamado “Daylight”, que consiste en mantener despejada una cierta distancia desde la esquina o el inicio del paso de peatones hacia atrás, a lo largo de la acera. Esto permite una mayor visibilidad tanto para los peatones como para los conductores que se aproximan al cruce, reduciendo así el riesgo de accidentes.
¿Sabían que este diseño urbano no nos es ajeno en la ciudad?, aunque es difícil encontrar ejemplos claros de pasos de peatones que la apliquen, la mayoría implementados en la anterior legislatura. La triste realidad es que, en general, nuestros pasos de peatones son poco más que una serie de líneas pintadas en la calzada con una señalización vertical y horizontal deficiente, a menudo desdibujada y poco visibles en condiciones de mal tiempo.
La cordialidad
¿Se han fijado alguna vez en la cordialidad con la que cruzamos los pasos de peatones en nuestra ciudad? ¿Les suena eso de levantar la mano y agradecer el poder cruzar? No es un símbolo de la urbanidad especial de Gijón, sino que refleja la inseguridad con la que cruzamos habitualmente un paso de peatones.
Muchas veces nos encontramos con furgonetas, autocaravanas, camiones de reparto o coches mal aparcados, invadiendo el paso de peatones o bloqueando las esquinas próximas, sin que haya demasiado celo en su control. Y cuando no son vehículos, son farolas, semáforos, árboles o marquesinas de autobús los que obstaculizan la visibilidad. Cualquiera que preste atención notará que las calles de nuestra ciudad son el resultado de capas y capas de intervenciones, sin un plan o diseño homogéneo definido para la ordenación de los elementos. Lo prioritario es que se aparque y se circule, y lo demás es secundario.
Impunidad en el aparcamiento
En un artículo anterior, comentamos la reciente instalación de semáforos en la calle Torcuato Fernández Miranda, destinada a mitigar problemas similares a los del barrio de Nuevo Roces, donde la situación preocupaba a los vecinos. Es el ejemplo perfecto de cómo se decide interrumpir el flujo peatonal, despojándolo de su prioridad, para mejorar la sacrosanta fluidez del tráfico, en lugar de centrarse en mejorar un factor tan importante como es la visibilidad.
De alguna manera, en Gijón, podríamos afirmar que consciente o inconscientemente, se trabaja en contra de la visibilidad en todos los ámbitos posibles. Aunque especialmente lamentable, no es la única y muchas ciudades en España y en el mundo enfrentan problemas similares y muchas los están afrontando con éxito: No hay que inventar la rueda, tan solo hay que copiar las medidas que ya funcionan. Ver, trabajar y echarle ganas, ni siquiera son medidas caras, en muchas ocasiones.
No se trata solo de pintar líneas en la calzada y otra serie de medidas “de coches”, que también, sino de rediseñar nuestras calles para que reflejen el valor que le damos a la vida humana. La accesibilidad, la seguridad y la comodidad deben ser los pilares sobre los que se construya la movilidad urbana del presente.
Es hora de que repensemos la movilidad en nuestra ciudad, comenzando por cómo tratamos a las personas que transitan. No podemos seguir aceptando que la seguridad de quienes caminan o disfrutan de la calle, quede relegada a un segundo plano. La calle debe ser un espacio realmente compartido, donde las personas tengamos prioridad sobre la velocidad y la eficiencia del tráfico a motor. Como ciudadanía, debemos exigir entornos más seguros y accesibles, y como sociedad, debemos comprometernos a hacer de nuestras calles lugares donde todos, no solo el tráfico a motor, puedan moverse con confianza y dignidad.
¿Se quiere? Se puede.
Todo muy guapo… Soluciones???
Como cambias la mentalidad de la gente?
En Portugal por ejemplo a pesar de que toda la vida se dijo «conducen de pena» en cuanto te acercas a un paso de peatones todos los coches paran al instante, no tardas ni un segundo en cruzar cualquier calle…
Aqui la mayoria de los conductores no paran en los pasos de peatones salvo que sea algo ya muy «descarado»… eso es culpa del Gobierno actual?? de la derechona no??
Me encanta como metiste tu «cuñita» de que la Corporacion anterior si habia hecho cosas… jejeje es increible como se os ve el plumero
No se cambia la mentalidad, se cambia el diseño de la calle, lo explico en el articulo e incluso añado ejemplos gráficos. En Gijón también para la mayoría de la gente pero todas las condiciones son para que haya problemas. Y los hay, vaya si los hay. Y los hubo, con todas las corporaciones hasta ahora.
Lamentablemente, te fastidie o no, es cierto que con la anterior corporación vino esa sensibilidad y se llevaron a cabo obras que incorporan este diseño del que hablo, como la que se indica en el articulo y alguna más.
Jamás entenderé por qué no se amplían las aceras en los cruces como propones. No supone eliminar ninguna plaza de aparcamiento. Claro que esto es en teoría, porque dependiendo de la zona de Gijón hay casi más coches aparcados en las esquinas que en el resto de la calle, lo que, como bien dices, supone un obstáculo realmente peligroso para peatones, coches, bicis, etc. Por poner un ejemplo, la calle Andalucía se reformó recientemente y se dejaron los cruces exactamente igual que estaban. Precisamente en el cruce de esa calle con la de Soria conté el otro día 10 coches aparcados en la esquina.
Cuando llegué a vivir a Gijón, hace más de 15 años, lo primero que me llamó la atención cuando quise caminar por la ciudad para conocerla fue la GRAN FALTA de pasos de peatones. Cuantas veces me he preguntado como se las apañan los discapacitados para moverse por la ciudad sin hacer kilómetros para poder cruzar calles buscando rebajes.
Lo siguiente, como conductora, al peligro que me parecieron y siguen pareciendo los semáforos que se ponen verdes y de repente cuando das la vuelta confiadamente a la esquina te topas de bruces con peatones cruzando que no esperabas, porque en muchos de ellos ves antes al peatón que el segundo semáforo que te dice que el verde era para los que van para el otro lado, que a ti te toca parar porque a los peatones de tu lado del cruce también se les ha puesto su semáforo en verde.
En el resto de cosas que se comentan, es cuestión de educación. Si hay ciudades donde lo normal es que los coches paren por sistema en los pasos de peatones porque por costumbre se fijan si hay peatones, ¿por qué en Gijón no podemos hacerlo?