Se va a convertir en hotel, un nuevo hotel para una ciudad que no cesa en abrir su patrimonio arquitectónico y su futuro al turismo
Esta semana vamos a darle una vuelta a un edificio que es de esos, estoy seguro, que todos reconocemos y que más o menos ubicamos en la ciudad: el antiguo edificio del Monte de Piedad. Ubicado en la calle Instituto número 12, es un edificio relativamente grande, con más de 2.500 metros cuadrados construidos, y que a poco que nos fijemos en él nos resultará muy llamativo, además de por su actual color – yema de huevo- por sus formas; mejor dicho, por la combinación de ellas, de líneas rectas y curvas, sus barandillas de tubo, sus peculiares viseras y su torre en esquina.
El motivo por el que hoy escribo sobre este edificio es porque en los próximos meses lo veremos en obras, puesto que se va a convertir en hotel, un nuevo hotel para una ciudad que no cesa en abrir su patrimonio arquitectónico y su futuro al turismo. Hay varias cosillas de las que me gustaría hablar. Para empezar, del edificio en sí mismo. Lo primero que os recomiendo es que, si podéis, después de leer este artículo, os deis una vueltina por la ciudad y vayáis a disfrutarlo, ya que quizá no quede mucho tiempo para verlo tal y como está. Para continuar, os cuento unos cuantos datos sobre él: fue diseñado por José Avelino Díaz y Fernández-Omaña, arquitecto municipal de 1932 hasta 1958, quien destacaba, en especial, por sus diseños racionalistas, como es el caso que nos ocupa, quizá el mejor ejemplo de este estilo en la ciudad. Fue autor también de otras obras en la misma línea, como La Escalerona, el edificio de la Fundación Honesto Batalón, o el antiguo parque de Bomberos y actual sede de la Policía Local (aunque le queda muy poco de seguir siendo esto último), en la Avenida Hermanos Felgueroso, entre otros. El edificio que nos ocupa está, como no podía ser de otra manera, reflejado en el Catálogo Urbanístico Municipal, con la ficha ED-66-I, y cuenta con protección integral. Si echáis un vistazo veréis que no se han molestado mucho en destacar ningún elemento del edificio, ni características, ni nada en dicha ficha, y fían la protección al propio conjunto. Conjunto que es mejor contemplar in situ, así que si al final os decidís por la vueltina para ir a verlo, fijaos en lo que señalamos al principio de curvas y rectas, barandillas de tubo, viseras, etc., y además en sus dos esquinas características, la que culmina con un torre (en la que en sus inicios había un reloj a semejanza del que había en el edificio de ALSA), que es la esquina entre la calle Instituto y San Antonio, y en su esquina opuesta, redondeada y escalonada en alturas, que da a la plaza del Monte de Piedad.
En el futuro próximo de este edificio se intuye una reforma que, por lo que ha ido trasladando poco a poco la nueva propiedad, no parece que vaya a ser de esas que se lleven por delante el valor patrimonial e histórico del conjunto edificado. Se prevé un hotel de no muchas habitaciones, un poco de lujo, en donde parece, insisto, parece, que lo que se busca es mantener la esencia racionalista y funcional del diseño original de este magnífico edificio. Así que, por ese lado puede que sea uno de los pocos casos en los que el resultado final mejore la situación actual de las instalaciones. Siendo como es un edificio protegido integralmente, eso es lo que cabría esperar de cualquier intervención, pero en esta ciudad ya hemos aprendido que con nuestros edificios pueden pasar cualquier cosa. De hecho, el tercer y último asunto peculiar del inmueble que nos ocupa hoy es su propiedad. En su momento fue una inversión pública que, por el devenir de los cambios legislativos primero y los cambios de propiedad respecto a la propiedad original después, acabó en manos de un banco, Unicaja concretamente, que simple y llanamente lo ha vendido al mejor postor y se ha quedado con les perres.
Este modelo de lo público que se acaba privatizado para el enriquecimiento de unos pocos pasó con compañías telefónicas, empresas de carburante, empresas de servicios y muchas otras, en donde sus inversores encontraron unos beneficios maravillosos al pasar a gestionar propiedades, bienes y de todo, para las que no tuvieron que invertir ni un euro en origen. Este edificio del Monte de Piedad es un ejemplo de ello. Un edificio que debería haber revertido a propietario público una vez que toda la controversia del cambio de Monte de Piedad a Caja de Ahorros de Asturias y posteriormente a Unicaja, conllevó el paso de una propiedad financiada públicamente, a un banco sin ningún tipo de retorno al capital público.
Un banco que ahora lo deja en manos de un inversor para transformarlo en un hotel de lujo. Nuevos tiempos para unas viejas paredes.