Isasaweis y Marisa Cuyás protagonizaron dos interesantes encuentros estos días
Podríamos decir que los últimos días de octubre han tenido título de película, han sido pura “esencia de mujer”. Por un lado, la bloguera por excelencia, la gijonesa Isasaweis, contó en el Somió Park su experiencia a lo largo de estos catorce años de trabajo.
Fue durante uno de los encuentros mensuales que organiza Beatriz Fernández, conocido como “Ellas son vitamina”. Isabel Llano, así es el nombre de la protagonista de la tarde, recordó sus inicios y de cómo han ido cambiando las redes sociales a lo largo del tiempo.
La web YouTube fue la plataforma que la dio a conocer y la que también ha sido testigo de su cambio. Sintiéndose cómoda ante la cámara, los pequeños trucos caseros para todo tipo de actividades cotidianas fueron enganchando a cientos de seguidores. Y hasta hoy.
Bien es verdad que su agenda actual está repleta de eventos, campañas de publicidad y libros. De hecho, el último “Come de todo, entrena conmigo y cambia de vida” tuvo su espacio en el encuentro. Clara y cercana, Isasaweis sabe y siente que ha nacido para comunicar y ayudar de manera sencilla a llevar una vida sana y mucho mejor.
De contenido opuesto totalmente, habló la periodista Marisa Cuyás en La Revoltosa. Presentaba su primera novela “Melodía de un violín desafinado”. Aunque ella se hace llamar aprendiz de escritora y este libro es el primero que ve la luz, no ha sido el único escrito. Es la consecuencia de un primer relato “Pétalos de sangre”
“Lo escribí y no me atreví a presentarlo, por vergüenza”, confesó Cuyás, que en su etapa como jefa de prensa de la Semana Negra conoció a innumerables escritores. “Escribir esta novela fue como ir al psicólogo, además de soltar muchos de los kilos que llevaba en la mochila”, apostilló, y reconoció que muchas fueron las madrugadas en las que sentó al ordenador: “A esa hora me venía la idea y me tenía que levantar a escribir”. Bien rodeada de fieles amigos, firmó ejemplares en un día que seguramente la impulsará a seguir el camino de escritora de novela negra donde “no haya sangre, pero que tenga mucha maldad”, como bien apuntó la autora entre risas.