Algunos militantes están preocupados por el cariz público que están teniendo las desavenencias entre ambos bandos, otros ya afirman que «es la guerra»
La campaña ya ha empezado de manera oficiosa. Iván Fernández Ardura y José Ramón ‘Monchu’ García, candidatos a la secretaría del PSOE en Gijón, ya están enzarzados en un rifirrafe silencioso, una guerra fría, que es alimentada cada día por comentarios en redes sociales.
Las declaraciones, las respuestas en entrevistas e incluso la gestualidad son asuntos analizados con lupa por partidarios de uno y otro bando. La semana pasada, en el día en que Ardura anunció en la Casa del Pueblo que iba a volver a presentarse, algunos militantes comentaron lo que, a su juicio, era un «mal comportamiento» por parte de Monchu: «Se portó fatal. Se puso en el fondo de la sala, apoyado en la pared, brazos cruzados y mascando chicle. Y no intervino».
Demandaban, los del bando de Ardura, que Monchu se ocupara más de hablar con compañeros y afiliados que de «dejar mensajes en redes y en la prensa». En el bando del actual secretario, la consigna esta clara: cierre de filas. Lo resumió Ana González en el entorno socialista, de forma cuasi explícita: “Vengo de una trayectoria concreta, en mi partido, con una linea muy clara que se llama Pedro Sánchez, Adrián Barbón e Iván Fernández Ardura». No tardó la respuesta de Monchu, que como saben sus seguidores de Facebook, está últimamente muy rápido con el teclado: «Se equivocan quienes siguen insistiendo en vender una política de lotes (el todo o la nada) y que no hace sino ahondar más en la división de la agrupación. Yo también soy de Pedro Sánchez y de Adrián Barbón, lo que no quita para que tenga otro proyecto diferente al del actual secretario general para Gijón”.
El pasado domingo, una nueva discrepancia pública. Ardura disparó primero, en una entrevista en La Nueva España en la que, preguntado por que dijera algo positivo de Monchu, respondió: «Ha estado en entidades, lleva mucho tiempo trabajando como empleado del partido y luego como cargo público. Es un compañero con el que se puede tener buena relación». No gustó la referencia a su carrera profesional a Monchu García, que respondió con virulencia en la red social: «Tal vez alguien esté pretendiendo restar valor a trabajar desde lo público. Espero que no sea así porque sería tanto como restar valor a que, por ejemplo, la actual alcaldesa, la compañera Ana González, haya pasado unos cuantos lustros alejada de su puesto de trabajo para ser nombrada, entre otros, asesora del ministerio, concejala, consejera o mismamente alcaldesa. Sólo si juzgamos con el mismo rasero para todo el mundo podremos hacer planteamientos creíbles». En la misma publicación de Facebook, algunos militantes se mostraban preocupados por el cariz público que están teniendo las desavenencias entre ambos bandos, y respondían al aspirante a secretario general: «Es curioso que se pida en la asamblea debates dentro, mientras que sacamos los debates a RRSS. No digo ni bueno ni malo, pero vamos…curioso»/»…a mi me gustaría hablar en la Casa del Pueblo». En la militancia socialista, algunos ya dicen claramente que «es la guerra», mientras que otros muchos son partidarios de «lavar los platos en casa». De forma inédita en la etapa reciente del PSOE, las primarias a la secretaría general del partido tienen tintes de ser las más incisivas y transparentes que se recuerdan.