La zona centro y el barrio de Cimavilla conforman los distritos electorales 1 y 2, sumando entre ambos casi 36.000 habitantes. Mientras La Arena y El Bibio suelen tradicionalmente decantar su voto por los partidos de la derecha, en el casco histórico se inclinan más por la izquierda. Unos y otros reciben estos días las visitas de los candidatos para escuchar sus propuestas pero también exponer sus reivindicaciones y temas pendientes por resolver de cara a la próxima legislatura. Para Tita Caravera, presidenta de la AVV La Arena y Sergio Álvarez de Gigia, el gran reto del nuevo Gobierno municipal será definir un modelo de ciudad para Gijón en base al que ejecutar después, los diferentes proyectos.
El centro espera por la peatonalización del muro de San Lorenzo, la solución a los problemas de aparcamiento y el arreglo de la plaza de toros. Cimadevilla reclama un plan estratégico y transversal que aborde de forma global la problemática del barrio: desde el abandono y deterioro que aseguran sufrir, a la lucha contra el vandalismo, el diseño de un plan de movilidad que les conecte con el transporte público y medidas de pacificación entre ocio nocturno y los residentes. Ambas zonas consideran también fundamental poner límite al crecimiento de las viviendas turísticas para que los barrios no pierdan su identidad, fijen su población y atraigan a nuevos vecinos. “Los políticos deben de contar más con los ciudadanos, que somos los usuarios de la ciudad” asegura Caravera. “Independientemente del número de votos que estén en juego el próximo 28 de mayo”, dice Álvarez, “sería alarmante que sus promesas estuvieran dirigidas según los votos que puedan conseguir”.
“El Muro tiene que acabar siendo peatonal pero tardaremos años en verlo arreglado”
El cascayu y el choque entre las diferentes propuestas para aliviar de tráfico el muro de San Lorenzo centraron buena parte del debate político en la legislatura que ahora termina y será una de las grandes asignaturas pendientes para la próxima. Los candidatos y sus equipos ya han ido dando a conocer sus ideas. Mientras los de “Floro” apuestan por “pacificar el muro reduciendo el tráfico y ganando el necesario espacio para los peatones e ir eliminando el tráfico paulatinamente”, Moriyón apuesta por soterrar el tráfico del Muro hasta El Molinón “para ganar un 80% de zona de paseo”. Si bien tienen claro que “no podemos tener dos carriles pasando por delante de la playa como si fuera una autopista”, desde la asociación de vecinos La Arena, su presidenta Tita Caravera, apuesta por eliminar primero un carril y a largo plazo, que el muro llegue a ser “totalmente peatonal”. Sobre el soterramiento, asegura tener “miedo” por si el alto coste del proyecto “nos vaya a dejar otro furaco como el del Metrotren”. Eso sí, asegura, “de una forma u otra, tardaremos años en ver el Muro arreglado”.
El cambio en su configuración podría traer consigo la merma de plazas de aparcamiento en la calle, otro de los grandes quebraderos de cabeza de un barrio en el que la mitad de los edificios carecen de garajes. La salida al mercado de plazas en el parking de la avenida de Castilla, solución prometida por el anterior Gobierno municipal para paliar este problema, “no ha servido para nada porque los precios son muy caros y el resultado es que han quedado un montón sin alquilar”, cuenta Caravera que añade “a ver si el nuevo Ayuntamiento ve manera de bajarlos”. La construcción de más parkings públicos, por ejemplo en la zona de cocheras, sería otra solución pero “somos conscientes de que esto será a largo plazo”. En general, el movimiento vecinal gijonés ha echado de menos “dialogo con los vecinos” durante la pasada legislatura. Un ejemplo, la ejecución de las obras de dragado de los estantes de los patos en el parque de Isabel La Católica comenzó sin que “nadie nos avisara” y tampoco “nadie nos ha hecho caso con la petición de limpieza de las estatuas del parque, que urge”. En el barrio con más población envejecida, también preocupa la escasez de espacio y actividades dirigidas a las personas mayores, muchas de las que viven en soledad no deseada. Al gobierno que resulte elegido tras el 28-M, le piden que gestione mejor los presupuestos públicos “para que no sobre dinero a final de año” y escuche más a los vecinos “aunque ya sabemos como son todos una vez llegan al poder”.
Cimavilla pide inversiones en servicios y rechaza “que todo se enfoque al turismo. Queremos un barrio en el que se pueda vivir”
Con 2.700 habitantes, los votos de los vecinos de Cimavilla no van a ser decisivos para decidir la alcaldía. Sin embargo, la importancia de este barrio reside en su condición de casco antiguo y enclave estratégico para el turismo y el ocio nocturno en Gijón.
Su líder vecinal plantea al nuevo consistorio que tendrá que abordar todas las necesidades que tiene el barrio desde un punto de vista global. “Se debe de elaborar un plan estratégico y transversal que afronte el mantenimiento de las calles e infraestructuras públicas, acabe con el vandalismo y las pintadas que lo inundan todo, elabore un plan de movilidad con conexión al transporte público y pacifique la convivencia entre el ocio nocturno y los residentes“. Todos los gobiernos que han dirigido el Ayuntamiento de diferentes colores, asegura, “han cometido el mismo error. Necesitamos que no piensen en inversiones sueltas sino en planificar y desarrollar ejecuciones conjuntas”. Los partidos en campaña ya han dado a conocer sus ideas: mientras la candidatura del PSOE se ha comprometido a finalizar la obra del edificio de Tabacalera, el PP quiere crear un bulevar en la calle Claudio Alvargonzález y agilizar la construcción del hotel de cinco estrellas, Foro plantea una grada en la Cuesta del Cholo para potenciar una imagen icónica de la ciudad e IU busca abrir Cimavilla a creadores y artesanos para impulsar su actividad.
Ideas, algunas, que chocan con el objetivo prioritario de los vecinos que es ”defender la identidad del barrio”. Para ello, apuntan la necesidad de limitar el número de viviendas turísticas y que se dote al casco histórico de los servicios necesarios para fijar su actual número de residentes y atraer a otros nuevos. “Las políticas no pueden estar enfocadas únicamente hacia el turismo porque lo que hacen es gentrificar el barrio”, explica Álvarez. “No estamos en contra de esta actividad, muchos de nuestros vecinos viven de ello pero pedimos que sea sostenible y ante todo queremos un barrio en el que se pueda vivir”.
El primer problema es que cuando alguien lo define la comodidad de los vecinos impide el avance.
Europa obligará lo que hay que hacer y los vecinos se la comeran.