Abuelos y abuelas son los protagonistas de una vida en la que su labor se ha convertido en algo poco más que imprescindible para muchas familias
No hace falta que nos lo digan las estadísticas: Asturias es una comunidad envejecida y, Gijón, que durante años fue la ciudad más joven del Principado, se sitúa ya en la segunda con más población mayor de 65 años, mientras que Avilés encabeza de forma destacada la lista de ciudades con más personas por encima de los ochenta.
Es la realidad que vemos a diario en unas calles donde abuelos y abuelas se han convertido en el paisaje de una comunidad en la que los mayores son ahora mismo los protagonistas de una vida en la que su labor se ha convertido en muchos casos en algo poco más que imprescindible para muchas familias, en las que el apoyo de abuelos y abuelas resultan fundamentales para poder llevar a cabo ese término tan usado: conciliación.
¿A cuántos padres o madres ven en guarderías y escuelas a la hora de entregar o recoger a sus hijos? ¿Cuántas horas a la semana son las personas mayores de nuestras familias quienes se convierten en padres y madres de sus nietos y nietas? Y sobre todo ¿somos conscientes de la suerte que tienen los padres y madres que cuentan con ese respaldo impagable?
Esta realidad obliga a dos claras reflexiones. La primera tiene que ver con la imperiosa necesidad de que la vida laboral se convierta en vida de calidad laboral para poder disponer del verdadero tiempo que requiere la crianza de un menor (de esto hablaremos otro día). La segunda reflexión que me sugiere el desfile de abuelos y abuelas en su camino diario hacia ‘coles’ y guarderías es que en una comunidad tan envejecida ha llegado el tiempo de que ‘los mayores’ sean una prioridad para los gobiernos. Se han ganado el derecho a tener una vejez plena, ya sea en sus hogares con sus familias o en establecimientos residenciales.
Por eso ante lo vivido durante la pandemia es plausible que el Gobierno de Asturias haya decidido dar un paso al frente para hacer de los centros geriátricos verdaderas residencias en las que ahora la consejería aglutina a 66.000 asturianos, de los que en torno a 15.000 están en residencias, más de 2.200 acuden a los centros de día y alrededor de 13.400 tienen ayuda a domicilio. Pero es que de aquí al año 2030, el número de mayores de 65 crecerá un 9 % y se calcula que necesitaremos 12.000 profesionales más trabajando en servicios sociales.
Tanto unos como otras se han ganado el derecho a recibir la mejor atención posible y, si alguien tiene dudas de si se debe destinar más dinero para quienes están en el final de este paseo por la vida, que se haga la siguiente pregunta: ¿cómo nos gustaría que nos cuidaran a nosotros cuando seamos mayores? Que cada cual ponga la respuesta que considere, pero yo lo tengo muy claro: que me cuiden de la misma manera que me afanaré en el cuidado de los que primero me cuidaron a mí. Cuidar a quien nos cuida es de ley.