Tres preguntas para mantener en la punta de la lengua durante la lectura de este reportaje. ¿Se ha convertido la calle Menéndez Valdés en un erial o es solamente un cómodo titular periodístico? ¿Su declive comercial es un problema endémico de la zona o es el síntoma de un problema mayor en la ciudad? ¿Se trata de un colapso definitivo del modelo comercial del siglo XX o nos encontramos en un proceso de adaptación entre dos crisis?
Si Gijón tuviera su propio Monopoly, a cualquier jugador le gustaría caer en la calle Menéndez Valdés para vivir de las rentas durante toda la partida. En el tablero gijonés, la calle Corrida tendría el color azul, pero el verde sería, sin duda, para esta histórica vía comercial que conforma, junto a Corrida y la calle de los Moros, la conocida como milla de oro de Gijón.
Menéndez Valdés es, en esencia, una buena calle: mantiene un tránsito de personas constante entre la plaza del Parchís y la plaza de San Miguel y está conectada con numerosas arterias estratégicas. Tiene, además, reclamos comerciales significativos como Stradivarius, Woman’secret, General Óptica, Llongueras, Yoigo o Telecable. Incluso Cortefiel y Springfield, en la confluencia con la calle Cabrales.
Sin embargo, en la partida actual del Monopoly gijonés la mayoría de jugadores, a excepción de las grandes franquicias, no pueden permitirse la casilla de Menéndez Valdés: es demasiado cara.
Además, la paulatina proliferación de locales vacíos, especialmente desde la recesión de 2008, con un goteo continuo de cierres, es un círculo vicioso: nadie quiere abrir un negocio sitiado por locales cerrados.
Un 20% de locales cerrados
Actualmente, el dato es el siguiente: el 20% de los locales de Menéndez Valdés tiene colgado el cartel de «se alquila». En total, 12 establecimientos de un total de 60. La mayoría de ellos, hasta nueve, son locales desocupados de larga duración. Los tres restantes, han cerrado en el último año, como se puede comprobar en la última versión de Google Maps, de junio de 2019: la Joyería Suiza, la panadería La Plazuela y la tienda de ropa Emilio Yuste.
También han cerrado desde entonces el kiosko situado en el número 24 y un establecimiento de la franquicia de moda Fan&Ko, en el 14, aunque han sido sustituidos por nuevos negocios. El primero, por la joyería Cuétara; el segundo, se encuentra en obras. Justo al lado, en el número 16, actualmente se puede leer un cartel de cierre inminente en la tienda de calzado saludable másSano: «¡Cerramos! Últimos días». Por tanto, en las próximas semanas Menéndez Valdés contará un cierre nuevo.
Desde la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias, su presidenta, Sara Menéndez, expone a miGijón su preocupación por la proliferación de establecimientos vacíos en toda la ciudad. «Los locales cerrados, los escaparates apagados y los carteles de ‘se alquila’ son cada vez más frecuentes. En Gijón tenemos calles hace unos años plenamente comerciales que ahora son auténticos desiertos. Además, la desaparición de locales provoca una expulsión de los que todavía existen», señala.
«Los locales cerrados, los escaparates apagados y los carteles de ‘se alquila’ son cada vez más frecuentes.
«En ese sentido, estoy pensando en Menéndez Valdés. La posible solución puede pasar por actuaciones de los ayuntamientos que tiendan a favorecer que estos locales se alquilen. El problema son precios de alquiler altísimos, en muchos casos con especuladores que prefieren tener los locales vacíos antes que ponerles un precio razonable. Esto hace temer incluso que este goteo de cierres vaya en aumento», lamenta Menéndez.
¿Brotes verdes o un espejismo?
Hay, sin embargo, brotes verdes. Porque es una buena noticia que en los últimos cincuenta días se hallan alquilado hasta cuatro locales en Menéndez Valdés. Además de los dos establecimientos mencionados anteriormente, actualmente se encuentran en fase de reformas tanto el antiguo local de Loreak Mendian como el establecimiento situado en el número 4 de la calle, con el letrero de Laila.
Aunque desde el sector inmobiliario confían, a partir de esta ola, en que se haya alcanzado el pico de la curva de cierres, tras un proceso de revisión de los precios a la baja de los propietarios, el diagnóstico de los comerciantes históricos de la calle no es optimista: existen continuas reposiciones de locales, negocios que abren y cierran, pero Menéndez Valdés está estancada desde la crisis de 2008.
Así expresa la situación el joyero José María López, propietario de la joyería de mismo nombre, instalada en la calle desde 1940, cuando su padre la fundó. «El problema está en la cantidad de locales cerrados. Hay una zona con cuatro o cinco seguidos, eso le quita el valor que la calle tenía antiguamente. Muchos establecimientos están cerrados por las rentas muy altas. Por la crisis también, y a raíz de la pandemia ha quedado el comercio bastante tocado.
Alguna cosa funciona, pero no al nivel que debería funcionar», lamenta el joyero, que ha vivido la evolución de la calle desde los años 70.
«Yo la conocí en su máximo esplendor. Hubo un momento en que estaba a la altura de Corrida, era una de las dos más importantes de Gijón. Hoy en día, a las franquicias casi les obligan a ir a la calle Corrida y a Moros. A Menéndez Valdés también, pero el problema está en la cantidad de locales cerrados. Porque la crisis que se está produciendo ahora ocurre en todos los sitios, no solo en esta calle, pero aquí faltaría el impulso; yo sé de locales donde piden auténticas barbaridades, y los tiempos no están para pagar una renta y mantener un negocio», apunta José María López.
Al otro lado de la calle, una empleada de Cafés Caso, otro establecimiento histórico de Menéndez Valdés, coincide en el diagnóstico: «Como ciudadana de Gijón, puedo decir que una gran parte de los comercios de la calle están cerrados. En la época de la crisis los locales empezaron a flojear y a cerrar. A partir de ahí, abrían unos y se cerraban otros. Ahora, muchos se jubilaron y aprovecharon el covid para adelantar la jubilación. La gente suele comentar que hay muchas tiendas cerradas; los clientes que vienen por aquí dicen ‘qué pena da esta calle, cuántas tiendas cerradas hay’. Estaría bien que volviera a estar todo abierto, que no pasearas por Menéndez Valdés y vieras locales cerrados, porque entristece esta calle».
Precios entre 1.000 y 18.000 euros
En Menéndez Valdés conviven tres tipos de comercios: grandes franquicias comerciales vinculadas a la moda, franquicias de menor tamaño de diversos sectores y comercios tradicionales, principalmente vinculados a la moda, la bisutería, la decoración y el hogar. El Cisne Negro, se mantiene como única cafetería de la calle, donde también hay una farmacia, un estanco y una agencia inmobiliaria, entre otros establecimientos.
Pero el emblema comercial de la calle es Stradivarius, en el número 13, un local de 400 metros cuadrados cuya renta mensual supera los 18.000 euros. En todos los anuncios inmobiliarios citan la firma del grupo Inditex como reclamo publicitario.
Como el de este local de 256 m², con una renta de 2.700 euros: «Magnífico, súper-céntrico, en una de las calles más importantes de la ciudad y próximo a la Playa San Lorenzo […] Se encuentra en zona comercial con marcas de primer orden como Stradivarius, Pedro de Hierro, Cortefiel, General Óptica». O este (75 m²), con una renta de 2.000 euros: «Calle muy comercial, con firmas de primer nivel como Cortefiel, Woman’secret, Stradivarius o General Óptica». O este otro (200 m²), con una renta de 3.000 euros: «Local comercial situado en la calle Menéndez Valdés, en uno de los principales ejes comerciales de Gijón. Y también este (212 m²), con una renta de 2.800 euros:
«Magnífico local en la zona más comercial del centro de Gijón. Zona muy comercial, con marcas de primer nivel como…».
Los hay, no obstante, más baratos. Tras sondear diversas páginas de internet, se ha encontrado un local con un alquiler de 1.000 euros (110 m², sin aseo) en la zona de Menéndez Valdés, sin que pueda identificarse su situación en la calle. Y otro de 28 m² con una renta de 1.200 euros, ubicado en el centro de la vía.
Soluciones a corto y largo plazo
Ana Quirós, hoy jubilada, estuvo al frente durante décadas de la ferretería Quirós, abierta desde los años 50 en Menéndez Valdés. Actualmente gestiona el establecimiento su marido, que también espera jubilarse dentro de un año. «La mejor época de la calle fue al principio. Desde hace veinte años la cosa fue a menos, sobre todo en los últimos. El desgaste es poco es poco, pero ahora la calle en cuanto a comercio está medio muerta», explica. «Para el pequeño comercio, esto no tiene una buena solución porque las costumbres de compra cambiaron totalmente. La gente compra de otra manera, sobre todo la juventud, y hay mucha competencia», lamenta Quirós.
Por su parte, el joyero José María López, confía en el futuro, aunque con escepticismo. «Dentro de lo que cabe, la pandemia ha hecho que la gente mire un poco más al comercio local, que no se tire tanto a lo online, pero a la larga lo que hace falta es gente que emprenda, que se anime un poco la cosa en cuanto a que abran más comercios y que haya más diversidad en la calle. Aunque la tiene, tuvo bastante más, con firmas más importantes».
Para la Unión de Comerciantes, la solución, al menos estética, pasa por la actuación de los ayuntamientos. «Lógicamente, son propiedades privadas y en el precio que estos propietarios establecen no se puede tomar ninguna medida, pero quizás sí se puede establecer algún tipo de tasa; o medidas tendentes a que estos locales tuvieran, por ejemplo, las luces encendidas en un cierto horario comercial para dar vida a la calle, o a tener los locales limpios, sin cartelería, evitando una imagen de suciedad de abandono», expone Sara Menéndez.
Y continúa: «A nivel nacional, se estima que los locales cerrados en grandes ciudades como Madrid o Barcelona crecerán un 40% este año, bien debido a la pandemia o a la proliferación de grandes cadenas comerciales, que van haciendo más difícil la venta en el comercio de proximidad. Ya existen empresas que están convirtiendo estos locales vacíos en lofts, lo que motiva que proliferen negocios que convierten estos establecimientos vacíos en viviendas, transformando un local de 120 m², por ejemplo, en tres viviendas reformadas».
«Este cierre de locales y su conversión en otro tipo de negocios o viviendas hace que prolifere esa oscuridad, esa ciudad apagada, sin vida, y ciudad insegura también. No queremos eso para nuestro Gijón, desde ningún punto de vista», señala la presidenta de la Unión de Comerciantes del Principado de Asturias.
Actualmente, se encuentra paralizada la realización de un inventario de locales vacíos de Gijón, un trabajo que el consistorio inició antes del estado de alarma, encargando el estudio a una consultora denominada Auren, con un coste de 51.000 euros. Se espera que se convierta en una herramienta útil para aplicar medidas en el marco de un plan estratégico de comercio para la ciudad.
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