El concejal del PP Abel Junquera rechaza un ruego formulado por Podemos para abrir una consulta ciudadana en ese sentido, aduciendo que no existen razones fundadas para ello y que, en cualquier caso, el proceso sería «realmente complejo»

Fue una escena repetida en miles de hogares de Gijón el pasado 24 de junio. Tras una larga y prestosa noche, la dedicada a San Juan, marcada por el fulgor de las hogueras, la buena música, la compañía de los seres queridos y los deseos formulados en silencio… Por la folixa tan propia de dicha efeméride, en suma… De pronto, un despertador hizo retumbar tímpanos y cabeza, recordando a su propietario que, pese al feliz agotamiento, a la feliz resaca o, incluso, a la ebriedad todavía presente, tocaba retomar las obligaciones académicas o profesionales. Porque, es de sobra sabido, el 24 de junio no es festivo… Como sí lo es, en cambio, el 29 de ese mes, jornada consagrada a San Pedro, y de especial simbolismo religioso, que no folixero, para la ciudad. Sobra matizar que muchos entienden como una injusticia dicha diferencia… Entre ellos, el Grupo Municipal de Podemos. Este miércoles su portavoz, Olaya Suárez, planteaba al Pleno un ruego para abrir una consulta ciudadana de cara a una posible modificación del calendario festivo local, con el traslado del festivo del 29 al 24. ¿Cuál será el resultado? No lo sabremos… Al menos, no por ahora. Porque el Gobierno, en la forma del concejal del PP Abel Junquera rechazó de todo punto dicha idea, utilizando para ello sólo dos argumentos: falta de necesidad y excesiva dificultad.
«Reconocemos el creciente entusiasmo popular que suscita San Juan en nuestra ciudad, siendo como es una fiesta viva y de carácter participativo… Ahora bien, es importante subrayar que San Pedro no es un festivo cualquiera«, argumentó, en favor de su negativa, el titular de Atención a la Ciudadanía y Distritos, haciendo referencia al carácter de esa segunda figura religiosa como patrón de la urbe, y nexo de la misma con el mar, «desde 1630», si bien su celebración hunde sus raíces «en el siglo XIII». Semejante razón no convenció a Suárez, ni mucho menos. En un último intento por mantener a flote una propuesta que, al fin y al cabo, se sostiene sobre el diferente grado de acogida entre los vecinos que tienen una y otra fiestas, la líder local de Podemos incidió en que, si bien la noche del 23 al 24 de junio lleva el nombre de San Juan, su conexión con el catolicismo es muy posterior al origen mismo de la celebración, que es, hoy por hoy, uno de los grandes vestigios del paganismo celta en el mundo occidental. «Hay una parte de la población que no es creyente, ni practicante«, ahondó Suárez, tratando de hacer ver que la fecha de San Juan, por esa menor conexión religiosa, goza de un mayor carácter integrador (y multitudinario, todo sea dicho) que la de San Pedro y, por ende, con más méritos para ser festiva.
Ahora bien, ni por esas. En su última intervención, Junquera se reafirmó en su negativa a dejar la última palabra en manos de los gijoneses, convencido de que «San Pedro y San Juan pueden, y deben, convivir con respeto, como ya ocurre«. Eso, por el lado de lo emocional, porque por el flanco de lo práctico el edil del PP defendió que, en caso de que de dicha consulta saliese un resultado favorable a cambio, el procedimiento para ejecutarlo sería «realmente complejo; se exige la mayoría absoluta del Pleno, la autorización del Gobierno de España y el aval de, al menos, el 10% del censo electoral«. Así, Junquera finalizó siendo tajante al declarar que «este Gobierno no contempla la apertura de una consulta sobre los festivos locales, ni considera oportuna una modificación del calendario vigente; no creemos que existan razones fundadas para un proceso que podría causar una división social innecesaria».