‘Memoria de perros y serpientes’ es un relato personal y colectivo sobre el precio humano de la violencia de ETA

El próximo jueves 6 de noviembre, a las 19:00 horas, el Ateneo Jovellanos de Gijón acogerá la presentación del libro Memoria de perros y serpientes, del comisario jubilado de la Policía Nacional Luis Alberto García González. En esta obra, publicada tras más de cuatro décadas de servicio en el País Vasco, el autor plasma su experiencia en la lucha contra el terrorismo de ETA y su memoria de los años más duros vividos en Bilbao.
“Es una deuda moral que yo tenía contraída con tanta víctima olvidada, con tanto compañero que murió en circunstancias execrables”, explicaba García en una reciente entrevista en 11 TV Cantabria, donde adelantó algunos pasajes del libro. “Parece que aquí no ha ocurrido nada. Estamos hablando de una banda de asesinos que se disuelve en 2018 y que ahora nadie sabe nada”.
El título del libro alude directamente a los símbolos de aquel tiempo. “‘Memoria de perros’ porque tanto a la Policía como a la Guardia Civil nos llamaban ‘txakurras’, perros en euskera; y ‘de serpientes’ porque ETA utilizaba como emblema la serpiente enroscada en un hacha, el bietan jarrai, que significaba golpear con la fuerza del hacha y la astucia de la serpiente”, explicó el autor.
Cada capítulo de Memoria de perros y serpientes está dedicado a una muerte, a un recuerdo concreto. “He elegido las que más me afectaron personalmente, las que viví de cerca, las de compañeros a los que veía a diario y que una mañana caían asesinados”, relató. Entre esos episodios, García mencionó el asesinato de Eduardo Puelles, “que murió quemándose dentro de su propio coche”, o el del cántabro Samperio Sañudo, “cuyas hijas tuvieron que saltar el cadáver de su padre en la puerta para poder entrar a casa”.
El libro nació, en parte, de la indignación ante el olvido. “Una encuesta entre universitarios del País Vasco reveló que casi nadie conocía a Miguel Ángel Blanco. Entonces sentí que debía contar lo que viví. Hablo de 850 víctimas, 5.000 heridos y 200.000 personas que tuvieron que abandonar su tierra por amenazas”.
García reconoce que la publicación no fue fácil. “Recibí cantidad de portazos editoriales con el mismo mantra: el dolor no vende, hay que pasar página, hay que olvidar. Al final me tuve que autoeditar, gastar un dinero que no tengo, pero la satisfacción moral compensa cualquier pérdida económica”.
El autor subraya que su propósito no es reabrir heridas, sino preservar la verdad. “Lo que verdaderamente te hace libre es el conocimiento. La gente tiene que saber lo que ha pasado aquí para que no vuelva a repetirse”.
El encuentro de Gijón será una de las primeras presentaciones del libro fuera de Cantabria y una oportunidad para escuchar a quien, tras 45 años de servicio en unidades antiterroristas, se define con humildad: “Yo no me considero escritor —dice—, me considero un servidor de España que intenta que la gente conozca la verdad”.