El postre tiene un origen muy ligado a la historia marinera de ambas localidades y se remonta hasta el siglo XVIII
Cuando uno visita Asturias espera comer bien y de todo. Platos de cuchara, carnes, pescados… Producto, pero sin olvidar nunca el dulce. La gastronomía regional bebe de infinitas recetas tradicionales de postres originarios de cada pueblo, parroquia o zona del Principado, y juntos conforman una larga lista parece no terminar nunca. Sin embargo, los que desconocen la Tierrina suelen quedarse en la superficie: unos buenos frixuelos, unas casadiellas, arroz con leche…
Y se olvidan de otras elaboraciones que también tienen mucha historia detrás, como ocurre con las marañuelas, una especie de galleta muy singular y con un aroma y sabor únicos, cuyo origen se remonta a dos conocidas villas marineras asturianas. Se trata de Candás y Luanco, capitales de los concejos aledaños de Carreño y Gozón, y villas marineras ‘competidoras’ por antonomasia, por elaborar las mejores marañuelas, por la mayor fama, por la mejor fiesta, por el mejor ambiente… Y en definitiva, por vecindad.
El caso es que en ambas el mar ha jugado un papel protagonista y ha sido el telón de fondo bajo el que se ha modelado la historia de cada localidad, con gran tradición pesquera, mucha redera y mucho marinero. Ahí también intervienen las marañuelas, unas pastas fáciles de reconocer por su forma de galleta enroscada y por el aroma a mantequilla que desprenden. Aunque a día de hoy resulte imposible determinar su origen y dirimir si se empezaron a elaborar primero en Candás o en Luanco, lo que sí sabemos es que las mujeres de cada pueblo comenzaron a hacerlas para que sus maridos y familiares pudieran alimentarse en altamar.
Así, los marineros se las podían llevar cuando volvieran a la mar sin temor a que se estropeasen, ya que son capaces de conservarse perfectas durnate mucho tiempo. Además, las marañuelas son un alimento de alto valor calórico y podía mantener con energía a los trabajadores tras largas jornadas en las embarcaciones. Incluso las diferentes formas con las que se elaboran constituían la única manera de diferenciar aquellas que pertenecían a un compañero de las propias cuando estaban en el barco.
En el Museo Marítimo de Luanco existen archivos que datan del siglo XVIII y que evidencian que estas famosas pastas ya existían, además de asociar mucho su preparación a la Semana Santa, porque era la época en la que los marineros podían volver a casa. Hay quien se remonta a los vikingos para teorizar sobre que las trajeron ellos a la Península al desembarcar en Antromero, entre ambas villas, pero la realidad es que faltan datos precisos que lo aseguren.
Candasinos y luanquinos han ido diferenciando su receta del ‘adversario’ con el tiempo, ya que mientras las de Luanco llevan solo ralladura de limón y son más duras y crujientes, las de Candás son más blandas y con un ligero sabor a anís. Los matices son cuestión de gustos y por eso ambas merecen ser degustadas.
Les marañueles son de Candás de toda la vida De Luanco? Ye la primera vez que lo oigo‼️😃
Al revés, las marañuelas son de Luanco de toda la vida… lo de Candás no son marañuelas.
Os habéis equivocado, las blandas son de Luanco y las duras de Candas