«Seguimos sin darle a la FP el prestigio que se merece y muchas personas los considera estudios de segunda clase»
«La Formación Profesional tiene una gran capacidad para reducir el abandono escolar temprano, así como el fracaso escolar y universitario»
Viendo el pasado viernes a varios adolescentes preparados con sus mejores galas para celebrar su fiesta de graduación me vino a la cabeza la pregunta del millón: ¿y ahora qué estudiamos?
Yo soy hijo de la generación en la que mejor comprar un piso que alquilarlo y que si quieres triunfar lo mejor es que vayas a la Universidad. Aún recuerdo el mayor empeño vital de mi madre para que sus tres hijos y su hija tuvieran una formación académica y universitaria. Al que los cuatro cumplimos con mayor o menor éxito.
No seré yo quien eche piedras contra la Universidad y sus estudios, pero también reconozco que después de haber pasado por tres facultades y haber obtenido el título correspondiente, me pregunto si mi futuro laboral habría sido el mismo si mi opción al finalizar el Bachillerato hubiera sido otra. Por ejemplo, una opción de FP. Y hoy, tras el encuentro con esos adolescentes indecisos y las previsiones académicas del Gobierno asturiano, es lo que quiero reivindicar en esta columna.
No puedo entender que después de tantos años se siga con la necesidad de justificar que los alumnos que optan por la Formación Profesional salen formados y encuentran trabajo relacionado con su cualificación. A pesar de ello, seguimos sin darle a la FP el prestigio que se merece y muchas personas los considera estudios de segunda clase. El número de estudiantes que en España optan por este tipo de enseñanza está 17 puntos por debajo de la media europea. Y a pesar de que el número de matriculados ha crecido un 57% en la última década, tan solo el 12% de los alumnos del sistema educativo español lo son de FP, la mitad respecto al resto de países de la OCDE.
Todavía hay una barrera invisible entre los jóvenes y la formación profesional, en parte porque la FP sigue destilando una imagen de menor prestigio, pero también por una deficiente orientación. Reducir este desequilibrio exige nuevas políticas, más inversiones y un sólido sistema integrado de información y orientación profesional
Y es que la Formación Profesional tiene una gran capacidad para reducir el abandono escolar temprano, así como el fracaso escolar y universitario; ofrece una alternativa técnica y con una alta empleabilidad, y es un motor para cambiar la estructura del mercado laboral, aumentando la proporción de profesionales cualificados. No es un axioma, pero sí una certeza que certificarían con facilidad como yo he hecho hablando con empresas y titulados.
Por eso hoy aplaudo el anuncio de la consejería de Educación que para el próximo curso reforzará las titulaciones de FP con nuevos ciclos formativos y la ampliación de otros para ofertar más de 9.500 plazas en los primeros cursos de grado medio y superior, distribuidas en 94 ciclos presenciales y 23 a distancia. En Gijón, por ejemplo, el centro de Formación Profesional de La Laboral abre un grupo bilingüe en el ciclo de Marketing y Publicidad, y en el IES Fernández Vallín se impartirá un curso de especialización en Instalación y Mantenimiento de Sistemas conectados, que también se podrá cursar en Avilés.
Paisajismo, ganadería, jardinería, gestión forestal y producción agroecológica, estilismo y peluquería, cuidados auxiliares de enfermería y farmacia y parafarmacia, higiene bucodental… Son algunas de las muchas propuestas de un catálogo de títulos que sitúa a Asturias entre las comunidades españolas con un catálogo más amplio.
El mercado cada vez deja más claras sus necesidades laborales. Abramos las mentes y convirtamos en historia de una vez por todas el tan repetido dicho de “los que valen a la Universidad, y los que no a FP”.