Medio Ambiente confirma que la Policía Local y la EMA están sobre el caso, y que la empresa encargada de la demolición ya ha sido instruida sobre cómo debe proceder para evitar fugas; de ser preciso, se le exigirá que pague los costes de limpieza y análisis de los productos

Será difícil que la tranquilidad plena vuelva a Santa Bárbara con una simple declaración gubernamental, pero sí hay una cosa que los vecinos del poblado pueden tener clara: el Ayuntamiento, efectivamente, está trabajando sobre el caso de los vertidos oleosos que, en la tarde de este lunes, fueron detectados manando de la antigua nave de Vauste, actualmente en proceso de demolición. Tal como han confirmado esta misma mañana desde la Consejalía de Medio Ambiente, presidida por el edil del PP Rodrigo Pintueles, tanto la Policía Local como la Empresa Municipal de Aguas de Gijón (EMA) están analizando en laboratorio muestras del «líquido negruzco» que fluye hacia el alcantarillado, para determinar las características del mismo y su grado de peligrosidad. Además, en función del resultado de dichos estudios, no se descarta exigir a la empresa Lugaru, SA, encargada de las tareas de derribo del complejo, que abone los costes de la limpieza y de los análisis.
Por el momento, desde el Consistorio se han dado instrucciones al personal de la compañía en cuestión sobre cómo se debe proceder para evitar tales fugas, que por ahora se achacan a una combinación de las lluvias de estos días con las naturales tareas de demolición. Con todo, esa teoría no podrá darse por válida hasta que los técnicos del laboratorio la confirmen. En cualquier caso, el Ejecutivo gijonés ha llamado a la calma a los lugareños de Santa Bárbara; los mismos que, hace hoy tres días, alzaron la voz de alarma por la presencia de los polémicos vertidos. Poco después, a la lógica petición de explicaciones y actuaciones se sumaba Ecoloxistes n’Aición d’Asturies, entidad que no dudaba en recordar el oscuro pasado de la nave de Vauste desde que, en 2021, cesase definitivamente su actividad. Y es que, en estos años, los vecinos han advertido en reiteradas ocasiones de la constante presencia de flujos de líquidos malolientes, así como de los casos de vandalismo y, en definitiva, del estado general de abandono de la instalación.