«Lo del Soccer es uno de esos temas que comienzan a tener olor. El coste de una instalación que prometía revitalizar la zona ha sido engullido por la podredumbre, los cristales rotos, la suciedad y la inseguridad ciudadana»
(Fotos: A. Damián Fernández)
Gijón es una ciudad crispada, soliviantada. Los dos últimos años están siendo devastadores para la paciencia de los vecinos, obligados a salir a la calle y denunciar a voz en grito la inacción y el abandono de sus gobernantes. No son sólo pequeños grupos politizados, sino que el cabreo se esparce en la gente de a pie, esa que no vive afiliada a unas siglas.
Y eso es lo preocupante. Porque las iniciativas que se rebelan suman ya el suficiente número de firmantes como para que Ana González y su séquito comience a tomar nota. No en vano hace unos días tuvimos una concentración (una más) de Stop Muro, los vecinos de El Coto rompen relaciones con el concejal-emperador, los conductores de clásicos inundan con sus vetustos cláxones, en Pumarín se suben por las paredes por la pérdida de plazas de aparcamiento, y los olvidados de las afueras nos recuerdan el deterioro y abandono que sufren las parroquias rurales. Nunca en la historia reciente de Gijón se habían concentrado tantos fuegos apuntando a la gestión de sus gobernantes. Y ahora, esta misma semana, Nuevo Gijón se levanta en armas y planta un ultimátum: o el concejal del ramo pone remedio al Soccer World o lo ponen ellos…
Dice Tuero, el concejal de Deportes, que han hablado mucho con los vecinos, que el problema exige paciencia y buena letra. Dos años después de las elecciones, alguno cree que está todavía en periodo de gracia. La cantinela de que los cambios requieren tiempo suena a disco rallado mientras se acumulan problemas sin solución. Pero lo del Soccer es uno de esos temas que comienzan a tener olor. El coste de una instalación que prometía revitalizar la zona ha sido engullido por la podredumbre, los cristales rotos, la suciedad y la inseguridad ciudadana. Porque los vecinos, cansados de vivir con un vertedero bajo sus ventanas, han llegado a denunciar hasta 3 incendios en el año y medio que lleva cerrada la instalación.
Por si fuera poco, en mayo se informa de una medida que ha sido como una garrafa sobre el fuego del ánimo del barrio. El Ayuntamiento desembolsará más de medio millón de euros para indemnizar a “Fútbol es nuestra vida”, empresa explotadora del complejo, mientras no se invierte un duro en limpiar las instalaciones que, según se puede comprobar en las fotografías, son completamente accesibles a través de las cristaleras rotas. Porque además de no limpiar, el Ayuntamiento no ha sido capaz de arrancar las esquirlas de las ventanas reventadas ni tapiar los accesos.
Ante esta inacción, los vecinos se han plantado y el pasado día 8 pusieron en marcha una cuenta atrás supeditada al cumplimiento de cuatro puntos fundamentales:
1. Dedicar los 542.690 euros a proyectos para la zona de Nuevo Gijón , Perchera y la Braña decididos por sus vecinos y vecinas en un proceso de participación comunitaria.
2. Recuperar y poner en funcionamiento las instalaciones como espacio público donde poner en marcha un proyecto significativo para el barrio y la ciudad, centrado en la salud y el deporte , abriendo un proceso de participación para decidir los usos y gestión concretos de la instalación.
3. Se lleven a cabo las labores de mantenimiento necesarias para evitar los problemas de insalubridad y medioambientales que el cierre de la instalación provoca.
4. Se elabore un proyecto de urbanización del entorno que recupere un espacio abandonado y degradado en un espacio más de la ciudad.
Ayer, día 17, se acababa la cuenta atrás que la asociación le ha puesto al Ayuntamiento. Como respuesta, Tuero les convocó a una reunión en la que prometió limpiar el exterior, asegurar la fachada junto con las tapaderas y cristaleras rotas, y dar a conocer el pliego del nuevo concurso a los vecinos antes que nadie. Sin embargo, parece que no hay resquicio a los anhelos de la Asociación, que sigue insistiendo en que se está desperdiciando una oportunidad única para demostrar perspectiva comunitaria para los 22.000 metros cuadrados que deberían dinamizar la zona.
Hoy, a las seis de la tarde, toca asamblea y que decidan los vecinos. Seguir en la lucha o dar una nueva oportunidad a un gobierno local que parece no ser funcional sin los gritos desesperados de sus ciudadanos.