El acusado dio una fuerte patada a una silla de plástico que se encontraba en el patio del módulo y, con una de sus patas, a modo de maza, golpeó violentamente en la cabeza de la víctima
El acusado de matar a un preso del Centro Penitenciario de Asturias tras una discusión en el módulo donde ambos estaban internos reconoció hoy los hechos y asumió una condena de 10 años de prisión y otros 10 de libertad vigilada.
Tras el reconocimiento de los hechos ante el tribunal del jurado convocado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, con sede en Oviedo, el juicio quedó visto para sentencia, que se dictará en estos mismos términos, y el tribunal popular fue disuelto.
Los hechos
Entre las nueve y media de la noche y las diez del día 29 de julio de 2020, en el interior del módulo 6 del Centro Penitenciario de Asturias, cuando todos los internos estaban en sus celdas, se produjo una discusión a voces entre el acusado y otro preso.
Al día siguiente, tras el desayuno, sobre las nueve y veinte de la mañana, cuando los internos se encontraban en el patio del módulo, el acusado, todavía molesto y enfadado por la conversación del día anterior, se dirigió al otro reo para pedirle explicaciones. Este, que estaba sentado, se incorporó y le contestó que la pregunta que le había hecho la noche antes (si en la calle de las Cortes de Bilbao había muchas prostitutas y travestis) no tenía un segundo sentido.
Entonces, el acusado trató de meter su cabeza contra la suya, en actitud de reto, con la intención de comenzar una pelea, que no llegó a iniciarse, ya que se interpusieron otros internos, entre ellos, J. A. C. A. El hombre se alejó de la zona donde se había producido el encontronazo, mientras que el acusado se dirigió al gimnasio del módulo, con la intención de coger una barra, lo que le impidieron otros presos, entre ellos, de nuevo J. A. C. A.
J. A. C. A., que en ese momento tenía 54 años, medía 1,75 centímetros y pesaba unos 60 kilos. Sufría varias dolencias, tanto físicas como psíquicas. Por su estado de salud, necesitaba una muleta para desplazarse. Sobre las diez menos veinte de la mañana, J. A. C. A. se dirigió al acusado, diciéndole que no se metiera con chavales, que se metiera con él, que era «perro viejo» y tenía más años de cárcel. Hasta llegó a arrojar su chaqueta al suelo en actitud de reto, reto que en un principio el acusado no aceptó, diciéndole que por su estado de salud no quería pegarle.
Entonces, J. A. C. A. golpeó al acusado con su muleta, que le cayó al suelo. El acusado volvió a decirle que no quería pegarle pero J. A. C. A., alterado, le propinó dos bofetadas con el dorso de la mano y, al parecer, le dio dos golpes con un «pincho carcelario», que solo le causaron heridas superficiales.
A las diez menos dos minutos de la mañana, el acusado, molesto al ver que otro interno no le dejaba imponerse a los demás y que ni le temía ni le respetaba, dio una fuerte patada a una silla de plástico que se encontraba en el patio del módulo y, con una de sus patas, a modo de maza, golpeó violentamente en la cabeza a J. A. C. A., que cayó al suelo. El acusado volvió entonces a golpearlo, hasta que otros internos lo separaron y evitaron que siguiese agrediéndole.
Aunque J. A. C. A. se levantó del suelo por su propio pie y fue conducido por unos funcionarios a la enfermería del centro penitenciario, tuvo que ser trasladado en ambulancia al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde falleció a las seis menos cinco de la tarde de ese mismo día a consecuencia de las heridas sufridas.
Los hechos fueron considerados constitutivos de un delito de homicidio, con la agravante de reincidencia y la atenuante de arrebato. Tras reconocer los hechos, el acusado asumió una condena de 10 años de prisión, inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena y abono de las costas procesales. Además, la medida de libertad vigilada durante otros 10 años. La familia del fallecido se reservó el ejercicio de las acciones civiles.