
«Resulta que el secretario de Estado participó en una reunión del Consejo de Administración de Gijón al Norte. Dicha sociedad había celebrado su último encuentro hace algo menos de un año, y ya entonces Santano había anunciado que se iba a derribar el viaducto de Carlos Marx en 2025»

Queridos lectores…
A los que tuvieron la gentileza de leer mi anterior columna (y los que no, pueden hacerlo en este enlace), les hablé de la ilusión que ha despertado entre nuestros paisanos el que la Universidad Europea vaya a tener una sede en Gijón, y las trabas que nuestro Gobierno autonómico le estaba poniendo. Hoy les hablo también de un hecho que nos debería llenar de esperanza, pero que, me temo, va a ser de desesperanza.
Como saben (y ,si no, para eso estoy yo), hace unos días visitó Gijón José Antonio Santano, secretario de Estado de Transportes y Movilidad Sostenible. Me ha llamado mucho la atención el recibimiento que se le dispensó, por parte de buena parte del entramado político y social de nuestra querida ‘villa de Jovellanos’, a su llegada. Tal parecía que venía a vernos el mismísimo Pedro Sánchez, actual jefe del Gobierno español, y no un cargo de segunda fila (que, no nos engañemos, es lo que es el, por otra parte ilustre, José Antonio Santano).
Resulta que el secretario de Estado participó en una reunión del Consejo de Administración de Gijón al Norte. Dicha sociedad había celebrado su último encuentro hace algo menos de un año, y ya entonces Santano había anunciado que se iba a derribar el viaducto de Carlos Marx en 2025. Un año después, vende a bombo y platillo que se va a licitar tal derribo en 2026 y que, con suerte, la obra habrá acabado dos o tres años después. O sea, que en doce meses el Ministerio de Transportes del Gobierno de España NO HA HECHO ABSOLUTAMENTE NADA. Poco que celebrar por este lado.
Parece una broma, pero tal optimismo irracional es lo que se respiraba en Gijón tras la visita del número dos de Óscar Puente. Se usó el calificativo de «histórico» en no menos de media docena de declaraciones públicas de dirigentes políticos y socioeconómicos. Para ser justos, con una honrosa excepción: la del Partido Popular, que con Ángela Pumariega y Andrés Ruiz ha sido la única formación que dio al resto de políticos y aplaudidores varios un baño de realidad, basado en una simple y aséptica descripción de los hechos y los precedentes. Coincido plenamente con una frase de la vicealcaldesa: «El único día realmente histórico será cuando acaben las obras». Al ritmo que va el PSOE, me temo que yo tendré que ser muy longevo para llegar desde la Meseta a mi ciudad de origen en una estación digna de tal nombre y del siglo en el que vivimos.
El resto sus «históricas» afirmaciones ya suenan a tomadura de pelo. El convenio se firmó en 2018 (o sea, hace… ¡Siete años!). Ahora el coste total del proyecto de estación intermodal y Plan de Vías asciende ya a más de 1.200 millones, con un aumento de un 50% con respecto a lo que se estimaba cuando se firmó el convenio para su ejecución. Pero, además, nadie ha hecho ni la menor referencia a cuándo se va a ejecutar esa inmensa obra, porque ahora lo que se va a firmar es otro convenio que afecta a apenas un 10% del proyecto, todo trabajos auxiliares. Y eso, en el mejor de los casos, para terminar en 2029, siempre que uno se crea lo que aseguran los representantes de Pedro Sánchez. Y todavía se les llena la boca de promesas. Digámoslo ya: han mentido y, lo que es peor, SIGUEN MINTIENDO.
Señoras, señores, basta ya. Nuestros munícipes tienen que exigir que el que venga a Gijón la próxima vez sea el ministro Óscar Puente, y que lo haga con ingenieros, geólogos, obreros especializados… Que ese mismo día se tendrán que poner manos a la obra. Y, por supuesto, con un plan detallado y unos plazos realistas pero no a base de decir «en un futuro», «próximamente», «para el año X», etcétera. Por supuesto, puede venir con su cuadrilla de secretarios, subsecretarios, directores generales y hasta una banda de música. Puede alquilar un chárter de Madrid a Gijón, pero en cuanto se bajen del avión tienen que ir directos al Solarón a ejecutar los compromisos (digo bien: compromisos y no promesas).
Mientras tanto, que se lo crea quien quiera. Yo me aferro al refrán: «De ilusiones vive el tonto de los c…». Y LOS GIJONESES NO DEBEMOS TOLERAR QUE SE NOS TRATE COMO A TONTOS. ¡BASTA YA!
A todos ustedes, si me han leído hasta aquí, muchas gracias. Les espero.