Le toca a ‘El Hombre Tranquilo’ huir de los fantasmas del pasado y rescatar todo lo bueno que se ha cosechado, por el bien del Grupo Covadonga
Han pasado más de 24 horas desde que Joaquín Miranda se proclamara el nuevo presidente del Grupo Covadonga, tras una de las campañas electorales más emocionantes de siempre. Bajado el soufflé y sin ánimo de ser exhaustivos, es conveniente atender a algunas de las reflexiones que nos ha dejado todo este proceso:
La pegada de Joaquín. 3.198 socios dieron su confianza a la candidatura continuista de ‘Mejor en Grupo’, una diferencia de 688 votos con el segundo clasificado, Sarasola, y de 1829 con Luis Mitre. Es preciso mencionar que Joaquín Miranda se hizo con todas y cada una de las mesas electorales, tanto las de veteranos como en las de socios más recientes, demostrando una pegada intergeneracional.
El Grupo no votó continuismo, ¿no? Más del 50% de los votos fueron para el bloque que representaba una alternativa (Mitre-Sarasola). El eslogan entre la gente y las redes se escribía solo: “Miranda ganó con la mayoría del Grupo en contra. La división de voto mató a Sarasola”. Analicemos estos pensamientos tan extendidos. ¿Estamos seguros de que los votos para Luis Mitre habrían ido para Sarasola? ¿Y si la candidatura de Mitre le robó también votos a Miranda? ¿Puede que, en realidad, haya movilizado un voto que no se habría producido por los otros candidatos? El discurso de Mitre en la campaña, sumado a su influencia y la de su familia en la ciudad de Gijón están ahí, por lo que no es descartable que hayan creado un caladero propio que jamás hubiese ido para Sarasola.
Los trabajadores y el voto de gracia. Está claro que 350 trabajadores y sus familiares tienen impacto en unas elecciones que se han decidido finalmente por 688 votos. La firma de dos convenios colectivos en la era anterior, lo que muchos consideraron como algo muy positivo, así como la incertidumbre lógica de cualquier cambio en el gobierno del Grupo son cuestiones que pesan. Independientemente de las intenciones de las candidaturas, la volatilidad del mercado de trabajo en 2024 está ahí, y en muchos de los casos hace descartar cualquier tipo de cambio, como respuesta defensiva natural.
Mitre tenía derecho a presentarse. De todas las obviedades relatadas en este artículo, puede que esta sea la más sangrante, pero conviene no olvidarla. Luis Mitre ha tenido todo el derecho de presentar una alternativa, de rechazar cualquier unión con Sarasola y de hacer su propio camino en estas elecciones. Llevamos semanas escuchando que es poco menos que un “traidor”, porque lo único que ha hecho presentándose es “perjudicar la opción de un cambio real en el Grupo”. Un planteamiento de parte que olvida que estamos ante unas elecciones libres.
Dejad que Miranda sea Miranda. Visiblemente emocionado, Joaquín Miranda dedicaba sus primeras palabras de victoria a la anterior Junta Directiva, de la que ha sido parte. Se abre ahora la puerta a un nuevo escenario, en el que dependerá de él y solo de él marcar un nuevo estilo de gobernanza. Tiene la oportunidad de dejar atrás las quejas de los socios por la falta de transparencia y diálogo, y ejercer una nueva forma de ser presidente basada en su sobria y abierta personalidad. Le toca a ‘El Hombre Tranquilo’ huir de los fantasmas del pasado y rescatar todo lo bueno que se ha cosechado, por el bien del Grupo Covadonga. Buena suerte.