
Periodista de formación y fundadora de la consultoría Castroalonso, reflexiona con miGijón no solo sobre su labor profesional, sino también acerca de los cambios que las nuevas tecnologías imponen, y la respuesta social a los mismos

Cristina Fernández Caldueño (Gijón, 1967) se define como un poco ‘raruna’ porque ha sabido, desde su perspectiva de periodista, poner en marcha una consultoría de ciberseguridad, Castroalonso, orientada al derecho y la ética, en esta era digital ¡Casi nada!
Como diría una entrevistadora nata como era la desaparecida Cuca Alonso, defínase.
No sé muy bien lo que soy. No sé cómo encajarme.
Oiga, pues empezamos raro. No me lo ponga difícil, que cuando yo voy, usted ya volvió mil veces…
Desde la perspectiva personal y profesional, soy compleja. Quizás ahora menos que antes.
¿Y eso por qué?
Porque ahora las Humanidades ya están siendo más protagonistas en todo lo tecnológico. Pero ya le digo que hasta hace nada era muy ‘raruna’.
Una periodista que montó una empresa de tecnología y ciberseguridad.
¡Claro! Y eso es para decir «¡Qué pinta esta aquí!».
Porque es responsable de comunicación, directora de operaciones, fundadora de Castroalonso…
Sí. ¡Bueno, no sé muy bien qué soy!
Mire que tiene ‘cuerpín’ pequeño, ¿eh? Pero, caramba… ¡Debe de mandar…! Y, además, frente a tres pantallas de ordenador. Eso, permítame, a mí me dejó impactada.
En eso sufrí una evolución importante.
¿Podemos saber qué hay en esas tres pantallas?
Sí. En una tengo en lo que estoy trabajando en ese momento. En otra, la herramienta de comunicación instantánea que tenemos entre nosotros.
¿Y en la tercera?
La agenda. Usando tres herramientas. ¡Claro!
No entiendo.
Uso el Teams, WhatsApp Web y Signal. Las tengo en mis pantallas de trabajo.
Y cuando hay caídas de electricidad, por ejemplo…
No ha pasado, ¿eh? Además, tengo el móvil…
Duerme con la oreja pegado a él.
Pues sí, aunque con obligaciones de desconexión que yo misma me pongo, por edad y por salud mental (se ríe).
Así que también nota el paso de los años.
Ya voy teniendo una edad en la que no todo vale, y tengo cierto cuidado con esas cosas, siguiendo una disciplina.
Cuando llega a casa…
Necesito desconexión y silencio.
Pero, dígame, ¿el retroceso a lo de antes? Ya no es posible…
No, no, ese discurso es involucionista por completo, y yo no lo acepto. Es como con la inteligencia artificial. Que si nos va a quitar trabajo, que si nos manipula los perfiles, que si te acosan…
Pero eso ocurre…
¡Claro que ocurre! Pero la inteligencia artificial tiene unas cosas maravillosas como herramienta. Por ejemplo, en salud, teniendo una celeridad que nunca pensamos… ¡Bienvenidas tecnología y apertura de miras! Eso sí, siempre pensando que la persona está por encima del resto.
Los jóvenes reciben muy bien todos estos avances tecnológicos, pero… ¿Los de nuestra edad?
No, no. Hay un porcentaje importante que tiene miedo. Eso es lo que más me preocupa, por eso es tan importante la formación y la sensibilización.
Es el miedo al saber.
Efectivamente, la gente mayor y de nuestra generación necesitamos formación para entender que todo esto que está ocurriendo no es malo.
Es un proceso.
Ya ha ocurrido en otros momentos de la historia. Ahora bien, es verdad que, en manos de delincuentes y de personas que todos sabemos… Pues es peligroso.
Precisamente es lo que protegen aquí, en su empresa. ¿Exactamente qué hacen?
Nuestra empresa también es muy ‘raruna’. No hacemos solo ciberseguridad, ni derecho digital relacionado con la inteligencia artificial; esto es lo último que hemos incorporado hace aproximadamente dos años. Estamos trabajando en una consultoría desde la base jurídica y ética.
Para que nos enteremos, Castroalonso es una consultoría de derecho y ética digital.
Somos una consultoría transversal. Es decir, donde lo humano y lo técnico se juntan. Mire, en esta empresa hay filósofos, matemáticos, politólogos, informáticos, periodistas, abogados…
Llevan desde el año 2018, si mal no recuerdo.
Dejamos el despacho de Anselmo Cifuentes y nos trasladamos a este edificio del Parque Tecnológico.
Pues les pilló la pandemia.
De pleno, pero esa potencia que traíamos de la calle cercana a Begoña, lo transversal y tecnológico de lo que hablamos antes, lo llevamos en el ADN.
Usted, que se reúne mucho con gente de su gremio, de periodistas… ¿La entienden cuando habla de esto?
En estos últimos años, ya noté un cambio, porque recuerdo mi discurso hace unos pocos años y, en aquel momento, alguien dijo «Chica, esos anglicismos…».
Eso ya cambió ¿verdad?
¡Bueno! Mire, hablando de periodismo, el periodismo digital no es ofensivo. ¡Fíjese! En el año 1999 hice un curso de periodismo digital en Madrid. Y ahí ya había un debate de si periodismo digital sí o no.
Y usted venía para Asturias y…
¡Otra vez la chiflada esta! Eso era lo que pensaban. Y, mire, yo creo que tampoco la prensa, en papel, ha sabido acercarse a la gente joven. Es igual que la política… Y no quiero meterme en ella.
¿Por qué?
Porque no.
Pues sigamos por lo tecnológico.
¡Bien, sigamos! ¿Por qué las herramientas tecnológicas marcan un antes y un después con unos, y con otros no?
Usted lo tiene claro.
Sí. Mire, la juventud ha sabido trabajar las redes sociales, la tecnología, han manipulado esas herramientas…
Ya, pero dese cuenta también que mucha gente de nuestra generación, y mayor, no las entiende… Es como darle un vuelco a la cabeza.
Todo es cuestión de educación. Tenemos que ver qué perfiles ponemos por delante, porque la gente joven es trascendente y, si no los ponemos en primera línea, no sé qué va a pasar. Mire lo que acaba de suceder en Nueva York. Acaba de llegar a la alcaldía un joven que ha hecho campaña en sus redes sociales. Está formado, viene de la era digital.
¡Bien! Viajemos de Nueva York, con ese cambio que ha habido, a Gijón. ¿Qué hace falta aquí?
Lo mismo. Pero qué pasa… Que no hay ningún tipo de perfil que pueda dar un vuelco.
Yo creo que sí los hay.
Pero no quieren. Ahí quería yo llegar. Yo creo que los partidos, todos, ¿eh? Tienen que fijarse en un tipo de perfil profesional, no político.
¿Entonces?
El político es el que no quiere un perfil profesional, estoy segura. Hay que salirse del ‘huevo’ del partido. Abril la ventana y respirar… Y ver lo que hay por ahí.
Casi, casi me acaba de cantar una canción. Despidámonos pidiendo algo para el nuevo año.
Lealtad en general. A la ciudad y al Principado de Asturias. A nuestra tierra.