«Recibía balonazos en el patio del colegio, pedradas, otra vez me tiraron un chicle en el pelo… Y que me siguieran hasta el portal de mi casa era una cosa bastante común, con insultos por detrás»
El jueves se celebró el Día Internacional contra el Acoso Escolar, una jornada para recordar la necesidad de poner nombre y palabras a la realidad del bullying en el contexto escolar. Las cifras en nuestro país preocupan: una encuesta realizada por Educo a más de 1.000 adolescentes con motivo de la conmemoración pone de relieve que el 29,5% de los jóvenes afirma haber sufrido algún tipo de violencia en el colegio (incluyendo toda acción, omisión o trato negligente, ya sea entre pares o con personas adultas), mientras un el 59,1% dijo que no y un 11,4% no lo sabía o prefirió no contestar. Eso quiere decir que en un aula con 30 niños en España, nueve han sufrido acoso escolar, lo que supone una proporción que casi alcanza los dos de cada tres.
Con el propósito de luchar contra esta problemática social, muchas entidades aprovechan la jornada para hacer distintas publicaciones o campañas que visibilicen los testimonios de aquellos que lo sufren. Ese ha sido el caso de Lara Álvarez. La hasta ahora presentadora en Telecinco y una de las celebrities asturianas más famosas del panorama televisivo compartió su desagradable experiencia en el colegio bajo el proyecto «Educando contra el Bullying» de la Fundación Colacao. La comunicadora comenzó la entrevista mostrando sus nervios al confesar no haber dormido nada la noche anterior por el hecho de desnudarse ante la cámara con este tema. «Es muy importante lo que voy a compartir con vosotros. Viajar al pasado es encontrarme con una niña que lo pasó muy mal», admite.
La gijonesa comienza data el inicio de las agresiones de sus compañeros de clase a los nueve años, «uno de los momentos más especiales» de su infancia debido a que tuvo su primera oportunidad dentro del mundo de la televisión, una vocación que siempre tuvo clara desde edades muy tempranas. «Después de muchas llamadas a un concurso, de pasar distintas pruebas a las que nos habíamos presentado distintas compañeras de mi clase, me seleccionaron para hacer un programa de televisión en el que niños cantaban y bailaban», relata. Ganó un segundo puesto en el show y volvió a clase para compartir el premio con sus compañeros, pero se encontró con «una situación que no entendía». «Nadie me hablaba de repente, nadie me responde, la única persona que me da una explicación era mi compañero de mesa y me dijo que no le hablase porque le iba a buscar un problema».
A partir de ese momento, Lara decidió no compartir este problema con sus padres, pero la cosa fue a más y pasó al plano de la violencia física. «Recuerdo estar en el patio del colegio y recibir balonazos, recuerdo que un día recibí hasta pedradas, una vez me tiraron un chicle en el pelo, y que me siguieran hasta el portal de mi casa era una cosa bastante común, con insultos por detrás… Era una sensación terrible», relata.
La cuestión se complicó mucho más cuando la periodista se enteró de manera imprevista de una noticia familiar importante en su casa; algo que no tendría que haber sabido. Con mucha preocupación, una de sus dos agresoras la encontró en los baños del colegio y, tras pedirle perdón por portarse mal con ella, insistió a Álvarez para que le contara qué le ocurría. La desagradable sorpresa de Lara llega cuando, minutos más tarde, la misma niña grita en voz alta en mitad de la clase lo que ella le acababa de desvelar, lo que hizo a la asturiana salir corriendo de clase con gran disgusto inmediatamente. «A partir de ahí empezaron las llamadas a mi casa con amenazas», continúa.
Por suerte, en aquel momento sus padres comenzaron a notar un comportamiento extraño en su hija y supieron lo que pasaba. «Qué suerte y que necesario poder hablar. Cuántas cosas se entienden cuando puedes sacar todo lo que llevas dentro y cuando me cuentan que no es un problema mío», razona. Por ello, termina su relato compartiendo la lección quizá más valiosa que aprendió viviendo esta situación de acoso permanente, y es que para intentar solucionarlo, «se debe hacer lo contrario» a lo que buscan «tus acosadores». «Te aíslan, tus acosadores quieren que te calles. Así que, ante la duda, háblalo. Busca tu persona de referencia. En mi caso fueron mis padres, pero puede ser un profesor, un amigo que te ayuda a sacar la valentía para poder contarlo… Pero no te calles», concluye.