Fueron dos agentes de la Policía Nacional los que, además de aplicar el dispositivo, realizaron manobras de reanimación cardiopulmonar a la víctima, que no respiraba, ni respondía a estímulo alguno
Quizá fuese cuestión de suerte. Tal vez, de celeridad. A lo mejor se debió a un ejemplo de profesionalidad. O, más probablemente, a una combinación de todo lo precedente. Sea como sea, el pasado miércoles dos agentes de la Policía Nacional, ambos destacados en el servicio de Seguridad Ciudadana de dicho cuerpo en Oviedo, salvaban la vida a una mujer de 56 años que permanecía tendida en el baño de su domicilio, sito en el barrio ovetense de Villafría, sin constantes vitales y sin respiración. Toda una hazaña que, eso sí, no habría sido posible sin la inestimable ayuda de cierto dispositivo: el archiconocido, aunque no siempre justamente valorado, desfibrilador.
Según han notificado fuentes policiales, fue una de las sobrinas de la víctima la que alertó al 091, preocupada al no saber nada de su tía desde hacía demasiado tiempo, y llegando al punto de temer por su vida. Su inquietud no tardó en revelarse cierta. Para cuando llegaron al inmueble, al que no fue posible entrar sin que previamente lo una dotación de bomberos derribase la puerta, los uniformados encontraron a la mujer en el cuarto de baño, sin constantes vitales y sin capacidad de reacción a estímulo alguno. Mientras agentes y bomberos procedían a realizar maniobras de reanimación cardiopulmonar, uno de esos últimos acudió con el desfibrilador, e inició las descargas. Fueron precisos quince minutos de duro trabajo pero, finalmente, la mujer reaccionó. Una vez estabilizada a bordo de la UVI móvil, se la trasladó al Hospital Universitario Central de Asturias ( HUCA).