Si algo engrandece a Gijón son sus calles. Las hay de todos los tipos, más y menos concurridas, más visitadas, atestadas de chigres o casi testimoniales. Pero si algo guardan todas ellas es el espíritu de una ciudad luchadora e incansable.
Como incansable es la calle más larga de la villa, que es, sin embargo, una carretera. La Carretera del Obispo es la vía con más metros de la ciudad, algo menos de 3 kilómetros que toman su nombre de la residencia junto al santuario de Nuestra Señora de Contrueces, que solía albergar a los obispos ovetenses durante sus visitas.
Fartukate, Panaderías Camblor, Elmaguestu, Las Flores de Montse, Casa Corujo o el Café Astur son algunos de los comercios gijoneses que adornan esta vía. En el lado opuesto encontramos, en pleno centro, la calle más corta de la ciudad, la calle Segovia.
Quince pasos. Esos son los necesarios para recorrer entera una de las calles más peculiares de la villa. Encajonada entre la calle Los Moros y la calle León. Situada entre las diez más cortas de España. Una pequeña vía que sirve, además de paso entre las dos calles, como pequeño rincón escondido para los más pequeños.
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