Aunque eclipsadas en popularidad por las librerías, los autores o los libros, las empresas de edición literaria basadas en la región cosechan unos resultados envidiables; algunas son, incluso, las mejores de su campo a escala mundial
Vamos a proponer al lector un pequeño juego. Algo sencillo, ágil, que sólo requiere de un mínimo de cultura general. Consiste en citar de memoria tres películas, tres actores, tres actrices, tres directores cinematográficos… Y tres guionistas. No diez, ni cinco. Sólo tres. Es muy probable que para la gran mayoría haya sido fácil dar respuesta a las cuatro primeras cuestiones, pero muy difícil, si no imposible, hacer lo propio con la quinta. Pues bien, algo similar sucede en el ámbito literario. Libros, autores y librerías son conceptos que fácilmente pueden asentarse en la mente del público, pero no ocurre lo mismo con las editoriales, las grandes desconocidas de dicho mercado. Y eso que su papel no es sólo crucial, pese al progresivo auge de fórmulas como la autoedición; en el caso concreto de Asturias, el grueso de ellas vive una auténtica ‘edad de oro’, aupadas por la riqueza de la producción escrita de estos tiempos, por el abrazo de los lectores y, todo hay que decirlo, por una bien merecida reputación de calidad y bien hacer. Tanto es así que algunas han llegado a convertirse en referentes internacionales de su campo concreto. Todo un currículum que ahora, en este Día del Libro de 2024, confían en que llegue a ser más y mejor sabido.
Hoy el Gremio de Editores de Asturias agrupa bajo su ala a un total de 35 empresas; muchas de ellas, pequeñas editoriales con capacidad para lanzar sólo uno o dos títulos al año, pero otras, auténticos titanes de la industria, con decenas y hasta cientos de volúmenes en catálogo. A su frente, desde noviembre de 2023, se halla Daniel Álvarez Prendes, quien hace ahora once años, precisamente en el Día del Libro de 2013, fundó en Gijón la editorial Hoja de Lata. Una doble condición, la de empresario y presidente del gremio, que le aporta el suficiente conocimiento como para saber que «estamos en un momento de transición; hemos pasado de tener pocas editoriales de tamaño medio, muy tradicionales y consolidadas, a una miríada de pequeños sellos bastante jóvenes, muy dinámicos y especializados, con una heterogeneidad de géneros tremenda y muy ricas». Nombres como Satori, mascarón de proa de la literatura sobre Japón en el mundo hispanohablante, o Trea, Premio Nacional a la Labor Editorial, dan fe de la buena salud de ese músculo. Y eso que los datos de consumo literario no invitan al optimismo: casi el 40% de los españoles admite no leer nada.
«En Asturias estamos un poco por debajo de esa media, pero la competencia con otras formas de ocio es fuerte, y la población lectora se está estancando», reconoce Álvarez. Por suerte, opina, el sector ha encontrado un sólido contrapeso en las librerías, en su compartimiento para con los autores y, por extensión, las editoriales. «Si, por ejemplo, vas al escaparate de Cervantes, la mitad del espacio se lo reparten los dos principales grupos editoriales, pero la otra mitad la comparten un millón de pequeños sellos«, detalla. Algo que en países como Francia, Italia o Reino Unido «no es tan fácil; hay una primera división de grandes editoriales, con presencia en todas partes, y a las pequeñas les cuesta visibilizarse». Así las cosas, no es raro que Álvarez sea optimista y descarte una posible desaparición futura de los libros. «Pensemos en los podcasts; a nivel generalizado, llevan unos cinco años con nosotros. El libro tiene 3.000 años de historia. Se le dio por extinto a principios de este siglo, porque llegaba el digital, pero ahí sigue veinticinco años después». ¿Cómo puede ser posible? Porque ahora mismo «leer es revolucionario. Es ir contracorriente, aislarte de todo, dedicarte a ti mismo, estar en una atmósfera de silencio y recogimiento. Es ir contra los tiempos; por eso lo más transgresor ahora es ponerte a leer un libro«.
Aunque relativamente joven, Pez de Plata puede enorgullecerse de ser una de las editoriales mejor apuntaladas de cuantas operan desde Asturias. Fundada por Jorge Salvador Galindo en 2010, desde entonces su leitmotiv ha sido siempre primar a «esos autores diferentes, más imaginativos y transgresores; siempre llegamos o demasiado pronto, o demasiado tarde a las modas, pero nunca ponemos un argumento comercial por encima de uno literario». El resultado es un catálogo ecléctico, con cerca de un centenar de obras, centrado en la narrativa pero diverso en temáticas, siempre en castellano y en el que destaca ‘La risa floja’, «la única colección de narrativa humorística que hay en España». Se trata, en suma, de la aportación de Galindo y su equipo a un gremio que, confirma, «tiene buena salud; en los últimos años se han impulsado muchísimos proyectos pequeños que se complementan». Por contradictorio que pueda parecer, para él el obstáculo se encuentra en la facilidad para publicar, rayana en la «obsesión, y que deberíamos controlar un poco, de modo que los lectores decidieran. Porque ni publicar te hace escritor, ni todo lo contrario«.
No sólo la prosa sigue seduciendo a los lectores. También la poesía se mantiene como objeto de deseo e, incluso, gana adeptos. Lo sabe bien César García Santiago, quien en 2016 apostó todo al verso. El resultado fue Bajamar Editores, especializada en la edición de poesía universal, afianzada en el mercado regional, cada vez más presente en el nacional y que, incluso, ha iniciado ya su expansión al resto del mundo hispanohablante. Cosa lógica, dado que el material de partida es de calidad. Juan Ignacio González, Yasmina Álvarez, Aurelio González Ovies… «En Asturias tenemos mucho nivel, y la poesía está ganando lectores entre los jóvenes«, reflexiona García. Las redes sociales están haciendo mucho por ello, pues se han convertido en la puerta de entrada de ese público bisoño a la prosa. Además, «después de la pandemia la gente se animó más a leer; eso es muy guay». Y, sobre todo, los avances tecnológicos han terminado de decantar la balanza. «La impresión digital posibilita tiradas pequeñas, que ayudan a tantear el mercado. Eso motiva a los autores».
Si Bajamar es el referente asturiano de la poesía, Satori (‘iluminación’ en japonés) se ha labrado una reputación más que seria como icono escrito de la historia, la cultura y la literatura niponas. Y no sólo dentro del Principado, ni tan siquiera de las fronteras del Estado español. Hoy por hoy, y tras casi quince años de trabajo, esperanzas y buena suerte, la editorial que en 2007 abrieron Alfonso García y Marián Bango se ha erigido en imprescindible para todo aquel lector hispanohablante que desee aproximarse al país asiático. «No es que buscásemos una temática concreta, pero estábamos muy ligados al mundo japonés», recuerda García. El experimento cuajó; desde aquella edición inaugural, ‘La restauración Meiji’ de William G. Beasley (hoy agotado), al catálogo de Satori se han añadido cerca de doscientos títulos de un centenar de autores; la mayoría, japoneses, pero también europeos. «Ha sido un proceso lento; el salto lo dimos en 2010, cuando a los ensayos incorporamos la literatura», añade García. El resultado es un vasto abanico de clientes, un 70% españoles y un 30% de Sudamérica, atraídos por nombres de las letras niponas como Tanizaki Junichiro, Natsume Soseki, Murasaki Shikibu o Sei Shōnagon; esta última, autora de ‘El libro de la almohada’, punto de partida de la literatura japonesa. «Es una moda, la del interés por Japón, que ha venido para quedarse«, defiende García, seguro de que ser algo a lo que, desde su posición, han contribuido. «Somos una editorial pequeña, pero creo que hemos ayudado un poco a esa difusión, a que ese país tan distante ahora se vea más cercano«.
Como Satori, la mucho más joven Milky Way (referencia anglosajona a la Vía Láctea) está ligada al lejano Japón. No obstante, el suyo es un enfoque más especializado; si se quiere, menos convencional. Porque el caballo de batalla de esta editorial, nacida en 2015 de la mano de Enrique Fuentevilla, es el manga, el inconfundible arte del cómic nipón; sobre todo, en sus versiones más alternativas. «Cuando empezamos, nos definíamos como La 2 de las editoriales de manga, porque editábamos libros para las minorías, alejados de lo mainstream«, ríe Fuentevilla. Desde entonces, y con alrededor de seiscientos títulos lanzados, elaborados por autores afincados en Japón, Milky Way toca casi todos los palos de este riquísimo mundo: seinen, la vertiente más madura del manga; shōnen, dirigido al público juvenil; kodomo, para los más pequeños… Y en aumento, porque el manga, «dentro del mundo de la novela gráfica, es el sector que más crece, a medida que se van rompiendo barreras«. No en vano, los días en que el consumo de este material era errónea e injustamente asociado a una minoría marginal e inadaptada hace tiempo que se esfumaron. «Los procesos son los mismos que los de un Premio Planeta», aclara Fuentevilla. «Y si la gente más joven no quiere leer el típico libro de toda la vida, vamos a animarle, al menos a leer».
Al hablar de la especialización editorial en la región no pueden ignorarse la fantasía… Ni tampoco el asturiano. Y esas son las dos premisas que, desde que iniciase su andadura en 2020, cumple Radagast. Bautizada en honor al ‘mago pardo’ de la saga ‘El Señor de los Anillos’, esta criatura, gestada y traída a la luz en Oviedo por Nicolás Bardio, se centra en el género fantástico y de ciencia ficción, principalmente en la lengua autóctona del Principado. «De alguna manera, durante años se interpretó que la literatura eran poemarios, novelas existencialistas… A nosotros nos gustan libros sobre monstruos, naves espaciales, crímenes… ¡Y en asturiano!«, celebra Bardio. En su caso, el concepto primordial es la rentabilidad; «nuestros autores saben que si no veden suficiente, no sacan otra, porque nos queremos quitar el sambenito de que las letras asturianas están subvencionadas». Así de tajante. Y funciona. «Globalmente, es un género que está funcionando muy bien, sobremanera entre el público millennial«, detalla. A ello están ayudando mucho las redes sociales y las ficciones audiovisuales, tanto en forma de películas y series, como de videojuegos. «Apostamos mucho por lo transmedia, por no quedarse sólo en la literatura. Nos gustaría poder adaptar nuestros libros al cine; una cosa arrastra a la otra«.
Si de experimentos literarios made in Asturias se trata, Nortegráfico ostenta una posición, cuando menos, pintoresca. Aunque en activo desde hace ya tres décadas, esta veterana empresa de servicios gráficos no dio el salto al mundo editorial hasta hace cuatro, centrándose, como no podía ser de otro modo dadas sus raíces, en libros fotográficos. «Pretendíamos demostrar que podíamos estar a la altura en otro tipo de productos más valorados en el mercado«, confiesa Vicente Fernández. Eso, y descubrir en el extranjero los volúmenes elaborados a partir de archivos fotográficos históricos, terminaron de convencerle de dar el paso. ¿El resultado? Obras como los dos volúmenes de ‘Puro Asturias‘, uno repleto de instantáneas de hace un siglo y otro, de imágenes de los años 50 y 60; o como la pareja ‘Puro Gijón‘, con la misma distribución temporal que el anterior, y que han tenido hasta ocho reediciones. «La historia gusta mucho; sobre todo, a los mayores», acota. «Por otra parte, lo digital está muy bien, pero la fotografía gana con el gran formato, que es lo que te aporta un libro«. De hecho, a juicio de Fernández, al única piedra en el camino son, en ocasiones, las librerías. «Echo de menos más apoyo en la visibilización de lo que se hace en Asturias; pasan unos días en el escaparate y, luego, al olvido», defiende. Y aporta una posible solución: que «todas las editoriales asturianas compartamos un espacio común, como literatura de ‘kilómetro cero’. Serían editoriales con denominación de origen«.
En el hipotético caso de que el sector de las librerías recogiese ese guante y crease dicha sección exclusiva de editoriales asturianas, la más reciente de sus integrantes no sería otra que Quanta Media, la apuesta más joven por el universo de la fantasía y de la ciencia ficción. Y lo de ‘joven’ es algo a remarcar; de vida todavía escueta, poco más de siete meses, este sello ya ha logrado poner en el mercado dos obras: la novela ‘Los siete de Dux’, bautismo de fuego de Quanta escrito, además, por su fundador, Damián Fernández, y ‘Canalla’, una antología confeccionada con relatos firmados por autores de la talla de Elia Barceló, Rodolfo Martínez, Víctor Conde, Pilar Sánchez Vicente o Carlota Suárez, algunos de los ‘grandes’ de las letras de ficción asturianas y españolas. Un logro nada desdeñable para una editorial surgida con dos objetivos principales: acabar con la tendencia de muchas otras de «vivir de los autores, no de las obras, que es algo que me saca de quicio», y servir de guía a autores noveles, «yendo de la mano con ellos, jugando con los plazos, aconsejándoles… No sólo publicar manuscritos, sino ayudarles a elaborarlos«. En lo que coincide con sus compañeros de gremio es en destacar el buen momento que las letras asturianas están viviendo; y no sólo a nivel de editoriales y escritores, sino también «de traductores y correctores. Sin ir más lejos, aquí tenemos a Cristina Macías, la traductora de ‘Juego de Tronos’. Para ser una región pequeña, en cuatro o cinco años hemos pegado un boom importante. Algo está empujando, y tenemos que aprovecharlo».