«Si El Molinón estuviera dentro del Catálogo Urbanístico y tuviera algún tipo de protección, podríamos solucionar gran parte de sus problemas»
Vaya por delante que la idea que voy a plantear en el artículo de hoy no es cosa mía. Fue una propuesta que me lanzó Marcos, un día que estábamos hablando de edificios, del Sporting y no sé cuántas cosas más, pero que creo que os puede gustar. A mí me encanta.
Empecemos, como siempre, con un poco de contexto. No soy un experto en la historia del Sporting, ni muchísimo menos, aunque tengo la suerte de compartir medio con compañeros que sí lo son, y mucho, como Frichu Yustas, o con románticos del futbol, como Monchi Álvarez; así que no esperéis que el planteamiento que os voy a hacer tire de las raíces históricas de nuestro querido Sporting. No soy tan atrevido. Pero volvamos al contexto. El pasado 31 de octubre el Sporting emitía un comunicado en el que anunciaba que el Ayuntamiento de Gijón le había dicho que era necesario cerrar algunas partes de las gradas de El Molinón, al presentar dichas zonas posibles riesgos estructurales.
Concretamente, 120 asientos de la Grada Norte y 219 asientos de los sectores J y K de la Grada Sur. El asunto, a nivel político, es un poco un hazmerreír, si tenemos en cuenta que, escasas semanas antes, el Gobierno municipal salió diciendo que el estadio estaba bien y no necesitaba reformas. Peor se pone la cosa si echamos la vista un poco más atrás, y leemos declaraciones del concejal de Urbanismo anunciando que se iba a acometer una reforma de 75 millones de euros en el estadio. Es decir, primero que sí, luego que no, y luego, pues que hay que cerrar una parte de la grada, de momento, porque parece que hay problemas estructurales. No os cuento ya nada si miramos un año para atrás, o algo menos, y hablamos del despropósito de la candidatura de El Molinón como posible sede del Mundial de Futbol de 2030… Entre propuestas de cambiar el campo de sitio, moverlo un poco, proclamas políticas de que todos juntos ahora, pero luego no, y anuncios en los mupis que serán recordados en los anales de la publicidad institucional más bizarra, todo quedó en nada.
En nada no, porque el asunto por el que escribo este artículo, y el único que me pueda preocupar de todo esto, es que nuestro campo, el de los aficionados del Sporting, pero sobre todo y por encima de lo demás, el campo propiedad municipal, propiedad de todos los gijoneses aficionados o no al futbol, ha quedado en un segundo plano. Nadie mira para él.
La propuesta que me planteaba Marcos, y que jurídicamente es viable, es… ¿Por qué no elevar este equipamiento público a la categoría de bien protegido y recogido en el Catálogo Urbanístico de la ciudad? Consultando todo con detenimiento, la propuesta sería muy acertada, por muchos motivos.
Para los que soláis leer estas columnas, esto ya os sonará. Aun así, os quiero recordar que esto del Catálogo es un documento municipal donde se recogen todos los bienes que están en el municipio de Gijón que tienen valor patrimonial, histórico, que dotan de sentido a nuestro paisaje y a nuestra historia como municipio o como ciudad. Hay edificios, patrimonio industrial, mobiliario, parques, jardines, hórreos, yacimientos arqueológicos, cementerios, árboles singulares, etc.
Estos elementos, al estar catalogados, gozan de distintos grados de protección que obligan a sus propietarios a velar por ellos. Y, en el caso de que los propietarios no lo hagan, habilitan al Ayuntamiento a actuar sobre ellos para su cuidado y mantenimiento.
Intuyo que ya todos veis por dónde voy. Si El Molinón estuviera dentro del Catálogo Urbanístico y tuviera algún tipo de protección, podríamos solucionar gran parte de sus problemas. Me explico. Al estar catalogado y protegido, la propiedad, que en este caso y para más inri es la propia ejecutora de la norma, está obligada a mantenerlo en las condiciones adecuadas que estarían reflejadas en la ficha del catálogo. Es decir, tendría que actuar sobre los problemas estructurales para que no se caiga. Por supuesto, tendría que actuar sobre la fachada, que cabe recordar, y no es un hecho menor, en sí misma ya es una obra artística a proteger, y no abandonar como en la actualidad. Me refiero a la envolvente exterior, obra, el diseño, de Joaquín Vaquero Turcios. De igual manera, el que actualmente es el estadio de futbol en funcionamiento más antiguo de España, nuestro Molinón, vería blindada su ubicación, preservándose así una de las enseñas que lo hacen especial y único, dado que figuraría en esa imaginaria ficha del catálogo.
Como veis, la normativa obligaría, en teoría, a mantener el Estadio en condiciones adecuadas, no como en la actualidad. Además, simplemente con que cualquiera de nosotros metiera por registro de entrada a través de un sencillo formulario tipo «El bien xxxx (El Molinón) presenta esta deficiencia o rotura…», o cualquier aspecto que contravenga la ficha que protege ese bien, el Ayuntamiento estaría obligado, sí o sí, a actuar y a responder. ¿Os imagináis algún bien de propiedad municipal que pueda ser más visitado – y, por tanto, ‘vigilado’ – en Gijón que nuestro querido Molinón? Seguramente no lo hay.
Los fundamentos teóricos para hacer esto, lo de meterlo en el Catálogo, son también bastante conocidos. Por delante está toda la historia del lugar, partidos, hechos relevantes, conciertos, etc. El Molinón es, sin lugar a dudas, un edificio vinculado totalmente con la historia de la ciudad. Como lo es una carbayeda, o un cementerio, o una farola, o un edificio. Debe ser protegido. Pero, además, están otros pluses con los que cuenta a la hora de hacer esta propuesta, como la escama exterior de Vaquero Turcios antes mencionada, una obra de arte en su conjunto. O intervenciones constructivas históricas realizadas en el edificio, como una reforma de 1951 ejecutada por Juan Manuel del Busto, José Avelino Díaz y Fernández Omaña, Miguel Díaz Negrete y otros, o una actuación por parte de Miguel García de la Cruz en 1928.
Motivos para catalogar el actual Estadio Municipal El Molinón – Enrique Castro Quini como un elemento patrimonial de nuestra ciudad de una manera real y jurídica, y que trascienda de la propiedad del club y de quien ocupe los sillones de la casa consistorial hay muchos, de sobra. Voluntad para hacerlo, ya no lo sé. Dudo que esta propuesta la haga suya algún grupo político, pero ¿sabéis lo mejor? no hace falta que lo hagan. Juntarse, firmar -pongamos 10.000 firmas- y llevarlas a un pleno municipal para que se ejecute esta idea (o dejémoslo en que se estudie al menos) es más fácil y más rápido, y además haría que la visión de Marcos fuera un poco de todos y cada uno de los que fantaseamos con que ese estupendo campo de futbol siguiera donde está, y bien conservado, otros 116 años. Y más.