«Lo que nos dio George RR Martin fue situarnos en el mapa con cinco años de ventaja»
«Entre los aficionados al fantástico había una cierta sensación de ser ghetto y élite a la vez. Sospecho algunos de la vieja guardia echan de menos cuando podíamos hablar en clave«
Cristina Macía es escritora, directora del Celsius 232 y traductora de George RR Martin, entre muchas cosas. Le llegó el manuscrito de Juego de Tronos cuando ya tenía pie y medio fuera del mundillo de la traducción, pero quién le dice que no a George RR Martin. Ese mismo Martin que ayudó a despegar al Celsius y adelantó cinco años de trabajo. El miedo a que no hubiera Semana Negra en 2012, con el enfrentamiento abierto con Foro, precipitó la creación de un evento que hoy ya es uno de los más importantes a nivel internacional. Martin, Sanderson, Abercrombie… “Hemos traído a los mejore de los que se dejan traer”, dice Cristina Macía. Las libretas negras que ella y Jorge Iván guardan como tesoro nacional, tienen buena culpa de ello.
Parece que fue ayer y el Celsius ya cumple XI ediciones este año.
Empezamos con George RR Martin. Fue el motivo de que empezáramos con el Celsius. Eso fue cuando aquí ganó Foro, tanto en Asturias como en Gijón. Llevábamos dos años detrás de Martin, traerle no es de un día para otro. Era ya la tercera vez que iba a venir a la Semana Negra.
Al llegar Foro al poder, inmediatamente, la Semana Negra en peligro. De hecho, aquel año, supimos en febrero que tendríamos Semana Negra. El editor, en ese contexto, iba a cancelar la visita de Martin. Entonces decidimos ir a Avilés.
Jorge Iván y yo siempre habíamos tenido ganas de organizar un festival que fuera estrictamente de género no realista, de fantasía. Fuimos a Avilés, les hicimos el speech y en menos de una semana tuvimos una reacción entusiasta y un apoyo absoluto.
La idea, eso sí, era que no fuera una Martincon, que fuera una convención con visos de continuidad. Lo que nos dio George RR Martin fue situarnos en el mapa con cinco años de ventaja.
¿Fue muy importante que viniera para abrir la puerta a otros grandes autores?
Evidentemente. Llevamos toda la vida en la Semana Negra y en la organización de otros eventos. Jorge y yo tenemos unas libretas negras que son un tesoro nacional. Teníamos muchos contactos. Pero, obviamente, cuando decías que ese año había estado Martin se te abrían muchas puertas, te escuchan de otra manera.
Además optáis por hacer un evento que ya es uno de los mejores a nivel internacional en Avilés. Parece un imposible.
Avilés es el marco perfecto. Hemos traído, de los que se dejan traer, a los mejores. Luego hay alguno que no se deja traer. Stephen King es adorable pero no va a ningún sitio.
De hecho Brandon Sanderson ya ha dicho es el Celsius será una de sus únicas paradas en los próximos años.
Sanderson ha dicho que deja de hacer viajes porque le quita tiempo para escribir – ni que él necesitara tiempo para escribir- pero dice que va a ir a Nueva York, San Diego y Avilés. El resto de las citas, en los próximos años, ya ha dicho que no irá.
¿Cómo hacéis que cada año crezca, siga con ese impulso tan grande? Al final habéis traído a Martin, Sanderson, Abercrombie… Todos los grandes vienen.
Lo primero es que no estamos restringidos a la palabra impresa. Esto es muy importante. Es nuestra columna vertebral, pero con eso no podemos montar un festival de cinco días. Quemaríamos a los autores. Y, en segundo lugar, estaríamos restringiendo mucho. Por un lado al público y por otro a la narración. La narración va mucho más allá de la palabra impresa. Los videojuegos, por ejemplo, tienen una narrativa del siglo XXI, es maravillosa, las series de televisión, el cine…
El problema que hemos tenido siempre los de mi generación es que siempre se nos habló de los libros como si fuera una cosa terrible. Es como en la mili, que te decían que había que dar la vida por la patria, sangrar por la patria, padecer por la patria. Al final uno piensa que la patria es una enfermedad horrorosa. Con la literatura pasaba lo mismo. Los padres decían “niño, deja la televisión y ponte a leer”, “deja los videojuegos y ponte a leer”, “deja de estar con tus amigos y ponte a leer”. Acabas pensando que leer es la alternativa a todo lo que te gusta.
Eso de hacer competir a la Literatura con el resto de las opciones de ocio es la mejor manera de matarla. Lo que hacemos nosotros es ponerla al mismo nivel, a competir con todas las ventajas que tiene la Literatura, que tiene muchas: no hay nada más barato que un libro, ni que proporcione tantas horas de placer por tan poco dinero. Con esa ventaja se defiende perfectamente de los supuestos enemigos.
Además que los distintos soportes se retroalimentan y potencian, ¿no?
Todo es una retroalimentación constante. Ha sido maravilloso. Volviendo a Juego de Tronos, empezó siendo una saga literaria, luego una serie de televisión, luego cómics, luego videojuegos… Y toda la narrativa de los foros de Internet que crean un ecosistema que es mucho más que la suma de sus partes.
¿Juego de Tronos fue un antes y un después?
Es la última vez que hemos visto televisión de esa manera, nunca volveremos a ver algo así. Será muy raro que volvamos a tener una seria que cada capítulo dure una semana, cada temporada un año. Cada semana se hablaba, a nivel mundial, de ese capítulo. Cada año se hablaba de esa temporada.
Fue una puerta a la Literatura, lo cambió todo…
Incluso a nivel de percepción de la Fantasía, nunca ha habido nada como Juego de Tronos.
Existe todavía gente que piensa que el género fantástico es un género menor, pese a contar con tipos como Martin, Rothfuss, Scott Card…
Ya no pedimos perdón a nadie, los aficionados al género fantástico ni pedimos permiso, ni perdón. Nosotros somos los que cortamos el bacalao, somos la mayoría.
¿Cuánto ha aportado el movimiento friki para que pase eso?
No creas, había una sensación de ser ghetto y élite a la vez. Que es muy triste ser ghetto y élite a la vez. Pero sospecho algunos de la vieja guardia echan de menos cuando podíamos hablar en clave. Siempre ha habido abuelitos cebolleta.
Volviendo a Juego de Tronos, ¿tendremos sexto libro algún día?
No lo sé. George RR Martin anunció lo que había avanzado hace unas semanas, los nuevos proyectos. Y reconocía que había avanzado en “Vientos de Invierno” aunque no tanto como le gustaría. Con un poco de dolor decía que a muchos fans les interesaba sólo uno de sus proyectos, pero a él le interesaban todos.
¿Cómo es traducir una obra tan compleja? El estilo de Martin parece muy sencillo, pero no lo es para nada
Martin es engañosamente fácil. Como la prosa fluye cristalina puedes pensar que es fácil. El trabajo de traductor es el de un artesano, no somos artistas. ¿Cúal es la manera de hacerlo? Como te enfrentas a cualquier otro proyecto. Intentas cogerle el pulso al autor, vivir dentro de los personajes, vivir dentro de ese mundo.
No es solo cambiar palabras…
Eso lo llamamos los traductores “bajar palabras”. Las palabras no importan tanto como lo que generan esas palabras.
Además, con muchísimos términos inventados.
Cuántas horas me he pasado buscando una palabra que no encontraba en ningún diccionario… Al final pensabas “esta palabra te las has inventado también”.
He leído que incluso has tenido que recurrir a enciclopedias botánicas.
Sí, en todas partes. Y luego había plantas que no eran posibles en ciertos climas en los que las sitúa Martin. Tiene un tamarindo en el Norte, que vive en climas tropicales. Hay una cierta magia con estas cosas y Martin juega con este tipo de diferencias, de sorpresas.
El otro día Reverte escribió un artículo en el que contaba la importancia de un buen traductor.
George RR Martin no vendía nada en Francia hasta que se estrenó la serie. Vendía en todas partes, maravillosamente en algunos sitios, pero en Francia no se comía un colín. Habían decidido que la traducción fuera arcaizante, todo muy medieval.
También tenemos el caso opuesto. Traductores como Cortázar que hacen que un escritor que no vendía en su idioma original, se convierta en una maravilla en español.
El objetivo de la traducción es transmitir al lector las mismas sensaciones que tuvo el lector original. Si el lector original, ante esta comida se siente repelido, lo que no puedes poner es una comida que aquí es una exquisitez. Si aquí hablamos de comernos un perro, nos dará mucho asco, pero en otros países no. ¿Cuál era la intención del autor cuando lo escribió? Lo que quiere decir es mucho más de lo que dice.
Somos un estorbo imprescindible. Si no existiera el traductor sería lo mejor del mundo. El traductor es algo que se interpone entre el escritor y el lector. Lo ideal sería que se entendieran directamente, pero es imposible.
Hablemos de «Gastrosofía», que escribiste a cuatro manos con Eduardo Infante. ¿Cómo surge la idea de hablar de Filosofía a través de la alimentación?
Eduardo y yo somos cocinillas. Una de las cosas que nos unieron fue descubrir que hacíamos pan los dos. Cocinamos mucho y de todo. Y, además de cocinar, hablamos mucho.
Además, de alguna manera, lucháis con un montón de anécdotas contra la idea de que la Filosofía es tediosa.
La Historia no es tediosa. La Filosofía no es tediosa. Las Matemáticas son apasionantes. La Biología es la leche. Todo depende de quién te hable de ello. Todos hemos tenido profesores que eran insufribles. Eduardo es profesor y es un pozo de sabiduría y de datos. Y a mí lo que me interesa es hacer reír. Entre lo que sé yo y lo que sabe él, que es muchísimo y cómo lo sabemos escribir, ahí va ese plato. Trabajar con él ha sido muy divertido.