«La sonrisa humilde que esconde el bigote de Floro construirá un socialismo que guste a todos, incluso a los que no les gusta el socialismo»
Vicente del Bosque tiene bigote. Su mostacho unió a una España sumida en el cansancio, el desánimo y la crispación. Nadie daba un duro por una Roja que arrastraba derrota tras derrota, cabreo tras cabreo, exabrupto tras exabrupto. Pero, de repente, el bigote de Vicente del Bosque, como una bocanada de aire fresco que barre todo lo caduco, supo contagiarnos ilusión y crear un proyecto que nos vinculó a todos. Y es que La Roja de Vicente fue una selección que gustaba a todos, incluso a los que no nos gustaba el futbol. Bajo el bigote de Vicente, las banderas y los himnos dejaron de representar a una parte del país para convertirse en un patrimonio de todos.
Manolo Preciado también tenía bigote, un bigotín más bien, con él que enamoró a esta ciudad y la hizo feliz ligándonos a todos en una mareona rojiblanca. Manolo se fue pero su bigotín, petrificado en los jardines de El Molinón, sigue sonriéndonos y recordándonos que está ciudad necesita ilusión como bálsamo para tanto cansancio, desánimo y crispación.
El socialismo gijonés también conoce el amargo sabor del cansancio, el desánimo y la crispación. Hasta hace unas primarias, nadie daba un duro por él. Pero, de repente, el bigote de Floro aparece en esta encabronada ciudad como un viento de cambio que sopla directo hacia la cara del tiempo, como un aire en el que flota la respuesta. Y algo en nuestro interior anuncia que la sonrisa humilde que esconde el bigote de Floro construirá un socialismo que guste a todos, incluso a los que no les gusta el socialismo.
Bueno, bueno , bueno. Menos mal que usted reconoce que no le gusta el futbol, por lo cual tengo que recordarle que cuando el Marqués de Del Bosque ganó la copa del mundo la selección española ya había ganado la copa de Europa en 2008 con Luis Aragonés como seleccionador, así que no creo que hubiera muchos aficionados «cabreados» con la selección.
Creo, también, que lo más destacado del entrenador Preciado era su humildad y claridad, con las que reconocía sus limitaciones y no dejaba que le pisaran en su trabajo y en sus opiniones. Pero también era generoso, sobre todo al hacer las paces con el impresentable de Mourinho.
El próximo candidato del PSOE tiene bigote, pues muy bien, nada más. Su trayectoria pública al frente de Proyecto hombre no la puedo valorar, la desconozco. Valoro que al llevar muchos años al frente de dicha institución no se va a desilusionar cuando los «políticos profesionales» comiencen a defraudarle o traicionarle, eso lo trae aprendido de casa.
Si Gijón es una ciudad «encabronada» solo hay un persona responsable, su alcaldesa Ana Gonzalez, pero también es responsable la organización que la escogió, que la respaldó y que no supo convencerla de que se pueda trabajar sin enfrentamientos, sin soberbia y buscando el consenso.
Lo que esperamos los que vivimos en Gijón es una ciudad más fácil para vivir, donde los políticos no despilfarren el dinero haciendo varias veces la misma obra, (por ejemplo el muro) donde por fin tengamos una estación de tren, donde las obras realizadas no permanezcan sin utilizar después de haber gastado cientos de millones, como el túnel del metrotrén,
Para finalizar le diré que lo que menos nos importa es si se construirá un socialismo o una ciudad socialista, porque creo que dado el socialismo que está construyendo el presidente Pedro Sanchez, al que los militantes escogieron y por lo tanto son responsables tanto como él, ese socialismo a la inmensa mayoría no nos interesa.