«Él me enseñó que las noticias están donde está la gente»
«Es tan grande que no podría haber nacido en otro día que el de Reyes»
Reconozco con orgullo que si he llegado a estas alturas trabajando como periodista es porque en esta travesía que supera ya los treinta años he tenido la suerte de tener grandes maestros y maestras. Muchas y valiosas personas me han dado la mano y mucho más para seguir en esta historia que comenzó por azar y que ha conformado mi vida.
Otro día pondré más nombres en este paseo semanal para recordar a los y las que he me han servido de ejemplo en este oficio. Hoy quiero hablarles de un tipo de esos que si no existiera habría que inventarlo. Lo conocí personalmente una mañana en la plaza Mayor junto a uno de sus mentideros favoritos: el Globo. Fue mi hermano Jaime quien me acercó a la persona que estaba tras la firma que entonces yo leía todos los días en El Comercio y que ya había visto en repetidas ocasiones por los pasillos y despachos del Ayuntamiento.
Porque, de mano, ya les puedo decir que Serrano nunca fue un periodista de ruedas o notas de prensa. Nunca ha sucumbido a eso que uno de los muchos jefes que he tenido definía como “magnetófonos con patas”. Serrano siempre ha huido de intermediarios y ha buscado las noticias en la fuente directa que bien podía estar en el despacho del secretario municipal, en el pincho de tortilla de La Botica o en el “vinín” de El Cartero. Él me enseñó que las noticias están donde está la gente.
Las personas, el contacto humano, la conversación, el abrazo, la risa, la música, la familia, el amor… Estos son los motores de un hombre que es grande por dentro y por fuera. Imagínense al gigante bonachón de los cuentos; al forzudo del circo. Pero piensen también en un senador romano, en un Valido de la Corte, en un Guillermo de Baskerville o en un Fermín de Pas con gracia. Daniel Serrano podría ser esos y muchos más. Porque desde que nació quiso aprender, saber y, sobre todo, compartir con los demás. Es un hombre renacentista en todos los sentidos.
«Usted sí que se ha ganado este título que otros han ostentado dudosamente con el afán adulador de algunos»
Toca la guitarra a su manera con una voz que hace callar por gusto de escucharla a los que hemos compartido muchas sobremesas en las que se hacía de noche con este hombre de letras con el que, no obstante, aprendí la fórmula de la carga financiera (¡ya la olvidé!!) de que tratan los diferentes capítulos de un presupuesto municipal, autonómico o estatal o qué es la mezcla bituminosa en caliente. Con Daniel Serrano nunca se pierde el tiempo sino que se gana una oportunidad de aprender algo nuevo o simplemente de comprobar cómo todavía hay personas que se preocupan de diferenciar acento de tilde o altura de profundidad. O de que de sus grandes manos (“que sirven tanto para dar cariño como hostias” sic) en un vermú cualquiera te regale unos versos escritos en una servilleta de La Paloma.
De Pajares a Mieres; de La Laguna a Gijón; de Valdesoto a Oviedo… Daniel Serrano cumple el dicho de que junto al Papa mucha gente preguntaría quién es ese señor de blanco que está al lado de Serrano. Porque nunca escatima un saludo, a Dani no le hace falta dejar tarjeta de visita para que lo recuerden. Es tan grande que no podría haber nacido en otro día que el de Reyes.
Daniel Serrano cumple 70 años y no se me ocurría mejor felicitación que pasar a limpio lo que supone para mi “esti hombrón” con el que estoy dispuesto a seguir cantando “Anuechi en un suañu” las veces que haga falta con permiso de Julio Ramos.
Maestro, usted sí que se ha ganado este título que otros han ostentado dudosamente con el afán adulador de algunos. Feliz cumpleaños Daniel, de apellido Serrano y calidad ibérica.
Nacho Poncela es periodista y colaborador de miGijón