Un edificio guapo, llamativo y original
Esta sección que acoge el diario Mi Gijón pretende recopilar aquellas cosas que están pasando en Gijón fijándonos en los edificios que conforman nuestra ciudad. En demasiadas ocasiones ese trayecto nos llevará a ciertas decepciones y desencantos por la pérdida de patrimonio arquitectónico, el urbanismo especulativo, lo hortera… O, dicho de otra manera, por la pérdida de coses guapes que además contribuyen a dar el toque diferenciador al paisaje urbano gijonés. A su paisaje y a quienes lo habitamos. Hoy no es el caso de apenarnos, porque hoy quiero hablar de una de esas cosas guapas y a contemplar que tenemos en Gijón y de las que van quedando menos. Un edificio enclavado en uno de los centros históricos más conocidos, en una ciudad que no tiene centro, dicho sea de paso, como es la Plazuela San Miguel, y que ocupa su número 10.
Hoy en día. la pérdida de árboles y la más que discutible gestión municipal de la zona verde de la Plaza, permite que la visual de este edificio desde la misma sea espectacular. Como ya adelanté en la presentación de esta sección, no debéis esperar una concienzuda descripción técnica de los elementos que nos encontramos, sino más bien una muestra de detalles que todos podemos observar a pie de calle, y luego cada cual puede profundizar con la bibliografía existente al respecto del estilo, del autor, o de la propia construcción histórica de la ciudad.
Lo mejor es comenzar por lo que se ve, y es que se trata de un edificio guapo, llamativo y original. Es una obra del gran ‘hacedor de ciudad’ y arquitecto Manuel del Busto, desarrollada en 1931 por encargo de Manuel Zardaín. Su estilo, que sin duda es lo que más nos llamará la atención, es Art- decó, estilo del que Manuel del Busto fue uno de los mayores, sino el mayor, impulsores y desarrolladores en nuestra ciudad. Hecho este no menor, dado que contribuyó a dotar de una nueva imagen colectiva a la identidad visual y constructiva de Gijón, y a desembarcar con una nueva estética al son de lo que sucedida en otras grandes ciudades europeas y, especialmente, estadounidenses.
Cabe recordar, por situar unos breves antecedentes, que nuestro ilustre Manuel del Busto viajó por numerosos lugares, bien por ocio o bien aprovechando su trabajo en otros sitios distintos a Gijón, y se dio un paseín por Estados Unidos a finales de los años 20 del siglo pasado, época en la que, en algunas ciudades del este de EEUU, hacía poco que había comenzado el fervor por este estilo arquitectónico – y no solo arquitectónico- que comenzó a finales de la Gran Guerra y que se mantuvo hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Bueno, salvo en España, por la razón obvia de estar pasando por un levantamiento militar y una posterior guerra civil. Cuando aquello acabó, algunos de los diseños que habían quedado congelados por la guerra se ejecutaron a posteriori en este estilo, el Art-decó. Estilo que debía ser “camuflado” con exageradas decoraciones clásicas, o monumentales, puesto que la reciente dictadura traía consigo, además, una serie de imposiciones estéticas a la arquitectura en la que los estilos racionalista o art- decó no eran bien vistos, cuando no directamente vetados.
Pero volvamos a la belleza, que tiene y mucha el edificio del que estamos hablando. El mejor punto de observación es desde la propia Plazuela, desde donde podremos estudiar tranquilamente todo el edifico y estaremos a salvo del tráfico circundante. Desde allí podremos observar todo su esplendor. Comenzando por la entrada, por su puerta y por la decoración en la fachada. Si os fijáis, una de las características de este estilo en general, y de este edificio en particular, es esa especie de zig-zag, con forma de rayo o escalera, que podemos ver rodeando la puerta de entrada, ya diseñada así desde el origen del edificio. De igual manera, la utilización de este diseño en escalera o zig- zag circunscribe toda la cornisa superior y lateral del edificio, dotando de esta manera a todo el conjunto construido de una verticalidad a imitación de sus hermanos mayores, los rascacielos norteamericanos. Esa búsqueda de la verticalidad lograba aligerar la presencia del edificio. Volviendo a la puerta de entrada, en su parte superior podéis ver una llamativa decoración con motivos precolombinos, con una destacada cabeza de serpiente en el centro. De igual manera la decoración geométrica abunda por toda la fachada, debajo de los huecos o en la parte superior de las ventanas, los elementos decorativos geométricos amenizan el conjunto.
El edificio cuenta con protección integral, que prohíbe la ampliación de su altura y condiciona la conservación de los espacios comunes y de los espacios interiores, así que, por suerte, este bellezón tiene su preservación bastante garantizada y, observando su excelente estado actual de conservación, parece que por ese lado no debemos preocuparnos.
Solo añadir que mucha de esta información, así como algunas imágenes de sus planos originales, figuran en la ficha del Catálogo Urbanístico de Gijón, de acceso público y que en este caso es la denominada ED-123-I. Daos un paseín y disfrutad de este, y de otras maravillas, de las que podréis disfrutar solo con explorar tranquilamente la ciudad de nuestros amores.