Mientras el uso de dicho medio de transporte crece en la ciudad, el Observatorio Xixonés de Movilidad y la plataforma Asturies con Bici denuncian la escasa atención puesta por el Gobierno local en facilitar su empleo extenso y seguro
Una tarde cualquiera de finales de mayo o, como hoy, de principios de junio ofrece al observador atento una estampa de aparente equilibrio entre varios mundos en el Muro de San Lorenzo. Los bañistas gozan de la calidez de las aguas; los transeúntes, de las amplias aceras del paseo que bordea el litoral; el tráfico motorizado transita por los varios carriles de la cercana carretera… Y, he aquí el detalle esencial, los ciclistas y usuarios de patinetes disfrutan con seguridad del carril-bici que, de este a oeste, une el entorno de El Molinón con Campo Valdés. Nadie molesta al resto, ninguno de esos colectivos invade el espacio de los demás… Sin embargo, se trata de una armonía engañosa. O, al menos, parcial. En Gijón, sin duda la ciudad asturiana más adecuada para el uso de medios de transporte sin motor de combustión, son aún muchas las carencias en materia de infraestructuras que impiden exprimir al máximo su reconocido potencial como paraíso ciclista. Una realidad que este lunes, Día Mundial de la Bicicleta, tanto el Observatorio Xixonés de Movilidad (OXM) como la plataforma Asturies ConBici, han querido poner de manifiesto, recordando a los gijoneses, como al conjunto de los asturianos, no sólo esas deficiencias, sino también las muchas posibilidades que la urbe más grande del Principado brinda a los ‘amigos de las dos ruedas’.
Es difícil describir con precisión el impacto que la bicicleta tiene en la ciudad. Los datos generales recopilados no son precisos, a excepción de los referentes al servicio municipal de alquiler ‘Gijón Bici’, que entre enero y mayo de este año registró un total de 9.739 usuarios. Fuera de ese balance, en 2021 quienes fundaron el OXM hace ahora ocho meses estimaban que entre un 1% y un 2% de los gijoneses son usuarios habituales de este vehículo y de derivados como los patines, eléctricos o no. Porcentajes ambos que, consideran, habrán aumentado desde entonces, pero relativamente bajos, a tenor de la orografía y de las características urbanísticas del lugar; más si se tiene en cuenta que en otras urbes de España llegan al 6% o, incluso, al 7%. «Aquí todavía no se ha dado el boom que sí viven en otras partes; por mucho que se promocione la bici, si la gente no lo ve claro, no la va a usa«, comenta Román Torres, presidente del Observatorio. Por el contrario, y es un hecho, allá donde hay infraestructura para pedalear con seguridad, se aprovecha. «Si hay manera, aparece por todos lados, y en Gijón lo hemos comprobado. Tenemos tradición«.
Esa solera tiene su traducción en los variados perfiles que integran la población ciclista gijonesa, radiografiada a principios de este año por el propio OXM mediante una encuesta que puede consultarse gratuitamente en su página web. Tras tomar una muestra de cien personas, el balance demuestra que la franja de edad entre los 41 y los 50 años es la que más frecuentemente recurre a la bicicleta, con un 48%, seguida a muy larga distancia por el 20% de entre 31 y 40, y por el 17% de 51 a 60 años, mientras que, por sexos, el 70% de los usuarios son hombres. Este último apunte merece especial atención: las mujeres «dicen estar acostumbradas a recibir pitidos cuando tienen que pedalear entre el tráfico», por lo que son las que más a menudo se reprimen, y deciden dejar la bicicleta en casa, si no ven clara su seguridad; y todavía más si hay menores de por medio. En cambio, «los hombres, si tienen cierta destreza, se lanzan». Nada de todo lo anterior impide que sean muchos los que optan por estos transportes, cierto, aunque «podrían ser muchos más». La idea subyacente es clara, sabida y democrática: «para que todos circulemos, es preciso que vayamos tranquilos«.
En el todavía escueto tiempo transcurrido desde su constitución, el OXM ha hecho del desarrollo de carriles-bici, de estacionamientos especializados y de medidas de seguridad su principal cruzada. Áreas como Padre Feijóo, Quevedo o Pérez de Ayala son algunos ejemplos de las muchas arterias en las que la primacía del vehículo a motor, y la falta de zonas de tránsito seguras para ciclistas, se hacen especialmente sangrantes. Tampoco es que aquellos puntos en los que sí se han tendido equipamientos resulten totalmente del agrado de los usuarios. Carriles segmentados, desniveles inesperados, aparcamientos que hacen peligrosa la circulación ciclista… La lista es larga y responde, en buena medida, a la obsolescencia de esa red. Como recuerda Torres, «mucho de lo que tenemos es ya abuelete, se hizo hace años, es inconexo entre sí, y las necesidades han evolucionado». Por si fuera poco, por el momento no se ha detectado una voluntad real del Ayuntamiento para avanzar en sentido contrario. «Han demostrado, por activa y por pasiva, que van a construir un par de carriles porque tienen que cumplir con los fondos europeos, y los harán sin eliminar aparcamientos para coches. El problema grave ahí es que cualquier estándar del Ministerio fija unas medidas mínimas y, para cumplirlas, hay que suprimir plazas. Y no se está haciendo«.
En la misma trinchera de la movilidad desde la que el Observatorio combate se halla Asturies ConBici, que tiene en Raffa Fernández a su vicepresidente y rostro más conocido. Con cerca de trescientos socios registrados, y otras ochocientas personas identificadas como simpatizantes, el suyo es el músculo más fuerte que hay en la región en pos de la mejora de las condiciones de los ciclistas. Quizá por eso Fernández destila autoridad al afirmar que «la bici se usa mucho más en Gijón que en el resto de ciudades de Asturias, porque es la que tiene más infraestructura, a pesar de que no cuenta con zonas ciclistas cerradas, sino inconexas, vertebradas por Pablo Iglesias y Manuel Llaneza«. Mencionar esas dos vías equivale a devolver al presente un proyecto, el del carril-bici entre ambas, que «hace quince o veinte años se dijo que se iba a hacer, y que, hasta que no se complete, nos impedirá tener una auténtica red ciclista que puedan usar las familias». Cosa dolorosa, sobremanera, siendo como es Gijón «una ciudad que, sin embargo, no tiene una zona ciclopeatonal en toda su franja costera. No necesitamos muchos carriles para coches ahí; lo que hace falta es dejar un carril para ellos, bajar el carril-bici a la calzada y ampliar el espacio para los peatones. Así ganaríamos todos; hasta los autobuses de EMTUSA«.
A juicio de Fernández, una ciudad como Gijón, llana, transitable y con ese hábito ciclista de que hace gala, debería mirarse en el espejo de otras como Barcelona, los iconos indiscutibles que son Pontevedra y Vitoria y, fuera de las fronteras nacionales, París, «en la que era horroroso andar en bici hace unos años, y ahora es una maravilla». En todos esos casos el secreto ha radicado en invertir en facilitar el tránsito ciclista, al tiempo que se sacaba el vehículo a motor privado de los centros urbanos o, al menos, se reducía a la mínima expresión su presencia. Dos actuaciones que para Asturies ConBici, como para el OXM, a Gijón no le sobrarían… «Moverse en bici cumple con lo que denominamos ‘tres S’: es sano, seguro y sostenible. Y estando como estamos en una de las ciudades con la peor calidad del aire de Europa, no nos vendría mal darle un empujón», plantea Fernández. Por eso, como en el caso de Torres, su deseo en este Día Mundial de la Bicicleta es que el Consistorio tome buena nota de las reivindicaciones largamente lanzadas, y comience a tomarse el asunto más en serio. «¿Queremos pacificar las ciudades? Invirtamos en carriles-bici«.