La Asociación de las Víctimas del Terrorismo cifra en 27 los asturianos asesinados por la banda. Los últimos ataques en la región se produjeron en 2004 en Gijón, Ribadesella y Llanes
Gabriel Cuesta
El 20 de octubre de 2011 ganó la democracia frente al terror. Al fin, ETA anunciaba el cese definitivo de su actividad armada después de 50 años en los que la banda terrorista se llevó por delante la vida de más de 850 víctimas. Políticos, policías, guardias civiles… Entre los asesinados se encuentran 27 asturianos, según los datos que maneja la Asociación de Víctimas del Terrorismo, sin olvidar varios atentados que sus militantes realizaron en la región. A la mayoría de ellos se les arrebató la vida cuando vivían fuera de Asturias.
Toca hacer memoria. La primera víctima asturiana cayó a manos de ETA en 1974. Madrid, una cafetería del centro. Manuel Llanos, de Somiedo, trabajaba tranquilamente cuando una bomba estalló en el local. Pasaron casi 30 años en los que otros 26 asturianos fueron asesinados por la banda. La última víctima fue en 2002 Juan Carlos Beiro, un guardia civil langreano que vivía en la localidad navarra de Leiza. Otra bomba. El comando que llevó a cabo el operativo sigue en libertad. Ese mismo año también fue asesinado el concejal socialista Juan Priede, piloñés que ejercía como edil en Orio. Los terroristas le dispararon en varias ocasiones cuando se encontraba en un bar. Poco antes, en agosto de 2000, una asturiana se convertiría en la primera mujer agente de la Guardia Civil que caía a manos de ETA. Se trata de Irene Fernández Perera, a cuyo coche colocaron una bomba lapa.
Últimos atentados
Asturias tampoco se libró de sufrir varios atentados de cerca. En 1996 ETA colocó dos bombas en Gijón: una frente al Palacio de Justicia y otra en la farmacia de la Avenida Manuel Llaneza, de aquella regentada por Daniel Palacio Fernández, marido de la exalcaldesa socialista Paz Fernández Felgueroso, que por aquel entonces ocupaba el puesto de secretaria de Asuntos Penitenciarios. Un año después un comando lanzó tres granadas contra el cuartel de la Policía Nacional en Oviedo. Afortunadamente, nadie falleció. Dejaron dos heridos leves e importantes destrozos en las instalaciones.
Los últimos ataques se perpetraron en 2004. Un artefacto explotaba en Ribadesella, en la fiesta de las piraguas y otro en la playa de San Lorenzo, cerca del Rinconín. Un varón de 78 años que paseaba por la zona resultó herido. También se produjo una última explosión en Llanes, muy cerca de los Cubos de la Memoria de Agustín Ibarrola, reconocido artista vasco perseguido por la banda y cuyas obras fueron atacadas en varias ocasiones. Entre ellas, su conocido y emblemático Bosque de Oma. En ninguno se produjeron víctimas mortales, pero sí heridos.