La operación ha despertado críticas por parte del colectivo Apadrina un Edificio, que denuncia «la pérdida de patrimonio a mayor gloria de la especulación«

El edificio situado en el número 17 de la avenida de Portugal, en el barrio de Laviada (Gijón), tiene los días contados. Pese a contar con nivel 3 de protección ambiental dentro del Catálogo Urbanístico del Municipio, y con una fachada que “representa los estilos arquitectónicos tradicionales de la ciudad”, según consta en la ficha urbanística oficial, su estructura será sustituida por un nuevo bloque residencial cuya entrega está prevista para mediados de 2026.
La nueva promoción inmobiliaria, que se publicita como un “edificio de vanguardia”, combinará eficiencia energética —con calificación tipo A— y diseño contemporáneo. Dispondrá de pisos exteriores y luminosos de dos y tres dormitorios, con superficies que oscilan entre los 64,73 y 87,11 metros cuadrados útiles. Las viviendas estarán equipadas con cocina completa, armarios empotrados, dos baños y acabados de alta gama. También se ofrecerá la posibilidad de adquirir trastero y se anuncian “facilidades en la forma de pago”.
Desde la promotora, se destaca que el inmueble, cuya fachada protegida se conservará, incorporará “las últimas innovaciones en construcción”, con aislamiento térmico y acústico de primer nivel, lo que permitirá una experiencia residencial de confort y eficiencia.
Patrimonio en riesgo
No todos comparten el entusiasmo por el proyecto. La asociación Apadrina un Edificio, dedicada a la defensa del patrimonio arquitectónico gijonés, ha mostrado su rechazo frontal a esta transformación: “Un edificio de arquitectura singular, que por supuesto está catalogado, se va a convertir en un adefesio gris a mayor gloria de la especulación urbana y de las viviendas de lujo”.
El colectivo celebrará una reunión este jueves para “trazar líneas de trabajo” que permitan visibilizar y frenar, en la medida de lo posible, este tipo de intervenciones que consideran lesivas para la identidad urbana de la ciudad. En las últimas dos semanas, se han incorporado más de veinte personas a la asociación y más de 35 edificios han sido apadrinados.
El edificio original, construido en 1930 y en buen estado de conservación, cuenta con tres alturas (bajo + dos plantas), está entre medianeras y presenta una tipología tradicional popular. Aunque el catálogo permite su reestructuración interior y ciertos cambios en planta baja, su inclusión como bien protegido a iniciativa municipal subraya su valor ambiental dentro del entorno urbano.
La operación reabre el debate sobre los límites entre la protección patrimonial y la renovación urbana, en una ciudad que ha visto desaparecer en los últimos años varios edificios históricos en favor de promociones de vivienda de alta gama.