Un primer tanto del ‘azul’ Hassan al inicio de la segunda mitad fue equilibrado por otro del ‘rojiblanco’ Gelabert, en un tenso encuentro que hubo de ser detenido durante un cuarto de hora por el lanzamiento de objetos contra Cote y Guille Rosas
¿Un primer encuentro prometedor en lo técnico? ¿Un resultado decepcionante para aquellos ávidos de una victoria rotunda? ¿Un ejemplo de lo que no se debe hacer en cuanto a la actitud del público? Desde que, pasadas las once de la noche de este sábado, el árbitro pitase el final del encuentro, están corriendo ríos de tinta acerca de lo vivido ayer en el Estadio Carlos Tartiere, coliseo en el que se disputó el primer derbi asturiano de este año. Por supuesto, son muchas las interpretaciones posibles, y variados los estados de ánimo que ese cara a cara entre ‘gijoneses ‘rojiblancos’ y ‘azules’ ha dejado en cada una de las aficiones. Pero los hechos son los hechos, y el hecho incontestable es que, pese al buen juego desplegado, ni el Sporting, ni el Oviedo lograron imponerse a su rival. Rodeado por una expectación máxima hasta sus últimos segundos, el duelo finalizaba con un gol para cada uno de los equipos, con la balanza de los puntos cayendo hacia el lado de los ovetenses… Y con un cierto sabor agridulce en los paladares, motivado por el lanzamiento de objetos contra los sportinguistas Guille Rosas y Cote desde la grada. Un comportamiento que obligó a suspender el juego durante un cuarto de hora en el primer tiempo, y que hoy varias voces no dudan en calificar de «bochornoso».
Todo derbi es, por definición, un despliegue de pasiones, algo que quedó claro ya en los instantes previos al comienzo del juego. Aunque sin incidentes reseñables, las aficiones demostraron hasta qué punto el encuentro de ayer contaba con un simbolismo especial; sus cánticos y eslóganes lo dejaron bien sentado. También hubo instantes para la ternura y la emoción; sobremanera cuando la alineación ‘rojiblanca’ salió al campo portando camisetas con el mensaje «Ánimo J. Bernal», una muestra de apoyo al mediocentro Jesús Bernal, incapacitado para jugar toda la temporada por una lesión de rodilla, y que fue tremendamente aplaudida por la ‘mareona’. Por fin, a las nueve de la noche el sonido del silbato que empuñaba el colegiado riojano Sesma Espinosa soltó la correa metafórica de la calma, y los dos equipos se lanzaron a la lucha. Lo hicieron, eso sí, con prudencia, sin que se viesen amenazas claras para el contrincante, ni un juego particularmente rompedor por ninguno de los dos lados.
La sombra llegó en el minuto 39; al paso de Cote y Guille Rosas, desde la grada oviedista comenzaron a llover bolas de cartón, hechas con las cartulinas utilizadas para confeccionar el logotipo del Oviedo en la previa. Una primera llamada a la calma por medio de la megafonía se reveló ineficaz, de modo que espinosa optó por cortar por lo sano: alertó al delegado de campo y decretó el cese temporal del juego, enviando al Sporting y al Oviedo a los vestuarios. Allí estuvieron durante trece minutos, hasta que los ánimos se tranquilizaron y, por fin, fue factible regresar al césped.
Aunque con un ojo alerta ante la posibilidad de que se repitiesen incidentes así, la segunda mitad del encuentro demostró ser mucho más emocionante en lo futbolístico. Nada más sonar el silbato Hassan, el astro de los ‘carbayones’, lograba sortear a Yáñez y encajar encajar un tanto en la puerta ‘playa’, el primero de la velada, algo que pareció insuflar energías a todos los que poblaban el campo. A unos, por la cercanía de la victoria, y a otros, por el temor a la derrota. En los minutos siguientes la técnica fue ama y señora del encuentro, hasta que, a sólo diez minutos de que el árbitro señalase el final, la alegría de los del Oviedo se disipó de un plumazo. Gelabert se vengaba de Hassan robándole el esférico y coordinándose con Dubasin para, de un golpe cargado de puntería, batir la portería de Escandell, quien pudo tocar el balón, pero no detenerlo. La alegría recorrió la grada visitante, aunque por poco tiempo. En cuestión de minutos Espinosa confirmaba el final del duelo, y daba paso a una aritmética, la de los puntos, que inserta al Real Oviedo, equipo local, en la promoción, y que aleja de ella al Sporting.
Buen partido y buena actuación arbitral. Lo unico desdeñable, la actuación de cuatro payasos que apunto estuvieron de costar la suspensión del partido.