En la Feria que marca el ecuador del mandato municipal, el tablero político empieza a moverse. Se vaticinan más nervios que sillones. El mercadeo puede alcanzar iguales niveles , y no es fácil, que para la concesión de las medallas de la Villa
Hace cuatro años, en pleno ecuador de su mandato municipal, la por entonces alcaldesa de Gijón, Ana González, desató una tormenta política y mediática de alto voltaje con unas declaraciones al pie del palacio de congresos de la Feria. Mientras que ella estuviera al frente de la corporación municipal, aseguró, en Gijón no volverían a celebrarse festejos taurinos. No se podía permitir, bajo ningún concepto, que se fueran a lidiar en El Bibio dos morlacos con el nombre de Feminista y Nigeriano. Cumplió su palabra, aunque el receso sólo duraría dos años por causas y motivos más que de sobra conocidos. Pero es que también en aquella edición ferial ya se daba como segura, por ejemplo, la no continuidad en los siguientes comicios de don Aurelio, el portavoz de IU duramente cuestionado por sus decisiones sobre el tráfico en la ciudad y creador del ‘cascayu’ del Muro, y sucedía lo propio con Eladio de la Concha al frente del siempre inestable equilibrio de Vox. Todo se cumplió. Y es que la Feria que marca el ecuador del mandato municipal siempre guarda sorpresas y empieza a dibujar el tablero político local después de dos años de inevitable desgaste, sobre todo para quien sustenta el bastón de mando.
Carmen Moriyón lleva ahora las riendas con mano de hierro, pero no puede evitar que trasciendan determinadas grietas en sus filas al calor de decisiones que se cuecen en la Alcaldía, algunas de importante calado interno. Nuria Bravo, responsable de la parcela de Bomberos y de Policía Local, hace tiempo que, de manera más o menos indisimulada, está en las quinielas para dar un paso hacia atrás y volver a dedicarse, de manera plena, a sus labores profesionales como piloto del Helimer Cantábrico. Acostumbrada a una disciplina militar, se valora su talante dialogante y accesible, pero no parece sentirse cómoda en su actual experiencia política. Episodios como el cese de Pablo Ferrío como jefe de Bomberos se asegura que no fueron de su agrado, más por las formas que por el fondo. Hay quien apunta que en setiembre podría arrojar la toalla. Claro que el gobierno desgasta, sobre todo cuando uno, o una, se tiene que enfrentar a problemas heredados y que conllevan decisiones con mucho fondo. Que se lo digan a María Mitre que, además de los números y esquivar las habituales puyas de su antecesora Marina Pineda, tiene que lidiar con el Miura de la temporalidad de la plantilla municipal que, por directiva de Europa, debería de estar al 8%, como máximo, hace ocho meses, vamos en diciembre de 2024. El incumplimiento es manifiesto e, incluso, escandaloso en la Fundación de Servicios Sociales, donde, según las cuentas de los sindicatos, ronda la mitad de la plantilla. La concejala ya pensó en más que una ocasión, y de dos, volver a la sosegada vida universitaria y civil. De momento parece que la sostiene un potente cordón umbilical con acceso al puente de mando, que no es poco. El mismo camino llevará Pelayo Barcia después de librar no pocas batallas de altas y bajas emisiones. Lo dicho, esta Feria de mitad del mandato municipal marca una tendencia que puede, o no, confirmarse a medio plazo. La cosa no se presenta mejor en el PP municipal donde, con la nueva dirección de Andrés Ruiz, la cosa apunta a una ‘limpia’ más que importante, a un auténtico Titanic con, en el mejor de los casos, un solo chaleco salvavidas que, además, parece tener destinatario fijo. El resto pende de Oviedo. Por lo que respecta al PSOE, con la baja de Floro, tiene la autopista abierta y aunque el Ferrari parecía que iba a ser conducido por la ex de Divertia y actual viceconsejera de Turismo, Lara Martínez, la cosa no está nada clara. El vehículo deportivo ha perdido potencia y la gasolina octanaje.
Igual necesita más visitas al taller de El Llano para ponerlo a punto. En cambio, la recién jubilada gerente de la Unión de Comerciantes Carmen Moreno parece ser del agrado de un importante sector del partido donde florecen los descontentos. De momento, se deja querer, pero todos conocen sus méritos y trayectoria. Nadie descarte el duelo “Carmen contra Carmen”. De momento huele a primarias, y cuando se habla de elecciones internas en el PSOE local, ya saben, imposible descartar a José Ramón Tuero, siempre atento a los retos deportivos y a sudar la camiseta hasta llegar a forzar la ‘foto finish’. Mejor será no entrar en más quinielas y disfrutar de la sidra en la Feria. De la sidra sí, que no del escanciado. ¿Han probado a buscar un establecimiento hostelero en el recinto donde le escancien una botella de sidra? Se llevarán un chasco. No existe. Curioso cuando cuatro pabellones se dedican, alguno en su totalidad, a nuestra celebrada bebida regional. En suma, mucho cartel y ningún chigre. La cosa no está como para ponerse medallas. Y hablando de medallas, igual sería aconsejable un mayor grado de prudencia a la hora de conceder las anuales preseas municipales. Como cuestión previa, no se deben de comprometer antes de tiempo porque luego llegan los malos rollos y las decepciones. El año pasado fue la Filarmónica de Gijón la que se quedó descolgada y en la última entrega, la de 2025, le pasó lo propio, también con la presea de oro, a la Fundación Caja Rural de Gijón. Ambas entidades tenían ya la pared donde colgarlas, y ambas se quedaron con el molde. En concreto, la entidad bancaria quedó descabalgada después de un juego de celos políticos de difícil calificación y que, desde luego, nada dignifica el indiscutible honor de las medallas locales. Pero es que además, de manera oficial, se consultó a la familia de Manuel Vega Arango si aceptaría una medalla de plata de la villa. La respuesta fue afirmativa. Había, entonces, una mayoría sustentada por el PP, como promotor, y por el PSOE local, que la aseguraba. Finalmente, el histórico jugador y, sobre todo, presidente del Sporting se quedó fuera del ranking. ¿Qué sucedió entonces? El sí inicial de los socialistas se convirtió, pocas horas después, en un rotundo no, para perplejidad de los populares. Adiós a la mayoría y adiós a la medalla para don Manuel.
Y es que ahora, después de la acertada reforma aplicada por Ana González en su mandato, las medallas de la ciudad ya han dejado de ser un total mercadeo para amigos y colegas, algo esperpéntico y consentido durante años, con algunos resultados con evidente tufo a chufla. Lo que el reglamento no puede evitar es la gana de los propios políticos de colocarse ‘sus medallas’, al menos algunos, desvirtuando el objetivo final de las distinciones y a sus auténticos protagonistas. Igual es aconsejable cuidar más las formas y el protocolo para evitar fiascos innecesarios. Aunque para fiasco el de los vecinos de Cimadevilla, que se tragarán, con más que posible indigestión, los sabores del Gastro de El Muelle. Nada puede con Otea y sus tentáculos con el poder. Esa sí que es otra liga. Habrá que digerirla tomando un culín.
